En el Día de la Semilla, el pasado 12 de abril, en la municipalidad de Huasco hablamos de todo un poco con los campesinos que trabajan con los Prodesal (Programas de Desarrollo de Acción local) de esa provincia que comprende las comunas de Huasco, Vallenar, Freirina y Alto Del Carmen. Ellos y ellas contaban sus experiencias y los profesionales aportábamos alguna información sobre aspectos claves como las amenazas que penden sobre la semilla campesina y las estrategias a desarrollar para defenderla en una zona clave para la minería.
“No se deja nunca de aprender, es la única manera de surgir. Ahora comenzamos a vender en la plaza…”, comentaba una campesina que ya descubrió la importancia de no depender de las semillas pretenciosamente llamadas “mejoradas”, que son más caras, o de viveros de otros. Decía Marina Torres, del sector de Piedra Junta: “Me cambié de rubro y he ido saliendo adelante con empeño. Yo hago mis propios árboles, mis nogales. Son sanos y se dan mejor. Si tuviera que comprarlos, cada árbol me saldría a $6.000, en cambio así sólo necesito una nuez! Es mucho mejor.”
Don Anselmo, presidente de los pequeños agricultores de Huasco era claramente el líder local y se refería con orgullo y confianza a los logros de los integrantes de su organización: “Tuvimos una ramada en la Ruta Costera, para comercializar. Vamos aprendiendo. Nosotros somos agricultores de tomo y lomo, somos los que vamos quedando, por eso es lindo juntarse. Nos ha ido bien en las ventas. Y puedo contar de logros importantes, como por ejemplo que vendimos una cebolla de 2 kg 200 producida en la localidad de Llanos del Lagarto …” En su predio él tiene tomate rosa, choclos, melones, duraznos y muchos otros cultivos manejados en forma agroecológica y producidos con semillas que saca de sus propias cosecha. Tiene abono natural y los frutos son excelentes. Su señora hace mermeladas que se venden como pan caliente cuando hay oportunidad de instalar un puesto en la plaza. También tiene muy buena salida el licor de damasco. La idea es que se repitan las Muestras de Productos Locales cada mes.
Barrick y el agua contaminada
Esta reunión fue la primera del año de participantes de los Prodesal, unos 70 personas en representación de un universo campesino de más de 700 familias. Así habló uno de ellos: “En enero tuvimos un gran problema con el lodo, causado por la minera Barrick que derramó químicos y otros materiales. No se han evaluado los daños, ya hicimos la denuncia y nos preguntamos ¿quién responde? ¿Se ha dimensionado lo que está pasando con el río Huasco y los efectos en la salud de las personas que tienen que beber de esas aguas? “
También hubo enérgico rechazo a los anuncios de que las aguas fósiles de Canto del Agua fueran canalizadas por vías subterráneas hacia Copiapó despojando a los habitantes de la zona del vital recurso utilizado por los agricultores. La próxima jornada de Prodesales tendrá como eje el tema del agua.
El testimonio de Guillermo Cortés, del Prodesal de Huasco, que vive en Canto del Agua impactó a los asistentes. Cortés es un ex minero que quedó ciego en un accidente laboral. Reconvertido en agricultor, cría animales y cultiva olivos, guiándose por medio de alambres.
Ganadores y perdedores
Dos fueron las intervenciones centrales en la jornada, apuntando a develar quiénes ganan y quiénes pierden con las iniciativas legales en curso o ya vigentes, relacionadas con la semilla. Lucía Sepúlveda, de la Red de Acción en Plaguicidas RAP-Chile se refirió a las tres grandes amenazas que enfrenta la semilla: la futura implementación del Convenio UPOV 91 ya aprobado por el Congreso, y la tramitación por el Senado de dos proyectos de ley relacionados con ello: la nueva Ley de Obtentores Vegetales que deroga la actual ley de semillas, y la Ley de Bioseguridad que permitiría la expansión de los actuales cultivos transgénicos de exportación, hacia el mercado interno. Desarrolló el concepto de soberanía alimentaria como el derecho de los y las campesinas a decidir qué producen y qué consumen, de acuerdo a sus tradiciones y cultura y se refirió al modelo de agricultura convencional caracterizado por el uso intensivo de plaguicidas y fertilizantes.
Describió en la exposición los impactos sociales y ambientales de ese modelo, y la verdadera razón por la cual se crearon los híbridos y los transgénicos, que no son para solucionar el problema del hambre en el mundo sino para garantizar crecientes ganancias a las empresas transnacionales que manejan el negocio global de los plaguicidas y los transgénicos.
Aclaró que no existe ningún transgénico que se use sin un plaguicida asociado, lo cual implica contaminación de suelos y aguas, y alza del precio final de los alimentos debido al costo de esos insumos. Informó de la existencia de la campaña Yo No Quiero Transgénicos en Chile que busca formar una alianza social y ambiental para detener la expansión de los transgénicos , defender la semilla campesina y el derecho a la soberanía alimentaria. Culminó su presentación sacando de su cartera la polera con el logo de la campaña y modelándola para la concurrencia, que mostró gran interés por los materiales de difusión utilizados en la campaña.
El ingeniero agrónomo Esteban Ordenes enfatizó en el diagnóstico sobre el impacto social de la imposición de los híbridos por el mercado y el Estado, y se refirió a las estrategias de protección de la semilla campesina y las variedades locales, entregando previamente antecedentes sobre cómo se ha llegado a la actual situación.
Estrategias de protección de la semilla
En las exposiciones se pudo apreciar la existencia de un valioso patrimonio local en materia de biodiversidad, ya que en el valle existen variedades locales características por su sabor y calidad. Se mencionaron el ají cristal, las melonas (melones gigantes), el melón escrito, la sandilleja, la palta de la marquesa, el durazno blanquillo y abollado, el limón dulce, la lima y el tomate rosa, entre otros cultivos que han persistido en el tiempo y aún resisten los embates del modelo de agricultura intensivo en agroquímicos.
El modelo de pequeña agricultura familiar campesina parte de bases diferentes a las de la biotecnología, cuyo negocio es enfocarse en la duración y el rendimiento post cosecha de los productos y la resistencia a enfermedades.
El diagnóstico local no se diferencia de la situación a nivel nacional, en el sentido de que el mercado está haciendo desaparecer la semilla campesina y ofrece casi exclusivamente la semilla híbrida, también llamada mejorada. Ese proceso se inició en 1994 con la Ley de Obtentores. Dos años después, Chile adhirió al convenio UPOV 78, de la Unión Internacional de Protección Vegetal, que asegura a los llamados “obtentores” (las transnacionales productoras de semillas híbridas y transgénicas, y de plaguicidas)el pago de “derechos” (una suerte de patente) por el uso de sus semillas. Este convenio es en beneficio de privados pero cuenta con apoyo de los gobiernos que lo suscriben y los financian.
En la zona del valle del Huasco y región de Atacama no hay cultivos transgénicos de exportación, pero esa realidad podría cambiar en cualquier momento si la industria semillera así se lo propone al buscar nuevos territorios para expandir su negocio.
Para la defensa de la agricultura familiar campesina, que no puede afrontar los precios de la semilla híbrida y los venenos químicos, las recomendaciones fueron comprar las semillas no híbridas antes que desaparezcan totalmente del mercado: France Graines, Vilmorin u Ortovivo son las marcas a buscar. Si en el sobre de la semilla está escrito F1 significa que es un híbrido y no debe adquirirse si se quiere mantener y reproducir la semilla tradicional.
La recomendación profesional fue conservar la boleta (incluso legalizando una fotocopia de la misma) puesto que de acuerdo a las disposiciones del convenio UPOV 91, las empresas tendrán el poder de demandar judicialmente a todo agricultor que considere está usando semillas producto del intercambio o que haya sacado semillas de su propia cosecha, y no pueda justificar su origen “legal”.
Los intercambios de semilla son la otra alternativa paralela a impulsar.
El sistema de Indicación Geográfica
Se difundió asimismo la existencia de un sistema de propiedad intelectual alternativo al de las grandes empresas, pero que tiene igual valor jurídico –desde 2005 es legal en Chile- aun cuando su naturaleza es diferente, pues se trata de propiedad colectiva. Es el sistema de Indicación Geográfica, que permite a asociaciones de productores o cooperativas registrar un determinado producto asociado a un territorio o terruño. El producto debe ser portador de determinadas características de calidad asociadas a un sector y a una forma de producir, que lo convierten en único. Hasta ahora en Chile sólo se ha inscrito el limón de Pica en este sistema, ideado por FAO para proteger el patrimonio de las comunidades campesinas e indígenas. El Estado chileno no lo ha difundido ni presentado como alternativa al despojo que llevan a cabo las transnacionales como Monsanto, Dow, Pioneer y otras.
El sistema de Indicación geográfica también contempla la denominación de origen y está reconocido por INAPI, el Instituto Nacional de Propiedad Intelectual. El ají cristal, por ejemplo es una variedad local que se consideró podría inscribirse con indicación geográfica del Valle del Huasco y tener su correspondiente etiquetado, y también se mencionaron la sandilleja, la naranja del valle, las melonas y el melón escrito, que tiene un sabor, color y aroma únicos. La gran biodiversidad de Alto del Carmen, por ejemplo, donde se dan estos productos, es custodiada por pequeños agricultores como los que se reunieron ese día en la municipalidad de Huasco.
También se valoró en la reunión la existencia del Grupo La Semilla Pertenece a los Pueblos que llevó la voz del valle al Tribunal Constitucional cuando esa entidad analizó la petición de declarar la ilegalidad de la adscripción al Convenio UPOV 91. En la oportunidad desde la provincia del Huasco se llevó carta firmada por los Prodesal, pero esa voz, al igual que la de otras organizaciones campesinas, sociales y ambientales del país no fue atendida por el Tribunal. “Fue muy bonito participar, unirnos para mantener la semilla tradicional y todavía podemos seguir en este esfuerzo”, señaló una de las profesionales de ese grupo.
La jornada concluyó con un intercambio de semillas entre los presentes y la entrega por Prodesal de semillas no híbridas para los cultivos de hortaliza de la próxima temporada.
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