Tocará temas de actualidad en áreas referidas a pueblo mapuche, medio ambiente, terapias de sanación, derechos humanos y otros.
martes, septiembre 13, 2011
Pastor luterano Helmut Frenz: “La Iglesia no puede ser neutral”
(entrevista realizada por mí el 2007, para la revista Punto Final, cuando recibió la nacionalidad por gracia). La traigo de vuelta a modo de homenaje a este gran gran hombre, un pastor ejemplar a quien conocí y dejó profunda huella en Chile y sus heridas).
Helmut Frenz ahora es chileno. Con casi 75 años, diez hijos –la menor, Rebeca, de madre chilena- y una vida entregada a la solidaridad con los que sufren, el pastor luterano de origen alemán, participa actualmente en una coordinación de organizaciones como FASIC, CODEPU y otras, que discuten el proyecto de creación del futuro Instituto de los Derechos Humanos. Llegó a Chile en 1965, y salvó vidas durante la dictadura a través del Comité Pro Paz. Expulsado del país por Pinochet, su voz reapareció con fuerza en democracia el 2003 para exigir al gobierno de Lagos la creación de una comisión de reparación para las víctimas de la tortura. Recientemente fue presidente de la comisión que calificó víctimas para el fondo de ayuda establecido por la Fundación Salvador Allende.
¿Qué ha significado para usted ser declarado oficialmente chileno? Su autobiografía, publicada el año pasado ya se titulaba “Mi vida chilena”. ¿Qué es lo diferente ahora?
- Como chileno, quiero trabajar en el mejoramiento de nuestra situación política, colaborando con todas las fuerzas de buena voluntad para deshacernos de la herencia de la dictadura, por el bien del pueblo. Yo relaciono este otorgamiento de la nacionalidad por gracia, con lo que viví en 1975, cuando la dictadura militar me expulsó del país “para siempre”.
“La expulsión fue un golpe muy grande y me afectó muchísimo. En cambio, este reconocimiento otorgado es una enorme alegría. Mi corazón desde hace largo tiempo es chileno, y estoy radicado definitivamente aquí. Pero me siento muy orgulloso y honrado por esta decisión de la democracia chilena, que es diferente de una condecoración, que uno se la prende en la chaqueta en ocasiones solemnes, y después se guarda. En cambio, la nacionalidad es algo cotidiano.
“Además, me dijeron que nunca se había celebrado esto en La Moneda, con la presidenta y varios ministros, los presidentes del Senado y la Cámara. Mi corazón está lleno de gratitud. Una chilena ex refugiada, me escribió desde Europa: ‘Esto significa que nosotros te amamos tanto que queremos seas uno de los nuestros’”.
¿Sabe que se está realizando una campaña para que puedan vivir en Chile personas que no pueden ingresar por estar vigentes sus condenas de extrañamiento de tiempos de dictadura?
- Fui de los primeros en firmar una carta apoyando esta campaña. No entiendo porqué en todos estos años los gobiernos democráticos chilenos han conservado esas penas de extrañamiento. Hay que anularlas. Precisamente FASIC se fundó en mi oficina, para ayudar a los presos en relación a ese decreto 504 de conmutación de penas por exilio. Espero que el gobierno de la Presidenta Bachelet corrija esta situación y devuelva a los que permanecen fuera de Chile su derecho a vivir y morir en su país. Creo que ya estamos cerca de ese día.
Derechos Humanos hoy, en Chile
¿Cuál es su diagnóstico de la situación de los derechos humanos en Chile?
- Chile es miembro de las Naciones Unidas y firmante de la mayoría de los pactos internacionales y debe cumplir con sus deberes. La Ley 19.992 que declara secreto nacional por 50 años los documentos del informe Valech, es incompatible con la Convención contra la Tortura. A través del Comité Contra contra la Tortura, Naciones Unidas ha criticado públicamente a Chile por este hecho. Especialmente en zonas rurales del país, las víctimas caminan por la vereda con la cabeza inclinada hacia abajo y los torturadores, que saben que los documentos que los incriminan se guardarán en secreto por cincuenta años, andan triunfantes por la calle, con la cabeza en alto. Eso se debe terminar.
“Otra crítica que yo tengo es que la Comisión Valech tuvo un tiempo excesivamente corto de funcionamiento. Hubo sólo seis meses de plazo para presentar los testimonios. En Alemania recién este año 2007, cumplidos ya 50 años del fin de la guerra, se clausuró la Comisión de Indemnización para las víctimas del nazismo. La última tarea que tuvo era indemnizar a quienes debieron hacer trabajo forzados en las fábricas. No hay razón alguna para que en Chile se cerrara el trabajo de la Comisión tan pronto.
“Hay una larga lista de críticas formuladas por la gran familia internacional: todavía está vigente el decreto de la autoamnistía. Pareciera que hay una cierta cultura de la impunidad. Hay un discurso y un compromiso, y sin embargo se hace lo contrario. Los ‘calabozos de lujo’ para los pocos condenados en el Penal Cordillera también tienen algo que ver con aspectos de impunidad. ¿Y cómo podemos vivir con esta constitución heredada de la dictadura? Las fuerzas de carabineros todavía dependen del Ministerio de Defensa, eso también ha sido criticado por Naciones Unidas. Las fuerzas de seguridad no tienen nada que ver con los militares. Carabineros debe depender del Ministerio del Interior y su estructura y formación debe ser diferente a la de los militares. Los militares aprenden a matar. Los carabineros no deben aprender a matar, sino a defender y proteger la vida de los chilenos”.
¿Cómo ve la actuación de la Presidenta en este contexto?
- Cuando la Presidenta Michele Bachelet asumió, tenía la esperanza que especialmente por ser mujer, y haber sido una víctima de la dictadura, iba a tener la valentía de cambiar estas cosas. Seguramente ella es valiente. Estoy convencido que la Presidenta quiere cambiar el rumbo, pero parece que se le hace difícil debido las estructuras tan estrictas dentro de la Concertación y al juego político de los partidos. En Chile las familias influyentes políticamente tienen dentro de sus miembros a un obispo, un general, un abogado… En esas familias también hay alguno que es miembro de la Democracia Cristiana , o de Renovación Nacional, y está la “oveja roja”. Esta mezcla dificulta encontrar una solución, pero ciertamente no debe impedirla.
Traje de combate
En el juicio entablado en España contra Pinochet, usted declaró que cuando se entrevistó con él en relación a la desaparición del P. Antonio Llidó, el dictador justificó el uso de la tortura en los detenidos. ¿Qué sintió usted cuando murió Pinochet?
- Yo estaba un poco triste, por razones muy especiales. Pensaba como muchos otros chilenos que una sentencia en los juicios dejaría claro que Pinochet cometió crímenes y es el autor intelectual de muchísimos crímenes de lesa humanidad. Es una lástima que no recibió sentencia, no sólo por la corrupción - un delito de gente de nivel bajo, sin ética. – sino tampoco por ninguno de los casos gravísimos de tortura, asesinato, desaparición por los que se le juzgó. Estábamos en el punto en que esperábamos un fallo de la justicia chilena, pero él se escapó…
¿Cuál era el “traje de combate” que lo caracterizó a usted en dictadura?
- Nosotros los pastores de casi todas las confesiones hablábamos de traje de combate cuando nos poníamos el uniforme eclesiástico: la camisa con cuello clerical, la cruz episcopal en el pecho y terno negro. Como pastor nos daba cierta seguridad y protección. En tiempos uniformados se necesitaba también de un uniforme. Ese era el traje de combate que yo usaba especialmente con los militares, incluso hasta cuando fui a la entrevista con el dictador Pinochet.
¿Cómo fue su experiencia reciente en la Fundación Salvador Allende para calificar los casos que recibirían una reparación del Fondo de Ayuda a las Víctimas?
- Acepté como tarea netamente humanitaria que no tenía nada que ver con la política. Pero me vi inmerso de nuevo en la política… Como Presidente de la Comisión Calificadora de la Fundación, me correspondió leer más de cinco mil testimonios. Durante más de medio año leí diariamente 30 a 50 testimonios. Fue un trabajo muy duro, me persiguió hasta en mis sueños, tenía pesadillas y escuchaba los gritos de los torturados… Ahí me di cuenta por qué se declaró como secreto nacional por cincuenta años la documentación Valech: en muchos testimonios, especialmente de víctimas de zonas rurales, las víctimas conocían a sus victimarios y los mencionan con nombre, apellido, rango y lugares de trabajo. Son personas bien definidas. Al leer ciertas solicitudes, vi nombres y apellidos que conozco, de uniformados y no uniformados de zonas rurales. Y no podía creerlo. Pero las solicitudes eran declaraciones juradas de las víctimas.
Hacer justicia
¿Qué va a pasar con esos testimonios?
- No era nuestra tarea publicarlos, sino sólo calificar casos. La Fundación, con sede en Madrid es responsable de eso. Nosotros estamos luchando junto a CODEPU para que el gobierno asuma a los reconocidos por esta Comisión para que reciban el beneficio del Estado, para lo cual se tendría que reabrir La Comisión Valech o formarse otra similar. Es cierto que la tortura no se puede indemnizar. Lo más importante es el reconocimiento como víctima.
“El primer paso de la reparación es hacer justicia. Con eso empieza la reparación integral. Muchas víctimas de tortura no hablan sobre ello, les da vergüenza, se sienten culpables. Varios testimonios empiezan: ‘Por primera vez me atrevo a hablar sobre lo que me ha ocurrido’. Viven treinta años con este trauma, muchas veces cerca de sus victimarios. La ley de amnistía, la constitución de los militares, la ley del secreto, forman un paquete que se debe abrir y solucionar humanamente. No se trata de odio ni de venganza.
“Se habla mucho de clemencia. Somos demócratas y debemos ser muy humanos y misericordiosos. Pero una cosa viene después de otra. Primero, yo espero la confesión de muchas personas, y la condena, y después vendrá la clemencia. En el caso del torturador Osvaldo Romo, que conozco bastante bien, yo creo que estaba muy enfermo. Con eso no disculpo lo que él ha cometido pero quiero tomarlo en consideración. Porque uno se pregunta qué pasa en su cabeza, para defender sus atrocidades hasta el último segundo. Eso no es normal. Como teólogo, como pastor y como cristiano yo debo decir que él va a enfrentar otro juicio y ahí se va a hacer justicia”.
¿Qué le parece la condena reciente de 541 días de reclusión para los ex oficiales de la Fuerza Aérea Edgar Cevallos y Ramón Cáceres r, dictada por el juez Fuentes Belmar por el delito de torturas y lesiones graves a 17 personas y 40 miembros de la FACH?
- Eso no es más que un maquillaje jurídico, para decir que la justicia hizo algo.
¿Hubo condenas en Alemania por tortura?
- Los primeros cuatro años, Alemania estuvo bajo control y administración de los poderes aliados que hicieron el proceso de Nuremberg, en el cual la cúpula nazi fue condenada a muerte. La tortura es castigada también en Alemania. La tortura le quita a la víctima la dignidad. La Constitución Alemana dice que la dignidad del ser humano es intocable.
El Evangelio no es apolítico
La neutralidad de la iglesia ¿es posible? ¿Es deseable?
- Soy del partido de los oprimidos. Nosotros tenemos que ser partidarios de los que sufren. La iglesia no puede ser neutral, porque el Evangelio no es neutral. Tampoco puede ser apolítica, porque el Evangelio no es apolítico. El Evangelio nos responsabiliza por el bien de la sociedad… Nos pregunta qué hemos hecho de bueno o de malo en la sociedad. Política viene del griego polis, que significa ciudad, pero se refiere a la sociedad, la convivencia de los seres humanos. Y nosotros somos responsables de lo que ocurre en la sociedad.
“Yo creo que los teólogos de todas las confesiones estamos de acuerdo en que tenemos una responsabilidad pública. No en el sentido partidista. No acuso a nadie por ser miembro de la UDI o de Renovación Nacional. Vivimos en una democracia, y si alguien quiere ser de esos partidos, que lo sea. Pero ojalá que nadie vote por la UDI o RN. Son los políticos los que quieren que la Iglesia no se mezcle en la política. Muchas veces me dijeron en tiempos de dictadura: ‘Pastor, no queremos escuchar nada de política desde el púlpito. Queremos escuchar el Evangelio’. Entonces yo les respondía: ‘Aquí está el Evangelio’ y predicaba sobre el buen samaritano.
¿Se superó la fractura que sufrió la iglesia luterana en 1974?
- Hasta hoy existen en Chile la Iglesia Evangélica Luterana y la Iglesia Luterana. La causa del cisma fue ideológica: estar contra el golpe o a favor. Ahora, después de 33 años, ambas partes desean reunificarse. Se han dado pasos. Hubo una conferencia con participación de pastores de ambas iglesias, en un ambiente amistoso. Ya no hay hostilidad pero cada iglesia tiene sus estructuras y se tiene que trabajar mucho para una reunificación. La generación que no vivió la experiencia de la dictadura militar se pregunta por qué esta división. La reconciliación es un acto espiritual, según mi juicio empieza con el arrepentimiento, y no se resuelve con nuevos estatutos. Eso sería un grave error. Pero s un día no tan lejano eso se va a lograr.
¿Usted ejerce actualmente como pastor?
- Estoy jubilado, soy miembro de una congregación de la Iglesia Evangélica Luterana y vicepresidente de su directorio. Muchas veces predico, reemplazando a la pastora.
¿Hay pastoras en su iglesia?
- En la iglesia donde soy miembro hay igualdad de los géneros. En la otra, no. Tenemos pastoras y una obispa que se llama Pastora Presidenta, pero su ministerio es prácticamente el de un obispo.
Quisiera que nos entregue su propia definición de la fe.
- Es tener la certidumbre de una fuerza mayor que llamamos Dios, una fuerza mayor que me acompaña y que tiene organizado algo muy especial para cada uno. Yo estoy convencido que tengo un ángel guardián. No lo veo pero lo escucho. A veces me advierte que él no puede volar tan rápido como yo quisiera… Eso me da certidumbre de saber que estoy en manos de mi creador.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario