En
Punto Final Nº 786 (26 de julio al 8 de agosto)
Por Lucía Sepúlveda Ruiz
El académico Andrés E. Carrasco no tiene problemas para exponer los negativos
efectos generados por los cultivos transgénicos en su país, Argentina, donde
Monsanto levanta tres gigantescas plantas de procesamiento de semillas
transgénicas en Córdoba y Tucumán. El doctor Carrasco dirige el laboratorio de
Embriología Molecular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos
Aires y Conicet, la Comisión de Investigación Científica y Técnica. Disertó sobre agronegocios, extractivismo y
tecnociencia en la universidad de Bogotá,
y luego participó activamente en la jornada que realizó a fines de mayo en ese
país la Red por una América Latina Libre de Transgénicos, RALLT. Allí lo entrevistó Punto
Final.
¿Qué
pasó después que usted en 2009 decidió
dar a conocer los resultados de sus experimentos sobre el glifosato, y la
relación con malformaciones congénitas que se presentan en fetos humanos
expuestos a ese herbicida?
“Las madres afectadas, organizadas en Córdoba y localidades vecinas a
los cultivos de soja, comenzaron a buscarme para entender más de lo que les
estaba ocurriendo con las fumigaciones aéreas con glifosato. Desde los círculos
oficiales fui objetado porque di a conocer esos resultados antes de que salieran en una
revista científica. Yo soy médico, e investigo para la gente, porque esto
afecta a la gente y deben saberlo cuanto antes. Desde entonces he estado
vinculado a la lucha de esas madres y cuando el año 2012 se realizó un juicio
inédito en Ituizangó, Córdoba, por las fumigaciones aéreas con glifosato, fui
uno de los testigos que explicó al tribunal la relación entre las
malformaciones, el cáncer y las aspersiones
aéreas con glifosato. Las Madres de Ituizango obtuvieron un fallo a su favor,
que reconoció que esas fumigaciones eran un delito.
Luego de una charla en Alemania sobre el glifosato,
hubo funcionarios que viajaron tratando sin éxito de desmentirme. Ese primer estudio -Herbicidas
basados en Glifosato producen efectos teratogénicos en vertebrados
interfiriendo en el metabolismo del acido retinoico - (Glyphosate-based herbicides produce teratogenic effects on
vertebrates by impairing retinoic acid signaling) fue publicado en 2010 en la revista científica
Chemical Research Toxicology. En 2013 junto a un equipo publiqué en la revista Advances in Molecular Toxicology una Revisión de los Efectos de los
Plaguicidas Usados en los Cultivos Transgénicos en América Latina, (Pesticides
Used in South American GMO-Based Agriculture: a Review of their effects on
Humans and Animal Models).
Científico
polémico
El profesor Andrés E.Carrasco no para de investigar
y de informar. Durante la reunión de la RALLT sus estudiantes le informaron por twitter que habían hecho
importantes hallazgos sobre toxicidad del glufosinato de amonio, un herbicida
utilizado en cultivos transgénicos, y él resplandecía. “Estoy feliz de trabajar
con ellos, hay una nueva generación de científicos con otra mirada. Creo que me
lo merezco”, dijo a PF. Tiene dos hijos, uno es diseñador gráfico y la hija ,
actriz. El doctor Carrasco además revela verdades en su programa semanal de
radio, “Silencio Cómplice”, en FM Tribu. Cuando sus hallazgos incomodaron al
oficialismo renunció voluntariamente al cargo de subsecretario de Investigación Científica
y Tecnológica del Ministerio de Defensa, que ocupó
en el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
¿Qué
evidencias puede citar sobre efectos nocivos de los agroquímicos?
“A partir de entonces se han generado diversos estudios en el
mundo y en Argentina. Uno de los más recientes, mayo de 2012, “Relación entre el uso de
agroquímicos y el estado sanitario” fue liderado por Mirta Liliana Ramírez,
investigadora del Conicet. Documenta el aumento de cáncer y malformaciones en
zonas sojeras y arroceras de la
provincia del Chaco, con uso intensivo
de los plaguicidas endosulfan, glifosato, paraquat y cipermetrina, entre otros.
El informe fue entregado al Ministerio de Salud, pero no tuvo respuesta. Se
realizaron 2.500 encuestas y revisión de datos oficiales, concluyendo que por
ejemplo en Avia Terai, una localidad
rodeada de cultivos de soja y girasol fumigados entre diez y doce veces
al año, el 31,3 por ciento de la población relevada declara haber tenido algún
familiar con cáncer. Los muy altos índices de cáncer, y también de
discapacidad, se repitieron en otras tres ciudades cercadas por campos
transgénicos: Campo Largo, Napenay y La Leonesa. Además, una investigación de la Facultad de
Medicina de Rosario, encabezada por el doctor
Damián Verzeñassi comprobó en la localidad agroindustrial de Bovril,
Entrerríos, un notable incremento de los
casos de cáncer. En la última década pasó a ser la principal causa de muerte.
La incidencia de cáncer allí es de 236,78 casos por cada 100.000 habitantes,
mientras que la tasa media en Argentina para el año 2008 era de 206 por cada
cien mil habitantes.”
¿Y las malformaciones congénitas? “Hay 10 millones de personas que viven en los territorios ocupados por cultivos transgénicos, que son 23.5 millones de hectáreas, de las cuales un 40% está en manos de tan sólo un 3% de productores. Está probado que en diez años las malformaciones en ese territorio han aumentado en un 400%. La doctora Trombotto, del Hospital de Obstetricia y Neonatología de la Universidad Nacional de Córdoba estudió en 111 mil recién nacidos la prevalencia de malformaciones congénitas mayores (MCM) de tipo craneofacial, gastroschisis (defecto en la pared abdominal anterior a través del cual los contenidos abdominales sobresalen libremente) y extremidades, concluyendo que en 1991 la tasa era de 16.2 por cada 10.000 nacidos y en 2003, subió a 37.1 por cada diez mil nacidos.”
¿Por qué dice que no hay que hablar por separado de transgénicos y plaguicidas?
“Porque cuando en la discusión se separa los
plaguicidas de los transgénicas, hay una pérdida de consistencia en las raíces
del problema. Es como si unos vieran los agrotóxicos sólo por sus efectos en
los insectos, otros sobre las malezas y otros sobre los alimentos, por
separado. Cuando un problema es así de complejo, no es una sumatoria. Todos
tienen un tronco común geopolítico. Siguiendo el pensamiento de Aníbal Quijano
podemos decir que en América no hubo descolonización
cultural y predomina una obediencia epistémica
a la manera europea. Con el genocidio colonial se destruyeron también
las formas de pensar, los códigos y miradas de la naturaleza que fueron remplazados por la mirada europea. Para
encarar los problemas de hoy no podemos seguir en esa misma lógica. Observo un
despertar de pueblos originarios. En algunos lugares hay miradas que permiten
ver de otra manera lo que ocurre cuando los imperios quieren recuperar el
control para utilizar los recursos naturales, que para nosotros son los bienes
comunes. Para descolonizar el poder, tenemos que pensar desde América.
EL
CASO DE CHILE
¿Qué
juicio le merecen las evaluaciones de
riesgo que hacen las empresas?
Las empresas manejan también nuestra discusión. Las
corporaciones mineras, farmacéuticas y biotecnológicas son redes de poder que
expresan las tendencias de dominación de algunas sociedades sobre otras. Son
los nuevos “marines”, son formas de ocupación que separan a la gente de la
tierra. Generan espacios para que discutamos sobre ello, sin darnos cuenta de
que hay una ocupación literal de
territorios para apoderarse de ellos. En el caso de Chile, es la minería y la
producción de semillas para el hemisferio norte. Si el imperio me hace fabricar
semillas transgénicas, soy un comodín en el juego global, ya no tengo identidad.
El país cede y le permite un espacio de poder. Paraguay es una víctima del
avance neocolonial y Honduras también. Monsanto no tiene derecho a hacer lo que
quiere con los pueblos. Eso es un acto
de neocolonialismo.”
¿Y
cómo salimos de esta lógica?
“Creo que las alternativas las tienen los pueblos
originarios por su forma de relacionarse con la naturaleza. Hay que definirnos
entre vivir para cuidar la naturaleza o
para apropiarnos de ella, por ejemplo a través de las patentes. Los
conquistadores partieron haciendo la ‘taxonomía’ la clasificación del mundo
vivo. “Te doy la vida” y te nombro. Hoy que ya destruyeron la tierra, pretenden
crear otra Naturaleza…y sacar a la gente de los territorios. Esta es una
construcción mental europea y también de Estados Unidos que heredó lo peor de
ese pensamiento. Por eso entiendo la
lucha contra los extractivismos, por ejemplo, de los docentes de Famatima, en
La Rioja; ellos no quieren que la montaña sea destruida, vaciada por un
megaproyecto minero canadiense.
Los
pueblos originarios sabían hacer las cosas, sabían que no podían destruir.
Hemos retrocedido.
¿Cómo
llegó a adoptar esta postura frente a la ciencia?
"Ya en los años 70 la ciencia dura entró en crisis.
Las preguntas que yo me hacía no me las iba a contestar la ciencia
reduccionista. Por eso leo los clásicos pero también voy al pensamiento de América
Latina, a Aníbal Quijano, Arturo Escobar, Walter Mignolo, Iván Ilich. No me quiero
anotar en la modernidad. ¡Qué certeza científica ni qué ocho cuartos! Para
dominar la naturaleza se pierde trascendencia. Busco instaurar una mirada
alternativa que conviva con la dominante, que haya una multipolaridad del
pensamiento. No quiero que sigamos llevándonos por delante a la naturaleza,
usándola como un lugar de dominación y de poder."
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