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domingo, diciembre 29, 2013

Semillas de Maldad 2013. Ena von Baer? No, Luis Mayol le ganó

Cuando el año 2013 parecía acabarse sin mayores sobresaltos en relación a discusión de leyes de semilla y transgénicos,  el Ministro de Agricultura de Chile Luis Mayol Bouchon irrumpe en los medios declarando que la Ley Monsanto (Ley de Obtentores Vegetales)  debe tramitarse sin demora: ”Vamos a pedir  que se ponga en tabla en la primera oportunidad, porque creemos que es una ley que tal como está planteada genera un beneficio para el país. Está estigmatizada por ciertos grupos que no la entienden o no la han querido entender.” (ver El Pulso 17 de diciembre 2013).
Esa intervención al límite de la legalidad – por tener el Sr. Mayol intereses en el negocio de la venta y distribución de semillas – le ha significado por decisión unánime del jurado, el Gran Premio Semillas de Maldad 2013 por:
- atentar contra la Soberanía Alimentaria entregando las semillas a las multinacionales (Monsanto y Cía.)
- promover el fin de la agricultura familiar campesina e indígena al despojarla del libre uso de la semilla
- contribuir al monopolio de la producción de alimentos en Chile
- provocar el fin de las ferias libres y a futuro obligarnos a comprar frutas y verduras caras en supermercados
- causar gran daño a la agrobiodiversidad (con semillas patentadas que necesitan de pesticidas tóxicos)
- anteponer sus propios intereses comerciales sobre el bien público con grave conflicto de interés
Firma, Organizaciones que conforman la Campaña Nacional Yo No Quiero Transgénicos en Chile.

domingo, agosto 18, 2013

En todo Chile los ciudadanos votaron contra la Ley Monsanto

Votación a mano alzada rechazando la Ley Monsanto al pie del cerro Huelén en Saniago








La “Ley Monsanto” que será votada a fines de agosto por el Senado chileno, concitó masivo rechazo ciudadano en veinte capitales y ciudades del país en respuesta a la convocatoria de la campaña Yo No Quiero Transgénicos en Chile (YNQT).  Multitudinarias marchas se realizaron en Valparaíso, Santiago, Talca, Chillán, Concepción y Temuco. Otras  actividades informativas y/o de intercambio de semillas, tuvieron lugar en Arica, Iquique, Vallenar, Ovalle, Melipilla, Rancagua, Curicó, La Serena,  San Fernando, Casablanca, Cauquenes, Puerto Montt, Valdivia,  Ancud e incluso  en la isla Robinson Crusoe (archipiélago Juan Fernández). Familias con niños y niñas presentes en la movilización nacional asumían que el presente y futuro de los más pequeños y vulnerables está en juego. Así lo entendió Vicente Colío, un niño de 11 años que leyó su poema “Esperanza Terrestre” y concluyó afirmando “No nos rendiremos”, emocionando a los adultos y jóvenes que colmaban la plazoleta y calles aledañas al Mercado Central en Santiago.
Ximena Rincón y  Juan Pablo Letelier votaron en contra del citado proyecto en la Comisión de Agricultura, en tanto que los senadores Fulvio Rossi, Jaime Quintana, José Antonio Gómez,  Alejandro Navarro y  Antonio Horvath annciaron su rechazo a la iniciativa.  Pero aun no se pronuncian Isabel Allende, Camilo Escalona, Guido Girardi, Ricardo Lagos y Eugenio Tuma. Tampoco lo han hecho Pedro Muñoz, Soledad Alvear, Eduardo Frei, Mariano Ruiz Esquide, Hossain Sabag, Jorge Pizarro, Patricio Walker, Ignacio Walker, Andrés Zaldívar,  ni los independientes Carlos Bianchi y Carlos Cantero. Se presume que las bancadas RN y UDI votarán a favor de Monsanto, como ya lo  hicieron Hernán Larraín,  J. Antonio Coloma y José García Ruminot.
La campaña Yo No Quiero Transgénicos en Chile (www.yonoquierotransgenicos.cl,  el facebook Yo No Quiero Transgénicos en Chile,  twitter @YNQTransgenicos)  llevada adelante por organizaciones sociales, campesinas y ambientales, y por profesionales del área de salud y la educación, difunde  los riesgos de la transgenia en comunidades, universidades y organizaciones de norte a sur del país. Informa asimismo sobre el rol de las transnacionales productoras de híbridos y transgénicos, tales como Monsanto, Dupont/Pioneer, Syngenta y Dow, principales beneficiarias del proyecto de Ley de Derechos de Obtentores Vegetales (Boletín 6355-01), un paso imperativo para la implementación de la adhesión de Chile al convenio UPOV 91 ya aprobado por el Senado. La actual Ley de semillas reconoce la propiedad intelectual de las variedades patentadas, lo cual hace innecesaria esta nueva ley. La Ley Monsanto maximizaría las ganancias y derechos de los productores de semillas manipuladas genéticamente, un negocio ya altamente rentable y en gran medida subsidiado por el Estado.
Derechos versus despojo
Los voceros de la campaña en Valparaíso (Joel González), Santiago (Lucía Sepúlveda) y Región del BioBio (Guillermo Riveros) coinciden en señalar que esta ley posibilita a los productores de híbridos y transgénicos patentar todas las variedades de semillas,  despojando a los campesinos de su derecho a guardar e intercambiar semilla libremente. Así se perderán por desuso las semillas locales utilizadas por generaciones, y las endémicas, ya que el mercado, y las entidades del Estado privilegiarán –como ya hacen- la venta y uso de las semillas patentadas. 
Chile no cuenta con ningún sistema legal de protección de su patrimonio genético, lo cual pone en riesgo a todas las variedades susceptibles de ser “descubiertas” o declaradas “nuevas” por transnacionales que no reconocen ningún derecho a los campesinos. Ninguna variedad local puede ser “descubierta” por un obtentor pues todas son el resultado de la selección y trabajo de generaciones y generaciones de campesinos e indígenas. Asimismo, la definición de “semilla nueva” de la ley, se refiere a que no haya sido comercializada por las grandes semilleras como Seminis y Anasac, propiedad de Monsanto, poniendo en riesgo las variedades intercambiadas en forma de trueque a nivel local, y las yerbas medicinales.
“El objetivo final y no declarado de esta ley, es expulsar del campo a los campesinos y comunidades indígenas, que enfrentados a los altos precios fijados por el cartel de la semilla liderado por Monsanto, emigrarán  a la ciudad. Así las transnacionales podrán dedicar el campo chileno a la “innovación y desarrollo” nombre que este proyecto da a los transgénicos y a los farmocultivos que pretenden impulsar, para que  Chile produzca lo que pocos países aceptan: drogas medicinales hechas a partir de cultivos alimentarios”, afirma   Lucía Sepúlveda, de la Red de Accion en Plaguicidas RAP-Chile
Resguardar la soberanía alimentaria
“No aceptaremos que conviertan a Chile en un país transgénico. Por el contrario la agricultura orgánica y la producción agroecológica, es lo que puede distinguirnos como país y darnos un sello de calidad. Tenemos que producir alimentos sanos, al alcance de todos, y resguardar la soberanía alimentaria,” señala Guillermo Riveros, presidente de BioBio Orgánico.  A su vez Joel González, de la organización “Tierra Nueva”, docente en Limache y músico, anuncia los próximos pasos de la campaña: “Permaneceremos en movilización permanente, hasta que Monsanto y sus secuaces  desistan de extender sus sucias manos en nuestro territorio. Debemos colmar las graderías del senado cuando el proyecto sea votado, con miles de voces afuera del congreso, para que los senadores comprendan que en Chile  estar al servicio de las transnacionales tendrá un costo electoral y social muy importante.”
Frente  al ícono turístico de la alimentación de los chilenos y chilenas,  el Mercado Central de Santiago, donde se inició la marcha, Francisca Rodríguez, dirigente de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, ANAMURI, declaró a Telesur: “Las miles de semillas que existen son obra de los pueblos campesinos e indígenas. Esta ley las pone en peligro de desaparecer para afianzar el negocio de la alimentación que está en manos de las transnacionales”.
La prensa nacional ignoró olímpicamente la convocatoria y la movilización, cubierta a nivel internacional por TeleSur, Hispan TV, Global Voices y RT e incluso por Associated Press AP y Xinhua, la agencia china de noticias.  La masividad de las manifestaciones obligó a los medios del duopolio nacional y a radios a informar sobre el tema ausente en las pautas y noticieros de los grandes medios de comunicación chilenos, pese al inminente despacho del proyecto por el Senado.
En todo el país una enorme diversidad de redes sociales y organizaciones, como –entre muchos otros – el colectivo Pacto Mundial Consciente, Tierra Nueva, Exige Vivir Sano, Colectivo Socio Ambiental Symbiosis, Red Socio Ambiental del Norte, Caravana Ahimsa, Revolución de la Cuchara, Red Socio Ambiental Semillas, OLCA, RAP-Chile, Red de Semillas Libres, Mapuexpress, Colectivo Ecológico de Acción, Grupo de Trabajo Social, Marcha Mundial de Mujeres, AMAPACH, Chiloé Libre, Greenpeace,  Red de Soberanía Alimentaria Sexta Región, PALTTA, Red Socio Ambiental del Mataquito, Red de Soberanía Alimentaria Región del BioBio, BioBio Orgánico, UNE (Unión Nacional de Estudiantes), Grupo Tun, organizaciones de defensa del pueblo mapuche, junto a simples ciudadanos y ciudadanas y  activistas de la campaña YNQT, mostraron con pancartas, y performances su rechazo a la Ley Monsanto. “Vénganse a marchar, póngase a sembrar” cantaban alegremente por las calles mientras grotescas representaciones de Monsanto y sus tóxicos productos eran alzadas por los manifestantes. “Semillas libres de patentes, alimentos libres de transgénicos” decía la convocatoria. Los organizadores evaluaron que los primeros brotes de esta siembra contra Monsanto están asomando con la primavera que se asoma ya en nuestro territorio.

domingo, agosto 11, 2013

Santiago: Marcha contra Ley Monsanto el sábado 17 de agosto al mediodía



La entrada principal del Mercado Central (por calle Puente), a las 12 horas,  es el punto de partida de la marcha que se realizará el 17 de agosto en Santiago contra la Ley de Obtentores Vegetales, llamada "Ley Monsanto" por las organizaciones sociales, campesinas y ambientales. La marcha, convocada por la campaña nacional Yo No Quiero Transgénicos en Chile, se realizará en distintas regiones y localidades del país para dar una clara señal de rechazo a esta ley. Hay convocatorias a toda máquina en Iquique, La Serena, Ovalle, Valparaíso, San Fernando, Curicó, Talca, Cauquenes, Chillán, Concepción, Temuco y Valdivia, y se espera se integran  nuevas localidades.

No queremos que las generaciones futuras vivan en un país que no tenga alimentos propios, que importe toda su comida y coma lo que le orden las transnacionales y el mercado. Queremos seguir comprando en las ferias libres, apoyando a quienes producen sin patentes, sin químicos y sin transgénicos. Necesitamos comida sana, especialmente para los niños y niñas de Chile, por eso te pedimos también que vengas con ellos para que sepan que estamos defendiendo sus derechos.

Una vez más la clase política se prepara para legislar a favor de los intereses de las empresas transnacionales y corporaciones privadas.
El parlamento Chileno está tramitando el proyecto de ley de obtentores vegetales (presentado en su momento por la ex presidenta Michelle Bachelet) que da nuevas garantías para el registro de propiedad intelectual sobre las variedades de semillas a costa del patrimonio de los pueblos campesinos e indígenas.
Esta iniciativa legislativa es un claro atentado a los derechos y prácticas ancestrales de las comunidades campesinas y una violación a nuestra soberanía alimentaria.
En diversas regiones del país hemos decidido movilizarnos en rechazo a este proyecto hecho a la medida de los intereses de las empresas semilleras que pretenden monopolizar la producción agroalimentaria, y eliminar de hecho la agricultura familiar campesina, y la producción agroecológica y orgánica.

Este 17 de Agosto saldremos a las calles a luchar por nuestro patrimonio, la semilla.

Asiste con pancartas, lienzos y carteles con mensajes alusivos al resguardo de nuestra biodiversidad y en rechazo a la “ley Monsanto”, la privatización de nuestras semillas y la expansión de los cultivos transgénicos. Trae música, semillas y todo lo que quieras para expresar tu sentimiento de respeto y amor por las semillas, que son un símbolo de la vida.
Organiza tu territorio, no permitas que una vez más la clase política de la mano de las transnacionales, sean quienes decidan por ti.

Convoca:
Campaña Nacional Yo No Quiero Transgénicos en Chile

jueves, julio 11, 2013

Semillas en resistencia contra la Ley de Obtentores



En la marcha de la CUT en Valparaíso, 11 de julio (el "Sin" está escrito con verde)
por Lucía Sepúlveda Ruiz,  publicado el 8 de julio en la edición Nº 47 de la revista Resumen de Concepción

 Pese a que desde hace unos 15 años en Chile es legal registrar semillas, todavía la producción de semillas permanece en manos de muchos y muchas agricultores. Por eso la fruta y verdura que compramos en las ferias libres proviene de la pequeña y mediana agricultura campesina, sustentada en su propia autonomía de producción. Esa es la realidad que hoy quiere cambiar el Proyecto de Ley de Obtentores Vegetales, iniciativa ya aprobada por la Cámara de Diputados en 2011 y cuya discusión inició ahora el Senado. Es lo que llamamos “privatización de la semilla nivel 2”, ligada al Convenio UPOV 91 que garantiza royalties para los dueños de las semillas híbridas y/o transgénicas. Ahora sabemos de ello y de Monsanto. Pero cuando se patentó en Chile por primera vez una semilla y se firmó, en 1996,  la versión 1978 de ese Convenio de Protección de Variedades Vegetales - que protege los bolsillos de las transnacionales -  sólo se enteró un estrecho círculo. Pero Chile cambió. Ahora diversas organizaciones sociales, campesinas y ambientales están denunciando los verdaderos contenidos de la iniciativa luego que el proyecto de Ley de Obtentores  se reactivara, inmediatamente después de la visita del Presidente Piñera a Obama, en mayo de 2013.

Ni el Senado ni el gobierno han hecho la consulta a los pueblos indígenas, estipulada por el Convenio 169 y el tema aún es ignorado por muchas organizaciones campesinas. El Senado escuchó al MUCECH, una organización funcional a los gobiernos de turno que está a favor de la expansión de los cultivos transgénicos. ANAMURI, Grain, RAP-AL y Yo No Quiero Transgénicos en Chile; la Confederación de Cooperativas  Silvoagropecuarias, CAMPOCOOP, Chile Sustentable y Chile sin Transgénicos plantearon su decidido rechazo al proyecto y demandaron que sea analizado por las comisiones de derechos humanos y de medio ambiente antes de pasar a su discusión por la plenaria del senado. INIA y la Universidad de Chile se unieron a los miembros de ANPROS y a los empresarios frutícolas en la defensa del proyecto.

A nivel global, los países más ricos en biodiversidad y con economías agrarias más importantes, se mantienen como firmantes del convenio UPOV 78 resistiendo las presiones de Estados Unidos. NO han firmado el Convenio UPOV 91 ni reformado sus leyes de semillas. En América Latina ese es el caso de Argentina, Ecuador, Bolivia, Colombia, Venezuela, Uruguay, Brasil, México, Nicaragua y  Paraguay. A nivel global, China, Kenya, Noruega, Nueva Zelanda,  Portugal, y Sudáfrica tampoco lo han suscrito.  Estos países se muestran interesados en resguardar su biodiversidad y su patrimonio.
Van por más
El lobby del proyecto defendido por el gobierno de Piñera, corre por cuenta de las transnacionales Monsanto, Dupont/Pioneer, Bayer y Syngenta, productoras de semillas y de agrotóxicos,  las principales “obtentoras” globales de registros de semillas, junto a su aliado nacional, Erik von Baer, con llegada directa al Senado.  Si tienen éxito, se derogará la antigua ley de semillas y se impondrá la ley de obtentores vegetales. Porque a los obtentores no les basta con ser  dueños de más del 80% de las semillas registradas en el SAG. Se quejan de “piratería” respecto de “su” propiedad intelectual y pretenden además que  se extienda a 20 y 25 años la vigencia de cada registro.
Con la ley 19.342, Chile estableció un registro de obtentores vegetales. A mayo de 2013 existe un total de 707 variedades de especies agrícolas, frutales, ornamentales y forestales registradas (www.sag.cl). Del  total de 141 variedades “protegidas” de especies agrícolas, Semillas SZ (de empresas holandesas)  ha registrado 27 variedades de papas. Monsanto ha registrado 22 variedades de arvejas, cebollas, cilantro, frejol, lechuga, melón, pepino y tomate,  en tanto que ANASAC detenta 14 registros de variedades  forrajeras: ballicas, pastos y tréboles, más trigo harinero para empresas propietarias también extranjeras, de Nueva Zelanda, Francia, y Australia.  La transnacional Bayer tiene 6 obtenciones de alcachofa, con el nombre de fantasía de “Semillera Nunhems”. La semillera norteamericana Agric. Panam Seed Service detenta 7 variedades de maíz, mientras que Alliance Semillas, de Limagrain, Francia,  tiene 2 de frejol y Anasac  una de trébol rosado. Estas empresas integran ANPROS, la Asociación Nacional de Productores de Semillas, lobbyista de este proyecto de ley. 
La alstromeria, la quinoa y la frutilla
En el rubro de las especies ornamentales no existen obtentores chilenos. De las 99 variedades registradas, 93 lo son por Holanda. Pero sí hay biopiratería: el registro de la alstroemeria, a partir de una especie nativa chilena, sin que ello signifique para el país ningún tipo de royalty. Chile no protege el acceso al patrimonio genético ni  ha ratificado el Protocolo de Nagoya referido a ello.  
Los obtentores chilenos se concentran en el rubro agrícola, siendo Erick von Baer, quien registra más variedades: de quinoa, cebada, avena, entre otros. Von Baer fue durante 20 años presidente de ANPROS. El INIA (10 obtenciones) y Fundación Chile (1) son las únicas entidades públicas que figuran en el registro actual.  En frutales, que concentra el mayor número de variedades (461) hay sólo 23, es decir apenas un 5% en manos de empresas chilenas.   Casi la mitad de las 461 inscripciones están registradas por empresas y universidades norteamericanas junto a Nueva Zelanda (40 registros), España (30), Francia (23), Israel (20). La frutilla, de la cual Chile es centro de origen, está registrada por empresas de Estados Unidos (24) y España (3 obtenciones). Como se ve, unos pocos países del norte global monopolizan el negocio. La ley de obtentores les entrega el control sobre las semillas, lo que implica dificultar los procesos de mejoramiento genético independiente que puedan realizar investigadores chilenos.  
Es llamativo que en el registro actual del SAG no figuren las plantas medicinales, lo cual explicaría el lobby empresarial para incluir también este tipo de especies. La extensión de la duración del registro, de 15 a 20 y 25 años, y la prohibición de la guarda e intercambio de semillas (artículos 48 y 49), así como la facultad entregada al obtentor para perseguir judicialmente el uso indebido de las semillas registradas (Art. 48), sólo persiguen aumentar las ganancias de las empresas citadas.
Privatizar un bien común
Resolver los problemas de la pequeña agricultura familiar campesina no ha sido prioridad para ninguno de los gobiernos chilenos. Pero el Presidente Piñera –y la ex presidenta Bachelet, autora de esta iniciativa de ley – profundizarán esa crisis al entregar nuevas e ilimitadas garantías a los obtentores de semillas. Es la privatización de la semilla, porque la ley permite que luego de un trabajo de manipulación genética,  se garantice el cobro de un “derecho de obtentor” o royalty por  lo que se hace a partir de la semilla original, un bien común, patrimonio de los campesinos e indígenas, que han sido sus seleccionadores y guardadores desde el inicio de la agricultura. Utilizando una comparación, esto es como si una persona pintara un edificio  y luego alegara propiedad sobre el mismo.

La agenda oculta tras la ley
Al entregar nuevas atribuciones a los obtentores, este proyecto apunta a expandir la agroindustria exportadora, a limpiar el territorio rural de cultivos orientados hacia el  mercado interno (para plantar pinos y raps transgénico), y a generar nuevos monocultivos para la producción de farmacultivos cuyo nombre no se menciona en el articulado para no incluir una  palabra muy vinculada a Monsanto y Bayer: transgénicos.    

Con este marco legal se busca impedir de hecho que los agricultores produzcan sus propias semillas, lo que generará además, pérdida de la biodiversidad. La semilla “mejorada” será impuesta en la práctica por el mercado, el Estado (a través de INDAP, los subsidios y créditos) y la publicidad, rematando una práctica ya habitual. Así se facilitan los procesos de concentración de las empresas que tendrán en sus manos los precios de las semillas. Lógicamente los alimentos también serán más caros.  Este proyecto de ley asegura  a las empresas un control monopólico del   primer eslabón de  la cadena de producción de los alimentos,  que son las semillas.  

Los obtentores y el Convenio UPOV
El gobierno requiere sacar adelante esta ley para que se pueda promulgar el convenio UPOV 91 que ya aprobó el Senado en 2011, entre gallos y medianoche. La Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales, UPOV no es un Convenio de Naciones Unidas como el Convenio sobre Biodiversidad, el Convenio de Estocolmo u otros convenios firmados por Chile. UPOV es una organización propiciada por las transnacionales comercializadoras de semillas  y respaldada luego por los gobiernos.  Las ventas de semillas y plaguicidas les reportan enormes ganancias a costa de la destrucción de la agricultura campesina, remplazada por la agroindustria y los monocultivos de semillas transgénicas. El precio de los alimentos, según FAO, se encuentra actualmente en los niveles más altos de la historia.
El proyecto no establece ningún tipo de salvaguardias para especies y variedades vegetales nativas que existen en forma silvestre y no protege los usos agrícolas, medicinales u otros que tradicionalmente han ejercido campesinos y comunidades indígenas. Así, la propuesta legal facilita el establecimiento de derechos que afectarán especies nativas de uso tradicional. Como ejemplo se puede observar lo que ha ocurrido con el tomate, ya que las variedades registradas por Monsanto han copado el mercado y hecho desaparecer el tomate originario del país, remplazado debido a la ventaja comercial  de  las insípidas variedades de larga vida.
Este convenio ha sido resistido por pueblos indígenas de todo el mundo, y es considerado por ellos como una nueva forma de robo legal de plantas que ellos  han intervenido, cruzado y modificado a través de técnicas ancestrales y protegido en caso de peligro, sequía o monocultivo. La selección, mejoramiento e intercambio de semilla –trafkintu en mapudungun- es  un derecho humano de los agricultores y pueblos indígenas del mundo, reconocido en el Tratado de Recursos Fitogenéticos de la FAO, del cual Chile es signatario. Las mujeres campesinas e indígenas y las comunidades campesinas son las verdaderas gestoras de la diversidad y riqueza genética que utilizan  las corporaciones semilleras, para desarrollar las variedades híbridas y transgénicas. No se trata de una “creación” sino de una usurpación.
Criminalización marca Monsanto
De acuerdo a los términos de la ley, el agricultor que cultive semillas “mejoradas”, deberá comprar todos los años esa semilla  si no quiere ver confiscada su cosecha, sus cultivos y plantaciones. Los infractores a la ley podrán ser demandados directamente por Monsanto, Pioneer, Syngenta o cualquier obtentor el cual podrá lograr que un juez ordene destruir la cosecha.
 El convenio no garantiza que las variedades registradas por los obtentores sean mejores o estén accesibles en Chile. Para registrar una planta sólo se pide que  no esté inscrita antes en un registro oficial y que la variedad sea homogénea y estable. Mientras más homogéneas son las plantas, menos capacidad tendrán para resistir la sequía o el cambio climático, al contrario de lo que ocurre cuando hay biodiversidad. Si se produce una plaga que ataca esa variedad impuesta por el mercado, ese año simplemente no habrá cosecha de ese alimento.

Al no exigir calidad a la nueva variedad, la ley hace posible que se registren variedades de calidad inferior a todas las conocidas, por las cuales se deberán pagar los precios fijados por las semilleras.

Un solo lobby para tres proyectos
El convenio UPOV 91, el proyecto de Ley de Obtentores y el proyecto de Bioseguridad que pretende legalizar los transgénicos expandiendo los actuales semilleros de exportación y legalizando los cultivos para el mercado interno,  tienen los mismos actores y lobbystas: las transnacionales semilleras y agroquímicas organizadas en ChileBio y ANPROS.   

La campaña Yo No Quiero Transgénicos en Chile (www.yonoquierotransgenicos.cl, facebook Yo No Quiero Transgénicos),  ha desarrollado movilizaciones en Valparaíso y Santiago en defensa de la semilla. El objetivo implícito del convenio Upov 91 y de esta ley, es generar mejores condiciones para la introducción de los cultivos transgénicos en el mercado interno.  La tierra quedará a disposición de las semilleras productoras de transgénicos,  de la agroindustria de exportación, y/o de las forestales, intensivas en uso de agrotóxicos y fertilizantes y con escasa utilización de mano de obra. Es el vaciamiento del campo. Sin las semillas que permiten la agricultura de subsistencia, las familias campesinas e indígenas se verían forzadas progresivamente a abandonar sus predios. Este tipo de leyes dan como resultado el despoblamiento del campo y el aumento de la marginalidad en la ciudad ya que el precio de la semilla y del paquete químico/tecnológico es tan alto que no está al alcance de  la pequeña agricultura familiar campesina.

Pero las guardadoras de semillas, los pequeños agricultores, junto a centenares de colectivos y organizaciones que promueven los cultivos agroecológicos con semillas libres de patentes, transgénicos y plaguicidas; los agricultores biodinámicos, los  permacultores, y quienes desarrollan huertos urbanos y otras formas de cultivos sustentables están reaccionando. La semilla campesina se está convirtiendo en una semilla en resistencia.