María Loreto
Castillo (29 años) era pobladora, militante del MIR, y vivía en el sector de Lo Valledor Sur (comuna de San Miguel) con
su pareja, Héctor Muñoz, y sus tres niños. Los días de Protesta Nacional eran
bravos en la zona sur de Santiago, con masiva participación de los jóvenes de
las Brigadas Salvador Allende de la Resistencia Popular, en las barricadas,
quemas de neumáticos, actividad miliciana y de propaganda contra la
dictadura. El 11 de mayo de 1984, se
realizó la octava protesta nacional. Seis días después, Loreto fue secuestrada
en medio de operativos de represalia desarrollados por la CNI que al mismo tiempo detuvo en su mismo
barrio a Héctor y a su amigo, Jorge Muñoz Navarro, estudiante de medicina,
también del MIR. Todos fueron llevados vendados a un centro clandestino de
detención y tortura que funcionaba en el Cuartel Borgoño. A las 5.45 de la madrugada del 18 de mayo, Loreto fue amarrada a un
poste de alta tensión en Pudahuel, en un sector que ahora es de Cerro Navia y
dinamitada por agentes de la CNI. El Mercurio y otros medios participaron
del montaje informando que ella había volado de un bombazo al intentar
dinamitar una torre de alta tensión.También fue asesinado a balazos - dejado al
lado de otro poste de alta tensión en Renca - Jorge Muñoz.
Héctor (“Quico”)
sobrevivió porque la carga destinada a él no explosionó; huyó del lugar, fue
atendido en un hospital público y denunció la detención de Loreto, de Jorge y
de él mismo el 4 de junio en conferencia de prensa en la Vicaría de la Solidaridad.
El describió cómo dinamitaron a su compañera. Un dedo de Loreto encontrado en
el lugar permitió su identificación
oficial. La revista Análisis informó del crimen con un
reportaje, basado en una entrevista de Pamela Jiles a Héctor, quien debió
refugiarse en Suecia. Hasta hoy él busca justicia para Loreto, “la dinamitada”. Recién en 2017, cuatro de los asesinos de la
CNI (Roberto Schmied, Jorge Andrade, Javier Orellana y Arturo Sanhueza) fueron procesados por este crimen.
Loreto era una mamá alegre. Lavando ropa ajena
costeaba sus gastos y estudiaba costura en una escuela de adultos, en el
callejón Ovalle. Sobre ese alevoso crimen escribió el Padre Pepe Aldunate en
sus memorias: “Estremece la figura de una mujer
que lleva en su cuerpo una fuente de vida, triturada y pulverizada por
los que debían ser ‘guardianes de la vida”. Un homenaje se le rindió en Arpilleras por la Memoria
con un video en que Loreto vuela por los aires como
en un cuadro de Chagall.
(texto de Lucía Sepúlveda septiembre 2018, de la serie Memorias de Rebeldías feministas publicada por la la Coordinadora Feminista 8 de Marzo en su facebook.)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario