Por Lucía
Sepúlveda
En la región de Arica y Parinacota, en la
temporada 2011/2012 el registro del SAG informa de la existencia de 54,26
hectáreas de maíz transgénico (comuna de Arica) de un total de 25.188,53
hectáreas de cultivos de esa especie en todo el país. Los impactos en el
ambiente, la salud y el entorno social son previsibles para quienes manejan el
tema, pero hasta ahora no suficientemente conocidos por los ariqueños,
salvo los visibles efectos de la tala de olivos centenarios.
El picaflor de Arica, especie endémica de
los valles del desierto está ciertamente en riesgo por la creciente
deforestación. También hay un peligro cierto de contaminación de las variedades
o razas locales de maíz, con el maíz transgénico. En el norte existen
variedades muy antiguas de maíz, adaptadas a sequía y suelos salinos, que se
han encontrado en momias de 8.000 años de antigüedad. Además hay en
Arica 1,27 hectáreas de raps transgénico, de un total de 4.087,56 hectáreas de
raps (canola) transgénico en todo el país.
En 2012, los cultivos de maíz transgénico llegan
en Chile por el sur hasta la región de los Ríos, donde hay 0,36 hectáreas de
maíz transgénico. Esa es oficialmente la extensión que alcanza en nuestro
territorio la transgenia para exportación, negocio tras el cual se encuentran
Monsanto (con un 23% de los cultivos y algo más al sumar lo correspondiente a
ANASAC, de su propiedad y Massai que trabaja para ellos), Pioneer (15%), Massai
(15%), Green Seed ( 9%), Curimapu (7%), Semameris (un 5%) y Tuniche (un
5%). El informe del SAG que entrega estas cifras para la temporada pasada
(2010), agrupa con el restante 15% a otras empresas menores entre las que están
la empresa familiar de los von Baer, con cercana llegada al Congreso vía la
Senadora designada, y a La Moneda por el mismo conducto.
Los semilleros de maíz transgénico para el
mercado externo son el cultivo más extendido en este rubro agroexportador. La
región del Maule concentra la mayor cantidad de hectáreas dedicadas a este
negocio, seguida por la región de O’Higgins y la metropolitana. En cambio, en
cuanto al raps transgénico, la más impactada es la región de la Araucanía,
seguida por la región del BioBio y la del Maule, nuevamente. En raps,
nuevamente está a la cabeza la Región del Maule, con la región de O’Higgins en
segundo término, y la del BioBio en tercer lugar.
Los apicultores de la zona central y del sur
recién captaron las implicancias de ello cuando se enteraron que el polen de la
miel que producen está posiblemente contaminado por transgénicos, razón por la
cual Alemania y Europa suspendieron sus importaciones de miel chilena.
“Problema entre privados”, dijo al principio el SAG frente al colapso de los
apicultores, sosteniendo que el concepto “inocuidad” (muy relacionado con el
etiquetado vigente en Europa respecto de los transgénicos) nada tiene que ver
con los transgénicos. Raro, para quien tiene a la Unión Europea como uno de sus
principales mercados. Es muy fuerte el lobby empresarial contra el etiquetado.
Sólo así puede explicarse que estando las autoridades tan convencidas
(públicamente) de que los alimentos derivados de transgénicos son sanos y
óptimos, no accedan a etiquetarlos como tales. Bastaría que el Ministro de
Salud Jaime Mañalich desempolvara un decreto de etiquetado de los transgénicos
del año 2001, firmado por el ex Presidente Lagos, que ya había pasado todas las
vallas jurídicas de ese ministerio y de la Contraloría. A ese decreto sólo le
faltaba la publicación en el Diario Oficial. La Concertación y el gobierno de
Sebastián Piñera tienen también aquí un punto de coincidencia, en su
sometimiento al lobby de ANPROS, la Asociación Nacional de Productores de
Semillas y ChileBio, o Monsanto Chile.
La carga tóxica por habitante
El uso de plaguicidas es una de las razones por
las cuales es útil conocer las comunas chilenas que tienen más
monocultivos transgénicos, ya que eso es un indicador de que también ese
territorio -y sus habitantes- están recibiendo una carga mayor de tóxicos. En
cuanto al impacto del uso de plaguicidas asociados a transgénicos, aun no
tenemos cifras actualizadas de intoxicaciones, pero sí había una tendencia: la
Región del Maule –top en el ranking de semilleros transgénicos- presentaba este
año el mayor aumento de envenenamientos por plaguicidas. También se
sabe que en Chimbarongo, la comuna con más transgénicos de todo el país, las
fumigaciones aéreas son casi los 365 días del año.
El marketing de los amigos de los transgénicos
muestra como una ventaja la supuesta disminución del uso de plaguicidas en esos
cultivos. La realidad los desmiente a cada rato, como cada día es más evidente
en Argentina. Esta semana se conoció un informe dado a conocer en el país
vecino por la organización llamada “Médicos de Pueblos Fumigados”. El reporte
se basa en informes de oficinas del registro civil de distintos pueblos
de la provincia de Córdoba y de otras, donde la población está expuesta a la
actividad de fumigación de los cultivos transgénicos de soya. El informe revela
que en esas localidades casi el 30% de las muertes se producen por cáncer,
mientras que en otras zonas del país ese número no llega al 18%, siendo la
primera causa de muerte los problemas cardiovasculares. Brasil, que es primero
en producción de cultivos transgénicos en el mundo, tiene también el primer
lugar del mundo en importación de plaguicidas.
El SAG y la transparencia
Hasta marzo de 2012, el SAG, el organismo a cargo
de autorizar y fiscalizar los semilleros transgénicos mantenía celosamente el
secreto de la ubicación de sus cultivos, que cubren poco más de 31.000
hectáreas, pero en esa fecha el Consejo para la Transparencia falló en sentido
contrario –ante un recurso de amparo por el derecho a saber- sosteniendo entre
otros argumentos que la información tenía carácter público y que ventilarla en
forma abierta favorecería el necesario debate social sobre el tema.
Hasta ahora la información que publica SAG en su
web solo especifica el tipo de cultivo (por ejemplo maíz 864 de
Monsanto), es decir si se trata de maíz, raps, soya, remolacha, vid, zapallo o
cártamo, variedades de las cuales hay semilleros de exportación en Chile,
pero no indica el nombre del evento. Tampoco lo hace en el Sistema de
Información Geográfica destinado a los apicultores. Esperamos que la decisión
del Consejo para la Transparencia que puso fin en marzo de 2012 al secreto en
los cultivos lleve al SAG a publicar información más amplia sobre el tema,
actuando proactivamente en lugar de autolimitarse a dar respuestas a consultas
individuales. RAP-Chile, cuya coordinadora nacional, María Elena Rozas
interpuso en 2009 el recurso de amparo por denegación de información, a nombre
de la Alianza por una Mejor Calidad de Vida, acaba de recibir del SAG la
información solicitada respecto de los cultivos de ese año. Ahora son las
distintas comunidades de todo el país las que iniciarán su propio ejercicio del
derecho a saber dónde están los cultivos transgénicos de sus localidades.
Efectivamente, la entidad estatal cumplió lo dispuesto legalmente y entregó a
María Elena Rozas la información solicitada el año 2009, por la vía de
coordenadas del sistema de ubicación geográfica por satélite. Diversas
organizaciones sociales y ambientales, con el apoyo de la campaña Yo No Quiero
Transgénicos en Chile están intentando ahora ejercer su derecho a saber,
garantizado por la Ley de Transparencia, respecto de lo que ocurre en sus
comunas en este año 2012.
Las mentiras de Monsanto
En Chile todavía estamos a
tiempo de parar el daño, aunque el marketing de Monsanto y sus socios
chilenos quiera hacer aparecer su negocio como un avance ininterrumpido y
panacea para la agricultura chilena. La inmensa mayoría de la superficie
agrícola nacional se utiliza en cultivos convencionales, orgánicos y
agroecológicos. Las mentiras de Monsanto quedan en evidencia en la publicación
Crop Protection South America Monthly Report.Vol. 1 Issue 03, 2012 31 de marzo
de 2012, donde Chile figura con 100.000 hectáreas de cultivos
transgénicos en lugar de las 31.000 hectáreas que aparecen en las estadísticas
publicadas en www.sag.cl. Gonzalo Pardo, responsable del área
de transgénicos del SAG, consultado al respecto, expresó: “Las cifras
del ISAAA no son validadas por el SAG”. El cuadro allí citado es de
ISAAA-C.James la agencia global de publicidad de los transgénicos. Clive
James es el predicador mundial del negocio, que recorre el mundo predicando las
maravillas de lo que gustan llamar la “segunda revolución verde”.
En América Latina y en Chile, ya son conocidos
los nefastos efectos de la primera revolución verde que por la vía del uso de
agroquímicos contaminó la tierra y agua y marcó el inicio de la destrucción de
la economía familiar campesina a favor de las transnacionales productoras de
agroquímicos y semillas híbridas.
En el marco del despertar de la conciencia y del
paso a la movilización y la acción que hoy viven amplios sectores de la
sociedad chilena, especialmente los jóvenes y las mujeres campesinas e
indígenas, la moratoria a los transgénicos ya no es sólo una consigna. Es una
exigencia que cada vez más sectores sociales enarbolan, para defender la
semilla campesina e indígena, y detener los negativos impactos en la salud, el
ambiente y la sociedad toda, de los cultivos transgénicos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario