(vea el trailer de la película en la barra de You Tube. No supe ponerlo más directamente, basta escribir en el buscador "Michael Clayton").
Hace poco vi en el Hoyts La Reina esta excelente película acerca de la lucha de un abogado (el estupendo George Clooney por quien muere una de mis amigas) contra una despiadada transnacional productora de plaguicidas, que en todo se parece a Monsanto aunque por supuesto hay un cartelito al final que dice -cual novelita rosa-que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Tomo prestada de La Nación (de Argentina) una crítica de la película, mientras investigo si todavía se da la película en Santiago, porque es de aquellas que las distribuidoras sacan ligerito de cartelera. No sea que algun espectador pueda pensar. Para peor, la jefa de la transnacional es una mujer (que avergüeza al género con su actuación, excelente en términos cinematográficos, terrible en términos morales). Recomiendo vivamente esta película, que al parecer todavía no es accesible en Chile en dvd.
Michael Clayton (ídem, EE.UU./2007, color; hablada en inglés). Dirección y guión: Tony Gilroy. Con George Clooney, Tilda Swinton, Tom Wilkinson, Sydney Pollack, Michael O Keefe, Ken Howard. Fotografia: Robert Elswit. Música: James Nexton Howard. Edición: John Gilroy. Presentada por Alfa. 119 minutos. Sólo apta para mayores de 13 años.
Nuestra opinión: muy buena
No es un capricho del debutante Tony Gilroy (aplaudido guionista de la serie de Bourne) que Michael Clayton empiece por el final: se diría que nada en este film inteligente y respetuoso de la inteligencia del espectador responde a una veleidad. Que una bomba destruya el automóvil del protagonista a poco de comenzar la proyección y que el tiempo del relato retroceda cuatro días atrás en busca de explicaciones responde a la misma pregunta que pone en marcha el examen retrospectivo, eje de la historia: ¿cómo hemos llegado hasta aquí? O, en términos más personales: ¿cómo hemos llegado a ser lo que somos? La intriga del film tiene, pues, dos caras: una, digamos policial, que describe la trama conspirativa que ha conducido al siniestro; la otra, psicológica, que examina el itinerario íntimo y profesional que ha llevado a Michael a vivir un momento crítico. Y entre las dos se filtra una tercera, la que propone el examen de las condiciones en que se plantean hoy las relaciones de poder en las empresas, en las corporaciones y aun en la relación entre unas y otras.
Claroscuros
Para el abogado Michael Clayton, que creció en una familia de policías, fue fiscal modesto y eficaz y ha hecho carrera como mediador en un poderosísimo estudio de Nueva York, el interrogante sólo se vuelve insoslayable cuando se ve en el espejo de un colega que entró en crisis nerviosa al descubrir que había gastado su tiempo, su esfuerzo y su talento en causas que violentaban sus principios éticos y está a punto de desatar un escándalo revelando los trapos sucios de una gran corporación, justo en momentos en que ésta debe concretar una operación importante.
El bufete, que explota los contactos de Michael y su bajo perfil, nunca lo ha hecho su socio pero sabe de su habilidad como factótum y le confía el caso. El deberá apaciguar a su amigo y evitar el escándalo, al mismo tiempo que atiende a sus propios problemas familiares, personales y financieros. La tarea no es sencilla, los obstáculos se multiplican y una inesperada y trágica derivación lo enfrenta a la verdadera cara de los poderosos, a sus propias renuncias y fracasos, y a una oportunidad de redención.
Ojo lúcido y honesto
Más lejos del thriller de acción que de los films de denuncia de los 70 (la presencia de Sydney Pollack, director de Tres días del Cóndor , es sugestiva), el film de Gilroy formula su acusación, pero atiende sobre todo al retrato de personajes que enriquece con claroscuros y matices: ni Clayton es el clásico antihéroe que se redime, ni el denunciante es un virtuoso idealista y puro, ni los villanos (en este caso, la representante de la multinacional química que está envenenando el ambiente) son absolutamente fríos y seguros de sí mismos. Gilroy encuentra el modo de desnudarlos en detalles de la puesta, en la lucidez de los diálogos y en las estupendas labores de George Clooney, Tom Wilkinson y Tilda Swinton.
Como siempre sucede cuando hay un ojo lúcido y honesto que sabe mirar a su alrededor, aunque sólo se proponga una ficción termina echando luz sobre algunos rincones de la realidad. Quizá, más allá de entretenernos con una historia bien urdida, bien narrada y mejor interpretada, Michael Clayton está diciéndonos algo del modo en que vivimos; quizás en su protagonista esté reflejando algo de la íntima insatisfacción y el disgusto consigo mismo que sienten muchos seres humanos en un mundo que los rebaja y despersonaliza; quizás está invitando a que cada uno se atreva a preguntarse como él: ¿cómo he llegado a ser lo que soy?
Fernando López
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