sábado, enero 31, 2009

"A mí me torturaron" acusa Elena Varela


Comparto aquí la entrevista (exclusiva) que hice a Elena Varela -junto a Silvia Quiroga, que tomó la foto y Alian Gedda que grabó en video nuestra conversación - en agosto de 2008. Nunca me dieron autorización para entrar a la Cárcel de Alta Seguridad de Rancagua...pero hablé con ella sólo días después de que saliera de allí gracias a la enorme campaña internacional desplegada exigiendo su libertad.

A continuación el texto:


"Ahora en libertad diurna, Elena Varela (42 años, documentalista, directora de orquestas sinfónicas infantiles y madre) aceptó el 19 de agosto ser entrevistada por Punto Final. El juzgado de garantía de Rancagua había denegado el pedido. La cineasta aún no recupera las cintas originales de “Newen Mapu Che” y “Los Sueños del Comandante”, incautadas por la policía. Formalizada por supuesta planificación de un asalto bancario, en un caso denunciado como un montaje para censurar las luchas del pueblo mapuche, sólo en varios meses más conocerá ella la fecha de su juicio oral. De cabello negro y rizado, ojos luminosos, blusa negra, y jeans, sólo la risa muy breve de Elena, y su voz, que se quiebra a menudo, evidencian lo vivido.

¿Tres meses y medio en la cárcel de alta seguridad de Rancagua han cambiado a Elena Varela ?
“En términos emocionales, estoy en estado de shock con esta democracia, la justicia y sus aparatos represores. He visto la columna vertebral del sistema. Pero siento que tengo que seguir adelante con la denuncia de lo que está ocurriendo con el pueblo mapuche y terminar mis documentales. En mí hay al mismo tiempo mucho dolor, y mucho amor. Y felicidad, porque hay mucha gente solidaria y consciente de lo que se vive en el sur y de lo que yo he tenido que pasar. Todos podemos estar involucrados en una situación así y vivir una represión igual. Yo creo que este país va camino a la derecha nuevamente y sabemos bien por la historia lo que esto significa.”

Hay querellas por tortura contra el fiscal Servando Pérez y otros en el Juzgado de Garantía de Rancagua. Pero según la agencia Efe usted “reconoció” que no hubo tortura.
“La periodista de EFE me preguntó: ‘¿Te pegaron?’ Y como dije que no, resolvió que no fui torturada. Los periodistas chilenos reducen la tortura a la aplicación de corriente. Hoy es más sofisticada. A mi me detuvo gente de civil sin identificarse, sin dejarme a ir a buscar mi chaqueta, cartera, ni nada. Me subieron a un auto con vidrios polarizados, junto a otros ocho autos sin logo alguno. Me encañonaron y esposaron y comenzaron el interrogatorio. A mi lado, un señor bonachón trató de seducirme para que yo cooperara diciendo quiénes estaban en unas fotos. Luego subió otro diciendo que si no, mi hija iba a sufrir las consecuencias. Lo reemplazó el simpático: ‘Tranquila, todo va a salir bien, t si cooperas, en la tarde estarás en tu casa’. Y así todo el rato. A mi casa ingresaron dos hombres con pasamontañas, que sacaron al director de arte del documental –mapuche- y al lonko de Trikauko. ¡Yo me acordaba de lo que pasaba en dictadura! Ahora ellos dos me han contado que en el lago, les preguntaban sólo acerca del movimiento mapuche, y las armas. Nunca los interrogaron sobre mí. Después sacaron al director de fotografía, Freddy Hayes, boliviano. Así detuvieron y ficharon a cinco miembros de mi equipo.
Quedé aterrada cuando me di cuenta que los agentes tenían micrófonos en mi casa. El día que me detuvieron, sabían que nos tomamos una botella de ron antes de partir a la filmación, y los temas que hablamos sentados en la mesa con otras personas…
En el auto, me empezaron a decir que yo conocía a los líderes del MIR, del Frente y de la Coordinadora Arauco Malleco y que tenía que llevarlos al lugar donde estaban las armas. Cuando llegamos al Colegio Claudio Arrau de Panguipulli, donde yo dirigía la Orquesta Sinfónica Intercultural de Niños, me dijeron que tenía que bajar, abrir las cajas de instrumentos uno por uno y declarar públicamente que yo escondía las armas ahí.
Yo respondí: ‘Basta, yo no me bajo’. Y ellos me decían que tenían órdenes para hacer eso. Los niños se amontonaron mirando. Los agentes me tiraron abajo del auto. Yo tenía miedo. Y les dije: ‘Si quieren que entre, será pasando sobre mi cadáver, porque yo dejé mi corazón ahí y no voy a entrar”. Me agarré a las ruedas del auto hasta que el jefe ordenó que entraran solos. Supe después la reacción de la gente. Panguipulli quedó aterrorizado. Luego me llevaron al cuartel de investigaciones de Temuco. Con otros detenidos, estuvimos como hora y media contra la muralla. Después me llevaron a Rancagua. Me metieron a una sala con unas pantallas gigantes de televisión. Los agentes estuvieron fumando, comiendo sándwichs y tomando bebidas toda la noche. Yo no había comido ni bebido nada desde las 9 de la mañana, en que fui detenida. Estaba tan cansada que me dormí. A las dos de la mañana me sacaron a interrogatorio, y a tomar las huellas más otros chequeos en la noche, hasta las 9 de la mañana, que enfrenté la formalización. Recién ahí me enteré oficialmente de las acusaciones.”

Limitando la defensa
¿Cómo supo que la vinculaban con un asalto?

“Cuando me bajaron del auto en Temuco, los camarógrafos de la zona corrieron a filmarme. Me conocían porque salía a grabar con ellos. Me preguntaron por qué me detenían y respondí: ‘Por los documentales y mi relación con el pueblo mapuche’. Uno de ellos me me dijo ‘Te están deteniendo por un asalto”.

¿Qué hizo la jueza en la formalización?
“La jueza, Andrea Urbina, no me permitió hablar. Cuando empezaron yo me di cuenta que esas acusaciones no tenían nada que ver conmigo. Ella no dejó entrar al abogado que mandó mi familia; aunque se supone que era un procedimiento público, todo el ingreso al tribunal estaba cercado, mi familia tampoco pudo entrar.”


¿Considera que le aplicaron la ley antiterrorista también?
“En términos prácticos sí. El fiscal dijo que había una asociación ilícita entre encargados culturales de Chile. Para mí eso era ciencia ficción pura. El hizo una construcción del MIR con el Frente Patriótico, el movimiento Lautaro, y el conflicto mapuche, de relaciones políticas entre esos grupos. Y después de esa construcción, ¡resulta que ese montón de gente estábamos detenidos por un asalto!”

¿Y las pruebas?
“Se han rebatido casi todas ya. El material subversivo que según el fiscal yo manejaba eran las banderas del MIR y las armas de fantasía del documental, y en el montaje de prensa agregaron armas de ellos. Para el fiscal, el material escrito del MIR y del movimiento mapuche y de grupos como la CAM de mi investigación eran un tema delictual, pero sucede que en realidad su análisis es un constructo histórico- político y militar de los movimientos sociales en el sur de Chile, que busca ver cómo se cruzan estos.”


Qué piensa de la justicia y de esta policía en democracia?

“Las cosas no han cambiado. La ideología es la misma pero en la justicia hay una caracterización modernista. El fascismo está en comunión ideal con la nueva democracia. En este juicio hablan mucho del ex MIR pero lo reconstruyen como que está vivo. Y yo me pregunto, si ellos hablan así, entonces el MIR existe, pero le llaman ex MIR. Y con ese razonamiento, igualmente, hay una ex CNI con otro nombre, que persigue al ex MIR.”

¿Qué hechos ocurridos en Chile han sido decisivos en su formación?
“Tenía siete años cuando vino la dictadura y se acabaron mis juegos en la calle, y comencé a ver la persecución y el dolor. En los años 84 y 85, cuando estudiaba en el Pedagógico viví los momentos más fuertes y dolorosos porque conocí la represión junto a mucha gente que murió, como Jecar Neghme y los hermanos Vergara.”

¿Por qué ha elegido trabajar con niños?
“Pienso que del trabajo con ellos puedan salir los nuevos pensadores para una sociedad más justa. No podemos construir una sociedad distinta sólo con los medios o con las marchas… Entre 1993 y 1999 hicimos en Maipú una hermosa experiencia independiente: la Escuela de Todas las Artes, con la Agrupación de Niños, una orquesta sinfónica, danzas, y todas las expresiones artísticas. En Pucón, el 2004 formé una Orquesta Sinfónica de Niños. En Panguipulli, yo quería gestionar la orquesta intercultural, que empezó el 2007, para que llegaran niños de todos los sectores rurales. La municipalidad estaba dispuesta a hacer una mesa redonda con los empresarios para financiarla, pero ellos no querían dar dinero si la orquesta tenía niños mapuche. Porque esos empresarios son los mismos contra los que ha luchado el pueblo mapuche, son los dueños del país, los que dirigen todos los medios y en la nueva región están a cargo de controlar las movilizaciones mapuche.”

El comandante Pepe
¿Y cómo nace “Sueños del Comandante”?

“En las conversaciones con los empresarios, ellos me dijeron que en la futura Corporación Cultural no debía figurar el alcalde Alejandro Kohler (PS) ‘porque su familia había sido amiga del Comandante Pepe’. Allí empezó todo, quise investigar. Tuve que hacer un trabajo psicológico - social para poder grabar a la gente, debido al miedo. Supe que José Gregorio Liendo llegó el año 63 a la zona enviado por el MIR, y conocí la historia del Complejo Maderero de Panguipulli constituido como un movimiento campesino independiente. Ellos sostenían sus ideas con un idealismo tan potente, estaban dispuestos a morir luchando. Su energía social irradia tanto que me hacía llorar... Esa historia sólo está en la conciencia colectiva y la expresión oral del pueblo y es lo que me hizo ir con la cámara y buscar y buscar y buscar. El síndrome colectivo de no poder recordar es lo que yo más destaco en “Los sueños del comandante”, que se llama así porque esos sueños retornan el año 81 cuando un grupo–entrevisté a sobrevivientes- vuelve a armar la guerrilla.”

¿Y Newen Mapu Che?
“Ha sido un trabajo super largo y difícil, que pasa también por la empatía con la gente y por el pueblo. Los reprimidos no quieren hablar, porque saben que los periodistas cooperan con los sistemas de seguridad, tienen mucho miedo porque están perseguidos por la ley antiterrorista. El año 2007 gané el Fondo de Fomento Audiovisual 2007 de la Región de la Araucanía para “Newen Mapu Che”, y creí que ya no nos iban a perseguir más, porque yo temía antes que me podían quitar las filmaciones que tenía, en momentos en que había mucha represión. También tenía miedo a ser perseguida, porque la gente mapuche, mis entrevistados, no han podido descansar de la represión. Primero, antes de la aplicación de la Ley Antiterrorista se ejecutó la Operación Paciencia, listando los que iban a ser detenidos, perseguidos y monitoreados. Pero el año 2003 y 2004 los que apoyan van aumentando esa lista. Sé que estoy en las nuevas listas de investigaciones ( ríe).

En una denuncia de la Comisión Etica Contra la Tortura, usted figura en la lista de las presas políticas mapuche. ¿Cómo le resuena eso?

“Si fuera así …. (calla, se emociona), me siento orgullosa, porque finalmente logro sentir este dolor de ellos, estas ganas de existir como pueblo. Los mapuches luchan por el ecosistema, la naturaleza, por su cultura. Su cosmovisión es mágica, se liga a su manera de vivir, y son consecuentes. Eso es lo que falta en Chile. Y esa sensación me hace sentir mucho amor por la causa mapuche. Ojalá se fuera mucha gente para el sur a ayudar, no sólo en sentido político sino cultural y social.”

¿Cuándo nace su interés por el tema mapuche?
“El año 2003 estudiaba dirección de orquesta en Alemania, y asistí a un foro en Berlín sobre racismo. Una alemana sostuvo que en Chile había mucho racismo, lo que me sorprendió mucho. Yo tenía otras críticas sobre la democracia chilena, pero allá descubrí que también al sur de mi país hay otro pueblo. Regresé y empecé a crear lazos. Comencé haciendo un registro sonoro sobre la música mapuche y así me fui involucrando más con su historia y el atropello a sus derechos, la perseverancia de su lucha, las reivindicaciones de tierras, y su derecho a existir.”

¿Cómo llega desde la música al cine?
“El año 91, al inicio de la transición, formamos el colectivo Ojo Film. Yo quería trabajar con niños. Me gustaba la idea de hacer películas infantiles. Eso me llevó a estudiar cine. No he seguido una carrera formal pero me considero una suerte de autodidacta profesional, formada inicialmente con los seminarios que daba ARCIS. En el Festival de Guiones en La Habana, fui seleccionada el 2003 con el guión del largometraje ‘El pueblo de los Niños”.

¿Qué consecuencias ha tenido su detención para su hija América?
“Ella sabe muy bien quién es su madre. Pero es doloroso que escuche como la prensa oficial pinta a su mamá como delincuente. Ella se enteró de mi detención por las noticias, y todo esto le produjo un daño sicológico muy fuerte que hay que tratar de revertir.”

¿Qué piensa del movimiento que se gestó a raíz de su detención?
“Al ver la campaña en Internet, lloré. Quiero dar las gracias a todos los que han solidarizado, a los audiovisualistas y a los artistas en general, y aún a los que estando en el gobierno, donde todo está bloqueado y negociado, me apoyaron. Yo trataba de hacer Newen Mapu Che para que la gente se despertara. ¡Qué bueno que eso ha golpeado fuerte al corazón de las personas, porque desde el corazón hay que partir para cambiar las cosas!”

Santiago de Chile, 19 de agosto de 2008

Tortura y montajes policiales: el caso de Elena Varela


La defensa de la documentalista Elena Varela (en la foto, tomada por Silvia Quiroga cuando la entrevisté en agosto de 2008), estará en manos del ex juez Juan Guzmán, del Centro de Estudios de Derechos Humanos de la Universidad Central, quien la llevará a cabo en forma independiente de esa casa de estudios. En junio de 2008, Guzmán integró asimismo el equipo de la exitosa defensa de Héctor Llaitul y Roberto Painemil, el cual logró desbaratar otro montaje policial. Ese juicio en Temuco concluyó con la absolución de los dos mapuche acusados de haber realizado un atentado incendiario. Toda la acusación se basaba en una declaración inculpatoria que había sido obtenida bajo tortura. La Corte de Apelaciones de esa ciudad de la Región de la Araucanía confirmó posteriormente la sentencia absolutoria, ya que la fiscalía había solicitado la anulación del juicio.

Prácticas de la ANI
En este caso, Elena Varela y Kenny Sánchez –para quienes el Fiscal pide respectivamente 15 y 20 años de cárcel - también han denunciado que se ha utilizado la tortura como medio de obtención de declaraciones, que son consideradas “confesiones” por la Fiscalía. En octubre de 2008, desde la Cárcel de Alta Seguridad de Rancagua, Kenny Sánchez acusó al Fiscal Jordán –en una carta pública dirigida a los organismos de derechos humanos- de ser cómplice de esas prácticas desarrolladas por funcionarios de la Agencia Nacional de Inteligencia ANI.. Sánchez denuncia: “El día que el fiscal Servando Pérez, citó a declarar a Sergio Reyes, se produjo una nueva situación anómala, por decir lo menos, dado que el interrogatorio fue dirigido por dos miembros de la ANI que no se identificaron, hecho que se produjo en presencia del fiscal y del abogado de la Defensoría Penal Pública, de nombre Cristian Godoy”.

Las denuncias de los detenidos no han sido acogidas por la justicia. El 4 de julio de 2008 la Corte Suprema rechazó por unanimidad el recurso de amparo presentado por la defensa de la cineasta Elena Varela que alegaba procedimientos irregulares en su detención y formalización. Esa actuación de la Suprema fue fiel a sus prácticas de tiempos de dictadura y los hechos fueron puestos en conocimiento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos con el patrocinio de destacadas personalidades del mundo de la cultura, de académicos y del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales. La CIDH abrió una investigación a partir de esta denuncia.

En la acusación presentada ahora por el fiscal Servando Jordán no falta nada: se alude al MIR como una organización terrorista, se vincula a los detenidos con el ELN de Colombia y también con el Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

El fiscal ha pedido 15 años de presidio para la documentalista de “Newen Mapu Che” y de “Los Sueños del Comandante”, a quien acusa como autora intelectual de un asalto a una oficina del Instituto de Normalización Previsional (INP) de Machalí y del robo a una sucursal del Banco de Estado de Loncoche. La audiencia de preparación del juicio se realizaría el 17 de marzo. Según ha informado la prensa, la acusación sostiene que el dinero se destinaba a “financiar la defensa de Mauricio Hernández Norambuena”, ex dirigente del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, encarcelado en Brasil. Agregan que además Elena Varela tendría vínculos con comunidades mapuche para financiar guerrillas, lo que será investigado por los fiscales de la zona sur, donde ella filmó el documental requisado en su detención y que aún permanece en poder de la policía, que sólo ha ofrecido devolver una mínima parte de las grabaciones.

Grupos de los años 90
Se acusa asimismo a Elena Varela de pertenecer a una organización denominada Ejército Guerrillero del Pueblo, formada por ex miembros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria que actuaron a comienzos de los años 90 y fueron duramente reprimidos en la época de la “Oficina”, un engendro de seguridad dependiente del Ministerio del Interior, dedicado a infiltrar y desbaratar a cualquier precio organizaciones políticas consideradas como un peligro para la democracia. En esos años (1993) nació también la primera Cárcel de Alta Seguridad, la CAS de Santiago, donde fueron recluidos (1995) los 82 nuevos presos políticos de la transición. Un informe de CODEPU citado por el historiador y ex preso político de entonces, Pedro Rosas, da cuenta de 140 casos de tortura y 96 muertes en procedimientos policiales de carácter “antiterrorista”. En su obra “Derechos Humanos en la Transición” (Editorial Ayun, 2004), Rosas sostiene: “El tratamiento dado a estos prisioneros se extiende hoy a los presos políticos mapuche y los instrumentos legales empleados contra ellos hasta hoy, son una espada que pende sobre la cabeza de todos los movimientos reivindicativos y sociales populares. Sólo basta para ello estigmatizarlos y criminalizarlos. El “antiterrorismo” es hoy la justificación perfecta que ahuyenta toda solidaridad y permite toda suerte de arbitrariedad”.

La detención de Elena Varela tuvo lugar el miércoles 7 de mayo, mientras trabajaba en su documental “Newen Mapu Che”, en su casa de Licanray. Al mismo tiempo, en Ercilla era arrestada la integrante del Consejo Regional de Arte y directora comunal de Cultura de la Municipalidad de Ercilla (territorio mapuche), Kenny Sánchez y su pareja Flor Domínguez Rosas., al igual que Leticia Cárdenas, Sergio Reyes Matus (trabajador de Mininco, detenido en Temuco) y Jorge Pineda Arriagada, chofer de colectivo en Villarrica, aprehendidos asimismo en el operativo. El fiscal sólo perseveró en tres acusaciones: contra la cineasta, contra Kenny Sánchez y Sergio Reyes, reconociendo que en los casos restantes no cuenta con pruebas. Sin embargo todos ellos sufrieron cárcel y estigmatización pública en los días posteriores a su detención. El tipo de pruebas exhibidas en esos días –por ejemplo banderas del MIR y armamento de fantasía utilizado en los documentales – y la incautación de las entrevistas realizadas a dirigentes mapuche por la documentalista fueron algunos de los elementos que llevaron a la Asociación de Documentalistas de Chile ADOC a entregar su total respaldo a Elena Varela y calificar las acusaciones como un montaje policial, generándose así una poderosa campaña por la libertad de la documentalista. Meses atrás la cineasta visitó Buenos Aires recibiendo también todo el apoyo de los documentalistas del país vecino.

jueves, enero 29, 2009

Transgenicos

"Los jueces y fiscales son racistas" acusa uno de los 32 presos políticos mapuche




Conocí a Jorge Huenchullan Cayul, werken (mensajero) de la Comunidad de Temucuicui (comuna de Ercilla, Región de la Araucanía), el 10 diciembre de 2008, en la U Central, Día Internacional de los DDHH, durante el Seminario “Criminalización de las luchas del pueblo mapuche y procesos judiciales” (Centro de Estudios de DDHH de la Universidad Central, Santiago de Chile). Me impactó su testimonio, sin duda similar a la historia de vida de muchos jóvenes mapuche que desde niños sólo han vivido la violencia del sistema y la negación de justicia. De eso también habló la sicóloga Angélica Pizarro,investigadora y consultora en salud mental y ddhh, ella se refirió a los efectos que ese clima tiene en los niños y jóvenes...
Muy pocos días después el werken fue encarcelado en Angol, luego de presentarse a declarar como testigo. Fue vinculado al homicidio accidental de un joven punk, Juan Cruz Magna, que visitaba la comunidad y apoyaba su lucha. Todos los hermanos de Jorge Huenchullan están presos ahora.
A continuación, su testimonio que transcribí ahora (y que fue filmado en el evento):
“Hemos dado una lucha dura contra el Estado, que nos ha negado todos nuestros derechos. Yo soy Jorge Huenchullan, de la comunidad de Temucuicui, hijo de Juan Huenchullan. El reivindicó estos derechos y luchó, así fue como recuperamos el fundo Alaska que había sido usurpado por la forestal Mininco. Fue una larga lucha. El año 2002 recuperamos 2000 hectáreas, éramos 120 familias las que recibimos la tierra. Le aplicaron la Ley de Seguridad interior a 12 peñis desde 1998, algunos aún tienen que seguir firmando en tribunales de Collipulli, de eso no se habla en la prensa. Fue un conflicto duro con mucha represión. Hubo baleos, agresiones que quedaron impunes, y heridos entre los niños y ancianos.
La nueva generación de la que soy parte emprende un proceso similar. Ahora son los hijos de los que lucharon antes. El conflicto grave es con los latifundistas vecinos. Pensamos que deben devolver la tierra a sus dueños naturales. Porque sin territorio no hay cultura.
Somos una comunidad sitiada por los latifundistas como René Urban, Martin, Valenzuela, Seiz…Cien carabineros hacen relevo dos veces al día para cuidarlos a ellos. Hay permanentes detenciones, interrogatorios a niños, allanamientos y baleos.
Desde el año 2000 nos han allanado más de veinte veces.
El 2004 comenzaron a caer presos los nuevos dirigentes. Todos hemos sido, o somos actualmente presos políticos mapuche. Por eso algunos se clandestinizaron. No confiamos en la justicia chilena, porque no se le respeta su condición de luchadores.
Los jueces y fiscales son racistas, hacen montajes. La palabra de los huincas es creíble para ellos, la nuestra no. He denunciado atropellos y baleos por la espalda que me han hecho por parte de los dueños de fundo…pero la justicia respecto de eso no hace nada.
El niño Patricio Queipul, desde los 11 años ha sufrido represión y humillaciones. Hace muy poquito, el jueves 4 de diciembre de 2008, fue secuestrado, a los dos días fue hallado después que lo secuestraron durante el allanamiento que hicieron recién. El 2007 fue baleado por la espalda. El jueves 4 él estaba cuidando animales, él está siempre con los animales, no va a la escuela, no sabe leer. Fue detenido por los detectives sin orden judicial y no se avisó a su familia. El tiene 13 años. No se sabe expresar bien. Apareció tres días después. Investigaciones reconoció ante la comunidad que lo detuvieron pero no nos decían si lo liberaron. El niño llegó y contó como lo habían interrogado, le preguntaban si tenemos armas, quiénes llegan a la comunidad, etc. El niño quedó mal. Consideramos que esto es un delito y no puede continuar. Hoy está en Temuco él con familiares, denunciando lo que ocurrió.
En el último allanamiento resultaron intoxicados 10 niños. Buscaban a Jaime Huenchullán, mi hermano. Allanaron 15 viviendas a las 6 de la mañana. Todos quedamos intoxicados. Denunciamos pero no pasa nada. Ningún cambio se observa después que denunciamos los abusos y no hay ni un fiscal que recoja estas denuncias. Cada fiscal dice que todo es legal, los crímenes también lo son.
He vivido mi juventud en ese clima. Cuatro veces he estado en la cárcel acusado de atentado incendiario. Es por ser dirigente, por pedir a los ex colonos que abandonen el territorio. Todos mis hermanos han estado procesados. Yo cuento con 10 procesos. Tengo actualmente dos hermanos en la cárcel. Mi familia tiene 40 procesos activos. Lo que expreso ahora no sólo lo digo yo sino hay muchos en la comunidad que tienen esta postura. Me querellé por homicidio frustrado contra el hijo de René Urban que intentó atropellarme. Pero el tribunal no acogió mi denuncia. Juana Queipul fue asimismo baleada por carabineros.
No queremos que el Estado nos siga robando los remedios (hierbas silvestres), de eso ya no nos queda nada.
Ese es nuestro planteamiento.”

Jorge Huenchullan fue detenido el 14 de diciembre y formalizado al igual que su hermano Omar, sumándose a la treintena de presos políticos mapuche recluidos en cárceles del sur de Chile. El aduce ser objeto de un montaje policial. En diez ocasiones anteriores ha sido absuelto de falsas acusaciones.
Sus hermanos Jaime, Omar y Rodrigo Huenchullán también están detenidos en la cárcel de Angol. Según un comunicado público difundido el 21 de enero, Jaime se encuentra en huelga de hambre indefinida luego que el tribunal resolviera dejarlo en prisión preventiva, y anunció que renunciaba a la nacionalidad chilena porque ésta le niega su condición de hijo del pueblo mapuche. Agregó que seguirá adelante con su iniciativa de poner en venta un riñón para costearse una defensa legal. Jaime renunció a la defensoría mapuche por inoperancia de ésta.

lunes, enero 12, 2009

En abril visitará Chile autora de “El Mundo según Monsanto”


En abril se podrá adquirir en Chile la traducción al castellano de "El Mundo según Monsanto", de la periodista y documentalista francesa Marie-Monique Robin (en la foto), que se lanzó en España en noviembre de 2008. Océano-Península distribuirá el libro en el país, el cual se presentará a comienzos de abril, en un acto al que asistirá la autora, convocado por la Alianza por una Mejor Calidad de Vida.
La trasnacional Monsanto, que es la mayor productora de semillas transgénicas en el mundo, también opera en Chile, con más de 13.000 hectáreas de maíz, soja y canola, cultivos transgénicos propios y contratados con terceros. Es la empresa que está haciendo el más intenso lobby para forzar la aprobación de un proyecto de ley que apunta a la liberación de de semillas transgénicas en el país, fuertemente resistido por organizaciones ambientales, sociales, de consumidores y de productores orgánicos. Actualmente sólo se permite la reproducción de semillas transgénicas para fines de exportación.

La visita de Marie-Monique Robin y la actividad de lanzamiento de su obra en Santiago están siendo organizadas por la Red de Acción en Plaguicidas-Chile, integrante de la coalición citada, junto al Observatorio de Conflictos Ambientales OLCA, la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas ANAMURI y la Corporación de Investigación en Agricultura Alternativa CIAL. RAP-Chile, coordinado por María Elena Rozas, ha llamado a los interesados en participar en la actividad y/o adquirir el video o el libro, a registrarse en secretaria@rapal.cl y/o en www.monsantopeligros.blogspot.com, donde se anunciará la fecha y lugar del evento. En su gira por el sur, que ha generado gran interés y expectativa, la autora también visitará Argentina y Paraguay –donde también cuenta con el apoyo de la Red de Acción en Plaguicidas a través de sus nodos Alter Vida (Paraguay) y CETAAR (Argentina), y una extensa red de organizaciones ambientales y sociales. La gira también se está coordinando con la red internacional Combate a Monsanto www.combat-monsanto.org/ que nació en Francia.

Marie-Monique Robin es una periodista independiente de 48 años, con tres hijas que adora y 25 años de trayectoria en el periodismo de investigación a sus espaldas. También es autora de “Escuadrones de la Muerte: la Escuela Francesa”, un polémico documental sobre la responsabilidad de los servicios secretos de esa nación en las masacres que tuvieron lugar en el cono sur bajo la doctrina de la seguridad nacional. “El mundo según Monsanto”, su más reciente obra –con versiones en video en francés, inglés y alemán a la fecha- se centra en el rol de la multinacional Monsanto en todo el mundo. Robin fue entrevistada en Madrid por Charo Mora de El Mundo/Rebelión. A continuación, el reportaje de Rebelión:

El volumen es el fruto del trabajo de tres años viajando por los cinco continentes, en los que resulta casi imposible no toparse con dos de los elementos que controla la multinacional: las semillas (tiene patentadas el 90% de las existentes) y el Rondup, el insecticida más utilizado del mundo, cuyas consecuencias tóxicas no se conocen.

Posee una extensa carrera como periodista de investigación caracterizada por el compromiso. ¿Siempre tuvo clara esta línea de trabajo?

Marie Monique Robin: Escogí esta profesión porque con la información el público conoce y puede tomar decisiones. Por otra parte, hay dos temas que me han preocupado siempre mucho por mi origen familiar, ya que soy hija de campesinos y de una familia cristiana muy comprometida con la cuestión de los derechos humanos. Por ello, he trabajado sobre dos ejes: el de la agricultura, biodiversidad y medio ambiente, y los derechos humanos. El caso de Monsanto cubre los dos temas.

¿Cómo surge la idea de hacer este documental y el libro?
Llegó de manera casual. Hice tres documentales para la cadena francoalemana Arte sobre la biodiversidad, amenazada por las prácticas agroindustriales y su uso de fertilizantes, pesticidas y las plantas de alto rendimiento. Entonces, me topé con el tema de las patentes. Viajaba por todo el mundo y me encontraba siempre con Monsanto, que en aquellos años ya contaba con más de 600 patentes de plantas. En el documental cuento la historia de un granjero americano que se fue a México y conoció unos frijoles amarillos que no había visto nunca, compró un paquete de semillas y los sembró en Colorado. Los patentó en Washington y los campesinos mexicanos, que habían sembrado y cultivado este producto toda su vida, no podían ya hacerlo sin pagar a ese hombre.

Pero ¿se pueden pedir derechos sobre formas de cultivo tradicionales?

Hasta principios de los años 80 no se podían patentar organismos vivos, y la ley de 1951 así lo dice. Pero a finales de esa década un ingeniero que trabajaba para la General Electric manipuló una bacteria que se suponía que servía para descontaminar terrenos y pidió una patente a la oficina de Washington, que se la denegó. Acudió al Tribunal Supremo, que se la concedió bajo la famosa frase 'todo lo que esté bajo el sol y haya sido tocado por la mano del hombre puede ser patentado'. Eso abrió la puerta a la privatización de lo vivo y los OGM (organismos genéticamente manipulados).

¿Las consecuencias?
Si se acepta que se patenten las semillas transgénicas, las consecuencias son dramáticas, pues los agricultores no pueden conservar una parte de la cosecha para sembrarla al año siguiente. Deben comprarlas cada año. Esto significa que los transgénicos en las manos de Monsanto son un medio para apoderarse de la semilla, que es el primer eslabón de la cadena alimenticia. Si eres el propietario de las semillas, eres el propietario de la alimentación del mundo, y esa es la meta de Monsanto.

¿Se trata pues de una neocolonización?
Es más que eso, pues se hace propietaria de la vida en todos sus aspectos, de lo que la gente come, de las medicinas que la curan y de todo lo que hace que el hombre viva, es hacerse propietario de la vida. He conocidos casos en EEUU y Canadá, donde muchos agricultores tienen juicios con Monsanto porque sus campos han sido contaminados de transgénicos por polinización, y fueron condenados a pagar a la multinacional.

¿Nos enfrentamos entonces a un sistema que prioriza la protección de la propiedad privada por encima de los derechos humanos?
Monsanto está comprando todas las empresas semilleras del mundo, imponen las transgénicas patentadas y así van colonizando.

¿Qué hace tan peligrosos a los transgénicos?
El 70% está preparado para absorber Rondup, un poderoso insecticida también creado por Monsanto, y nunca hubo estudios para comprobar cuáles eran las consecuencias para la salud de las plantas fumigadas con ese insecticida. Cuando Monsanto se lanza a los transgénicos desde el principio pretende hacer plantas resistentes a él, no a la sequía u otras cosas. Sabía que en 2000 perdía la patente y, como es el pesticida más vendido del mundo, quería seguir haciendo negocio. ¡No se trata de hacer un transgénico para vencer el hambre en el mundo, eso es una mentira!

Lo sé pues he pasado años investigándolo. Esta idea se la da una agencia de comunicación ubicada en Inglaterra, con el objetivo de que cambie la opinión negativa que se tiene en Europa de los transgénicos. Por cierto, es la misma agencia que llevó la imagen de la copa del Mundo de Argentina en el 78, contratada por la junta militar.

¿La lucha del siglo XXI va a ser por los alimentos y el agua?
Sí, por el control privado de los alimentos y el agua.

¿Qué es lo que más le impresionó al investigar para el libro?
Las consecuencias de los cultivos transgénicos a gran escala, como lo que vi en Paraguay, donde se fumiga desde el aire sobre los campos de pequeños campesinos matando sus recursos. En el documental aparece un niño con las piernas completamente quemadas por el pesticida, de caminar en los campos de soja. Los campesinos tienen que dejar sus tierras e irse a la ciudad a vivir de la basura. Este modelo es el del hambre organizado.

Dadas las circunstancias ¿qué podríamos comer a día de hoy?
Tengo previsto hacer otro documental y otro libro sobre el origen medioambiental de la epidemia de cáncer y Parkinson que vamos a ver en los próximos años. El primero se llamará 'El cáncer está en el plato'. Vegetales y frutas tienen residuos de productos químicos tóxicos cuyos efectos no han sido analizados. Es evidente que estamos en el inicio de una epidemia de cáncer, hay expertos que me han dicho que ya se calcula que uno de cada dos europeos va a tener cáncer. Hay que cambiar la manera de comer, es la única solución.

viernes, enero 09, 2009

Kanouté y Chávez: un gol por Palestina



Dos gestos grandes en el mundo en solidaridad con el pueblo palestino. El presidente de Venezuela, Hugo Chávez expulsó al embajador de Israel de su país. El futbolista africano Frederic Kanouté se manifestó públicamente en un partido, contra la masacre.
Aquí la información que salió hoy en Rebelión:


Frederic Kanouté mostró una camiseta negra en señal de apoyo a Palestina durante la celebración del segundo gol que anotó el conjunto hispalense ante el Deportivo en la primera mitad del partido de ida de los octavos de final de la Copa del Rey.

El delantero de Mali se levantó la camiseta del Sevilla y mostró una de color negro en apoyo al pueblo palestino. El árbitro Mateu Lahoz, le enseñó la cartulina amarilla.

El ariete africano, que no levantó sus dedos al cielo como suele ser habitual, prefirió solidarizarse con el pueblo palestino en estos duros momentos por los que atraviesa tras la agresión genocida de Israel.

Competición decidirá el viernes si sanciona a Kanouté

El Comité de Competición estudiará este viernes si sanciona a Frederic Kanouté por mostrar una camiseta de color negro con la palabra 'Palestina' y varias frases en árabe en la celebración del segundo gol del Sevilla en el partido de ida de los octavos de final de la Copa del Rey que enfrentó al cuadro hispalense con el Deportivo en el Sánchez Pizjuán. El árbitro del encuentro, Mateu Lahoz, le mostró la cartulina amarilla, pero no por el lema que figuraba en la citada camiseta, si no por "cubrirse la cabeza con su camiseta, con motivo de la celebración de un gol", según refleja en el apartado 'Amonestaciones' del acta. No obstante, el colegiado valenciano reflejó en el apartado 'Otras incidencias' que 'en el minuto 40, tras marcar un gol, Frederic Oumar Kanouté mostró su camiseta interior en la cual venía impreso un texto en árabe y la palabra 'Palestina"'. De este modo,

Competición deberá estudiar el caso, ya que al figurar en el acta arbitral no debe esperar a la denuncia de algún club o entrar de oficio.

Palestina agradece el gesto de Kanouté

La camiseta pro-Palestina que mostró el miércoles Frederic Kanouté en el partido Sevilla-Depor de Copa sigue dando mucho que hablar. Ayer por la mañana se conoció la reacción de la Embajada de Palestina en España. "Es un paso muy importante hacia adelante. El delantero del Sevilla ha demostrado ser una persona muy valiente apoyando a nuestro pueblo en un acto público".

Así de contundente se mostraba en Radio MARCA Mahmud Aluanen, consejero de la Embajada Palestina en España. "Los deportistas son seres humanos, y no pueden reprimir sus sentimientos. Tienen todo el derecho del mundo a expresar su opinión en temas que atentan contra los derechos humanos. Seguro que todos los niños Palestinos, los cuales aman el fútbol español, se alegran por este gesto".

Este homenaje del delantero africano coincidió con la visita a Madrid del presidente palestino Mahmud Abbas.

Desde nuestro periódico felicitamos al futbolista por su solidario y valiente gesto y reclamamos de la administración deportiva central, en la que el gobierno de Zapatero tiene mucho que decir, que no sólo no se imponga sanción alguna, sino que se reconozca el notable mérito de Kanouté.

archipielagonoticias.com y www.rebelion.org

miércoles, enero 07, 2009

Palestina y su holocausto


Reproduzco un testimonio de la periodista chilena Paola Dragnic que me interpreta plenamente.

"Hace ya dos años que volví de Palestina y desde entonces, quiero escribir este mail. Pero es tan grande todo lo vivido, que en dos años no he podido sentarme a resumir todo lo que quisiera contarles, para que al menos pudieran dimensionar lo que ahí sucede. Porque eso me pasó a mí. Creí ser conocedora del tema -algo al menos- creí saber y entender algo del "conflicto" y de la "causa", pero nada se asemeja a vivirlo. No hay libro que uno lea y no hay imágenes que uno vea, que puedan graficar lo que ahí sucede. Uno puede ser un "experto" en la materia, pero si no se ha pisado ese suelo, si no se ha respirado ese aire, si no se ha palpado esa miseria, es imposible llegar a comprender el lento genocidio que ocurre en esas tierras.

Es imposible, porque quienes lo cometen han sido las grandes víctimas del siglo XX y entonces cualquiera que acaso condene alguno de sus actos, corre el riesgo de ser tachado de antisemita. De hecho, eso aprendimos en el curso de "Conflicto en Medio Oriente" al que entré como invitada de piedra a unas cuantas horas de Tel Aviv. A la veintena de periodistas latinoamericanos que estábamos ahí, nos entregaron un riguroso listado de claves conductuales que se titulaba: "Cómo identificar el antisemitismo del siglo XXI". Y creo que muchos lo leímos y en voz baja pensamos que fácilmente seríamos tachados de antisemitas. Por eso, muchos callan. Porque ser antisemita ante el horror del holocausto, es algo inaceptable hoy, a más de 50 años de esa masacre original que le devuelve la mano al destino, convirtiendo a sus propias víctimas, en monstruos sedientos de sangre, como si la venganza ante el dolor sufrido, saliera a borbotones medio siglo después.

Ahí está el primer gran error. El holocausto judío nos avergüenza como especie. No hay duda. Al recorrer los campos de concentración que quedaron como vestigio, uno se pregunta cómo pudo existir ese infierno, mientras el mundo seguía girando. Cómo en esos precisos instantes, no fuimos capaces de detenerlo. Cómo fue posible que millones de seres fueran perseguidos, torturados y asesinados de la forma más cruel, en el más completo silencio del resto del planeta. Quizás, luego de la desolación y el horror que uno siente, eso es lo que más sorprende del holocausto: la indolencia y complicidad silente. Hoy, muchas décadas después, lo condenamos y somos cuidadosos al tener el más mínimo acto de aceptación de alguna actitud nazi.... ¿verdad?

¿Tendrán que pasar nuevamente décadas para que entonces nos preguntemos cómo fue posible que en el más completo silencio se masacrara a los palestinos?

¿Entonces seremos capaces de ver las fotos de los moribundos detrás del muro esperando comida? ¿A las mujeres pariendo en las fronteras establecidas por el sionismo? ¿A los prisioneros que Israel mantiene en condiciones infrahumanas? ¿Veremos entonces el muro y sus rejas interminables, con un judío hablando detrás de un vidrio mientras te grita que te quites la ropa una y otra vez, solo para atravesar de una lado a otro y poder visitar a tu familia? Y lo que parece más terrible aun, ¿las fotos de los palestinos tatuados con un número en los brazos como un carnet imborrable que les autoriza entrar a Jerusalem? Sí, tatuados. Igual que esas fotos espantosas de esqueléticos judíos fichados en los Campos de Concentración. Hoy, de palestinos.

¿Tendrán que pasar otros 50 años para que podamos ver todo esto y no sentirnos amenazados de ser antisemitas?

Ahí está el primer error que los judíos sionistas han sabido calarnos profundamente, para entonces amparar las más atroces injusticias que sus propios antepasados sufrieron bajo el yugo de los nazis. No hay que aceptar más este chantaje moral. Se que este mail bastará, para que mi nombre entre en la lista de los antisemitas. Pero no lo soy. Mi padre, yugoslavo, eslavo y casi gitano, sobrevivió a la limpieza étnica de los nazis y él mismo me enseñó que los nacionalismos enfermizos como el que persiguió a su pueblo en la Segunda Guerra, son la lacra social más terrible que puede existir. ¿Y qué es el sionismo de Israel sino un nacionalismo moderno y enfermo?

Un nacionalismo que, en sus vertientes más colonizadoras cercanas al socialismo (supuestamente ateo), apela a razones bíblicas para demandar un territorio que, además, pretende limpiar de las otras razas que ahí habitan. El sionismo es racista. No porque en sus principios esté escrito o porque la ONU en 1975 lo haya dicho en una resolución, sino simplemente porque no tolera la coexistencia de otros pueblos y actúa en esa dirección.

Como todos, crecí repudiando el holocausto y de cerca, con mi padre y sus historias.

Tanto me enamoré de la "causa", que a los 19 años estuve a punto de irme a un Kibutz, embobada en mi adolescencia por la justicia tardía para el pueblo judío. Enamorada de "la causa" y de la propuesta socialista de construir patria mancomunada en el desierto. Sin una gota de sangre judía, sentí que mi raza eslava estaba con ellos y si algo podía hacer concretamente, era ayudarlos a sembrar, en un proyecto de vida que aun quisiera para mis hijos. En paz, comunidad y tolerancia.

Veinte años después conocí uno de los kibutz más emblemáticos de la oleada que se creó en los '70. Y sigo creyendo que es un proyecto precioso, sino fuera por "el alto costo humano que representa". Supe cómo se reparte el sueldo de todos para la comunidad, compartí con ellos el Hanukkah, vi los huertos inmensos perfectamente regados, las áreas comunes y su intimidad. Pero esta vez también vi los restos de casas bombardeadas, "tan moriscas en su arquitectura", que se levantan en medio de los verdes sembradíos del Kibutz como trofeo a la reconquista de la "tierra prometida".

A un lado, la lechería con vacas ultradesarrolladas capaces prácticamente de dar queso listo en una teta y, al otro lado, las ruinas de lo que fue el hogar de alguna familia palestina allegada hoy tras el muro en esos ghettos árabes que los judíos sionistas parecen haber recreado al más puro estilo de los ghettos judíos de la Alemania nazi donde sucumbieron sus propios antepasados. Así de irónico es todo, y ellos mismos lo describen.

Pude ver tras el resplandor de las velas del Hanukkah, como se retiraba el bus diminuto que transportaba como ganado a la servidumbre: palestinos enflaquecidos por el hambre que son autorizados a ingresar a Israel, con un carnet especial que los acredita como tal y les permite un "libre" tránsito.

Recordé entonces esas viejas películas que mostraban el esplendor europeo de algunos pocos en plena década de los '40, mientras la Segunda Guerra asolaba el continente. Hitler en sus despampanantes juegos Olímpicos, y al frente la chimenea humeante de los Campos de Concentración. Recordé incluso algún texto que describe la casa de Townley en Santiago, cuando Mariana Callejas celebraba sus emperifolladas rondas literarias en plena dictadura, mientras en el subterráneo de su propia casa el servicio de inteligencia torturaba sin piedad a quienes son hoy algunos de los Detenidos Desaparecidos de Pinochet.

No hay que tener miedo. Condenamos el holocausto judío y hoy condenamos -oportunamente- el holocausto palestino.

Ir a Palestina, entrando por Tel Aviv, es una experiencia demoledora y desde entonces es imposible no sentir una pequeña cuota de responsabilidad al ser cómplice de esta masacre, simplemente por no hablar. Pero es tan abrumadora esa experiencia, que intentar describirla se hace cuesta arriba. Porque surge la ansiedad de que comprendan que condenar la masacre palestina no tiene que ver con el antisemitismo ni es una causa "in" en estos días. Los análisis internacionales, las proyecciones políticas, y el complejo panorama de la zona, quedan a un lado cuando se respira ese aire absurdo de intolerancia y masacre permanente.

La "tierra prometida" es hoy un cuadrillé de pueblos enmarcados en un muro de más de 8 metros de altura que zigzaguea el suelo y forma ghettos palestinos, de donde no hay salida. Apiñados, los palestinos quedaron en algunos pueblos sin conexión entre sí muchas veces, sometidos al ímpetu de los israelitas que deciden qué puede entrar a ese ghetto -o pueblo si prefieres- y qué puede salir. Esto incluye, obviamente, hasta lo más básico, como la comida, que estratégicamente te permite matar de hambre lentamente a quienes están adentro.

Imagina por un instante un largo edificio de 6 pisos, interminable, rodeado de militares anónimos que te encañonan constantemente y que encierran el lugar donde vives. Nada puede salir o entrar a ese lugar sin que una patrulla de judíos sionistas lo autorice a través del pequeño "check point" dispuesto.

Si tu padre quedó en el ghetto de al frente, o pueblo -si prefieres- deberás visitarlo escasamente y previa autorización. Entonces tendrás que hacer una larga fila entre dos rejas, como las vacas camino al matadero; ingresarás a una pequeña habitación donde te sacarás tu ropa, serás humillado sin derecho a pataleo en tu propia casa, y alguien te gritará en hebreo detrás de un vidrio, si es correcto lo que estás haciendo; si no, pueden apresarte y te llevarán a otra habitación quién sabe con qué fin.

Si la panadería quedó al otro lado del check point, deberás hacer esta rutina de ida y de vuelta, solo si tienes la suerte de entrar, para luego ver si tienes la otra suerte de encontrar algo para comer. Así como me han tenido que perdonar los amigos judíos que leen este mail, que me perdonen también los palestinos por simplificar tanto el asunto, pero es en esta rutina cotidiana y abrumadora que todos desconocemos como logran matar a todo un pueblo lentamente. Ahorcándolo, asfixiándolo cruelmente.

Belén es uno de los más dolorosos ghettos palestinos, porque buena parte del mundo recuerda ese lugar como un sitio histórico que quisieran visitar sin temor.

La plaza de Belén enmarca la llegada a la Iglesia de la Natividad. Los habitantes de Belén, que obviamente poco y nada comparten el fervor cristiano, respetan a los escasos turistas y valoran ese espacio como el sitio histórico que indudablemente es. Qué distinto entonces ir a Nazareth, hermoso en la pulcritud israelita y prácticamente neutralizado con el fanatismo religioso o ateo -como quieran- de la administración judía que lo gobierna. Si preguntas por alguien llamado Jesús de Nazareth entrarás a lista de las personas no gratas, aunque simplemente seas un historiador nada de católico. La intolerancia se respira en Israel. El recorrido por Jerusalem con algún judío que quiera acompañarte como guía turístico llega a ser tragicómico. Solo pasas por fuera del Santo Sepulcro y como quien indica que ahí hay un cruce de calle, te lo señalan.

Esto, para los turistas que acaso logran evidenciar este ¿racismo? en un rápido tour. Pero si te quedas solo una noche en Belén y te atreves a entrar por el Check Point que diariamente deben hacer los escasos habitantes del pueblo que todo el mundo mira el 25 de diciembre, comenzarás a sentir el dolor en el aire.

Las pocas tiendas que hay abren sus puertas como para no perder la costumbre. La plaza se repleta de hombres enflaquecidos y hasta con el rostro como desfigurado por el dolor que se pasean en círculos matando el tiempo, vestidos con ropas como de los años 50. No tienen trabajo, no pueden salir de Belén a buscar trabajo. Tienen hambre. Sus mujeres e hijos esperan en casa por algo para comer y ellos deambulan por la plaza, mirando a los escasos turistas y compartiendo algún café con cardamomo.

Las vitrinas están vacías. Puedes comer algún shawarma seco y duro, que quién sabe cuánto tiempo ha permanecido clavado en el asadero. Los judíos no han dejado entrar carne y el autoabastecimiento nunca ha sido un ideal que funcione en la práctica. Un pequeño pueblo, rodeado de piedras y arena, al que ni siquiera llega agua con seguridad.

Te paseas como un perfecto idiota en uno de los lugares más emblemáticos para el mundo occidental y entonces decides entrar a un restorán a pocas horas del 25 de diciembre. Un escuálido árbol de navidad parpadea a la entrada y al menos 10 mesoneros sentados en la barra te reciben con felicidad, llevarás algunas monedas, también judías... que solo podrán transar entre ellos mismos. Eres el único turista que ingresa y el menú es reducido. No hay casi comida, porque la frontera no se ha abierto. Viven en la tierra donde siempre existió su gente, pero hoy no tienen derecho a salir, ni a moverse, ni a comer, ni a decidir nada sobre su propio destino. Están presos en su propia casa, esperando... esperando.

Entonces pides un té y un pan con queso. Esa es la cena de navidad que puedes comer en Belén, mientras afuera un grupo de niños y hombres te mira engullendo el queso que han reservado para el turista, con la esperanza de que se mueva la microeconomía que tienen en ese ghetto donde nació Jesús.

Si puedes permanecer más días en Belén comenzarás a sentir entonces la angustia de vivir en un Ghetto. Comenzarás a sentir la desesperación y entenderás otro poco de la historia: simplemente un buen día, el mundo decidió hacer justicia con un pueblo masacrado como el judío y, en la accidentada división territorial, tu casa quedó al otro lado.

Deberás desocuparla y partir al ghetto, acarreando las pocas cosas que pudiste sacar, y arrastrando a tus niños entre lágrimas y griteríos. Te instalarás en un campo de refugiados que se diferencia de los campos de concentración nazis porque la muerte es más lenta que con el gas. Morirás de locura y hambre, y no asfixiado.

Vivirás arriba de varias familias en una habitación (con suerte), sitiado a pocos metros por el muro que te encañona con tanquetas y fusiles, y esperarás con ansias la llegada de algún valiente grupo de turistas alternativos, que quiera "conocer tu realidad". Entonces te comprarán a 10 dólares algún tejido de la abuela o alguna precaria artesanía que hizo tu esposo en la cárcel, condenado a 15 años por apedrear un carro de policías judíos y podrás decidir qué hacer con esos 10 dólares. Lo más probable es que los pases a la olla común, porque te dará mucho dolor ver a los hijos de tu "vecino" con tanta hambre como los tuyos.

Así transcurrirán tus días. Lentamente. Muy lentamente. Siempre esperando que la pesadilla termine y un buen día te digan, acabó... puedes regresar a tu casa. Pero eso no pasará. Hace 30, 40 años que tu casa ya no existe. En su lugar hay un país que instaló sobre tu cama una preciosa lechería de vacas genéticamente perfectas.

Y como no hay territorio donde construir, deberás seguir en el Ghetto delimitado por otros, subsistiendo otros 40 años más hasta que mueras de viejo, con la mejor de las suertes. Tus hijos acaso irán a la escuela, cada vez más llenos de odio e impotencia, porque los escolta el muro, los militares, los tanques que te acechan a cada paso. Hasta que un día ese pequeño se convierta en hombre y entonces definitivamente no encuentre respuesta para entender por qué no puede ir a ese lugar también sagrado para él, que es Jerusalem y que está solo a 10 minutos. Hasta que no encuentre respuestas para entender por qué no puede ir a estudiar a una universidad libremente, o casarse y formar una familia dignamente.

Entonces, ese muchacho que criaste en la miseria del Ghetto explotará de ira e impotencia, y juntará un puñado de piedras que arrojará contra el muro que lo somete a la más espantosa miseria. Ese muchacho, entonces, será detenido y torturado varios años, acusado de terrorismo. La evidencia serán las piedras y la honda artesanal que fabricó a escondidas. Tu envejecerás esperando su libertad y explicándole a sus hermanos lo que sucede, intentado que ellos no corran la misma suerte, mientras sobreviven ahogados en ese ghetto cada vez más infernal. Y si el muchacho entonces sale, será solo para juntar ahora un puñado de clavos y construir esos famosos cohetes que tanto desesperan a los judíos sionistas.

Los "kassam", tubos artesanales de metal, rellenos de pólvora y clavos, que tienen la fuerza suficiente para subir 8 metros, traspasar el muro y explotar en una lluvia de clavos contra tus opresores y que irónicamente ellos mismos rescatan para transformar en esculturas que adornan sus hermosos jardines y que muestran como una evidencia de la violencia que son víctimas.

Vendrá entonces la primera represalia, un tanto desproporcionada, cinco tanques aplastarán viejos autos palestinos, arrollarán niños que se entrenan en la intifada ("levantamiento") afinando la puntería con las históricas piedras de Belén.

Mientras revuelves la olla común con escasos porotos y pepinos, escuchas el griterío y la desesperación, como cuando los nazis entraban de golpe al pueblo de mi padre en Brac buscando a los partisanos. Nuevamente el horror te aplasta. Verás morir a los tuyos, correrás entre el humo con los cuerpos ensangrentados y los refugiarás en el Ghetto, a la espera de alguien de la Cruz Roja que cumpla la rutina humanitaria mientras José Levi despacha con su espantoso sonsonete español que: "ha empezado una nueva intifada".

Si la frontera no se abre ni siquiera para la carne, o la leche, más difícil es aun ingresar artefactos que te permitan igualar la violencia de bombardeos aéreos o incursiones con tanques que reprimen los piedrazos o los kassam de tus hijos.

Entonces llegará al poder de otro de tus hijos un poco de pólvora y tú se la quitarás. En silencio, sentirás -como ellos en su ferviente adolescencia- que los kassam con ese puñado de clavos no igualan al poderío militar que te reprime. No tienes trabajo, no tienes comida, no puedes moverte del Ghetto, en tu mente solo existe la necesidad de hacer justicia, no puedes pesar en nada más. No hay futuro.

Darás vueltas en el ghetto una y otra noche, como siempre hace 40 años. Los bombardeos intensifican el bloqueo. No tienes agua, no tienes comida. Tus hijos sobrevivientes están muriendo de hambre y tú estás enloqueciendo. Pasarás muchas noches desvelada, hasta que aprenderás a construir un explosivo casero con esa pólvora. No le dirás a nadie, pero después de 40 años de miseria y represión, estás agobiada. No hay salida y decides que no te matarán de hambre lentamente y que tu muerte entonces no será en vano. Construirás explosivos que esconderás en tu cuerpo. Lograrás pasar el check point y lo harás estallar en el lugar más repleto de judíos que puedas encontrar. Esa será tu pequeña venganza.

Mientras los restos de tu cuerpo se mezclan con la sangre de los judíos también muertos, José Levi informará de un nuevo atentado suicida y, horas más tarde, anunciará la segunda represalia. Bombardeos aéreos han dado sobre tu campo de refugiados. 290 muertos y 900 heridos en una nueva incursión de uno de los países militarmente más poderosos del planeta, que somete a los esqueléticos terroristas palestinos armados de piedras y cohetes kassam que tras 40 años de miseria y destierro no encuentran solución a su existencia y no se resignan a morir en uno de los ghettos del siglo XXI que reviven a los del Tercer Reich.

Ese fue el titular cuando llegué a Palestina: "Abuelita terrorista se suicida y mata a dos judíos". Tenía 50 nietos, versaba la bajada de la crónica. 50 nietos que habrá criado en el Ghetto, en estas cuatro décadas... dónde más.

Después de estar 4 días en Belén, decodifiqué el titular. De-construí el titular y entonces comencé a sentir cómo era posible enrollarse un montón de explosivos en el cuerpo. Sentí la angustia abrumadora, la desesperación.

Decidí salir de Belén, angustiada, amargada... aterrorizada, y con una de las tristezas más profundas que he sentido en mi alma, simplemente porque tienes la certeza absoluta de que no hay retorno.

Llegamos a Betjala, que tiene conexión directa con Belén, omitiendo el check point. Entramos al mejor hotel de Betjala, un hermoso edificio de casi 12 pisos, hermosamente decorado, con un salón inmenso en la recepción, un gran comedor, un hermoso bar. Más de 300 habitaciones. Todas vacías.

Pedimos una buena habitación. Estaban todas disponibles. Un gran ventanal. Betjala como deshabitada, detenida en el tiempo. Y nosotros omitiendo un rato el caudal de incomprensiones que teníamos en la cabeza y el corazón. Estábamos escapando, al menos unos días. Teníamos hambre. Esa noche podríamos comer bien. Entonces por teléfono pedimos a la recepción algo de comida. Decidimos bajar al restorán. A las 9 de la noche, un restorán con más de 100 mesas había sido abierto solo para nosotros. La mesa repleta de las más exquisitas comidas árabes, sin exagerar. Todos los mesoneros a nuestra disposición. Estaba siendo difícil huir de la miseria. La teníamos escondida tras el lujo de ese hotel también detenido en el tiempo. Era temporada alta, plena navidad y no habían llegado pasajeros. Comimos lento, pensando en cómo hubieran querido algo de "very tipical food" en el campo de refugiados que habíamos visitado horas antes.

Una cerveza fue el postre y nos instalamos en el hermoso salón contiguo. Prendieron las luces para nosotros y entonces apareció un hombre alto, canoso, amable. Saludó y se presentó como el dueño del hotel. Comenzó una tonta conversación sobre el clima. Él no quería hablar del tema y nosotros tampoco, pero nuestro inglés chapurreado, tan chileno, pronto lo hizo sospechar sobre nuestra procedencia. Como muchos en Betjala, él también tenía un familiar en Santiago. Entramos en confianza, y entonces preguntamos y preguntamos.

Cómo sobrevivía, cómo mantenía ese hotel y para qué lo hacía en medio de tanta desolación. La conversa cada vez era más triste. Los escasos 200 dólares que podíamos dejar por nuestra estadía ni siquiera alcanzaban para pagar la electricidad de un día funcionamiento del hotel. ¿Por qué no te vas a Chile?, le preguntamos. Uno de sus hermanos vive en Santiago. Sus ojos se llenaron de lágrimas, como si ese tremendo hombre de rasgos tan masculinos fuera un pequeño nene muerto de susto. Como un comandante derrotado en su trinchera, moribundo, pero impecable y de corbata, él estaba dispuesto a morir ahí, en el precioso hotel que heredó de su padre y que antaño estaba repleto de turistas, viviendo el esplendor de la cultura árabe mezclada con el rito católico de la navidad.

No puedo hablar, dijo tartamudeando y se despidió de lejos antes de marchar. A la mañana siguiente partimos rumbo a Jordania. No pudimos conseguir un auto palestino que nos llevara a la frontera. No queríamos dejar ni 10 dólares más en manos de Israel. Pero fue imposible. Está prohibido, y aunque los "territorios palestinos" dan con Jordania, la frontera también es de los judíos.

Paola Dragnic