Justo cuando como de postre un exquisito racimo de uva sin pepa que compré en la esquina, me entra un correo de Chile sin Transgénicos anunciando que mañana el ministro de Agricultura José Galilea presentará en La Platina con bombo y platillo la uva transgénica Thompson seedless, resultado de un proyecto desarrollado por un consorcio en el que están las empresas Biofrutal, Agrícola Brown y la Fundación Chile.
¡No puedo creerlo! Piñera no puede esperar que el proyecto apruebe la ley de introducción de transgénicos al mercado interno que está en segundo trámite constitucional en el Senado. Quiere que todo sea muy rápido y entonces presentan la criatura transgénica made in Chile.Para dorar la píldora, repiten la lección aprendida de las transnacionales (Monsanto) diciendo que así no se usará fungicida porque es una uva resistente a la botritis. Por supuesto no dicen que cada vez usarán más herbicida o insecticidas, porque la botritis es sólo una de las plagas presentes, y se puede controlar de otra forma, como lo hacen los cultivos de uvas orgánicas de la Octava Región, por ejemplo.
En el Diario Financiero encontré más información sobre la uva transgénica.
Señalan allí los "obtentores" que esta es una de las primeras experiencias en el mundo, por lo que según Rodrigo Cruzat, gerente del consorcio integrado por instituciones como Fundación Chile, Inia, Fedefruta, Univiveros y universidades va a generar gran impacto. Cruzat advierte que muchos mercados son resistentes a consumir este tipo de productos, pero según él Chile se encuentra en una posición ventajosa ya que existe mucha tecnología desarrollada para la investigación transgénica en comparación a Estados Unidos, Europa u otros mercados, que "se han enredado en la polémica y han invertido poco. Es probable que estemos un poco adelantados, pero tarde o temprano vamos a tener la necesidad de trabajar con los transgénicos". Cruzat no parece estar al tanto de las encuestas a consumidores europeos sobre alimentos transgénicos, que están mayoritariamente por el rechazo. "Se han enredado en la polémica" es su versión respecto del impacto que han causado en Europa las investigaciones sobre los dañinos efectos en la salud demostrados entre otros, en seguimientos llevadas adelante a tres generaciones de ratas (Séralini)que mostraron efectos crónicos y subcrónicos luego de la ingesta de maíz transgénico Mon 863. También se habla en el mundo de lo que está pasando en Argentina a raíz del aumento del uso de plaguicidas peligrosos de la mano de la soya transgénica o del documental de Marie Monique Robin, "El Mundo según Monsanto". Ese film entregó un panorama global de los impactos sociales, ambientales y en la salud derivados de los cultivos transgénicos impulsados por la transnacional.
El artículo del diario Financiero publicado en febrero anunciaba además que se nos vienen también duraznos y nectarines transgénicos.
Bio Frutales dice haber invertido $ 3.000 millones (recursos públicos y privados), entre 2006 y este año, a diversos programas de mejoramiento en vides (61% del presupuesto), carozos y cerezos. En realidad, quien ha invertido es el Estado porque la mayoría son fondos públicos. También dicen haber desarrollado dos nuevos tipos de uva mediante el mejoramiento genético convencional (cruzamiento de variedades), lo cual no objetamos.
Cruzat relató en febrero que se acababan de adjudicar tres proyectos en InnovaChile y Fondef por$ 5.800 millones, a 10 años, lo que les permitirá dar continuidad a los proyectos dado que este año finalizó el Programa Bicentenario de Ciencia y Tecnología que, a través de Conicyt, les entregó fondos.
Recuerdo que de estos apoyos escribí en mi libro "Chile: la semilla campesina en peligro", página 67, donde menciono los cuantiosos recursos entregados por el gobierno de Bachelet a la biotecnología, vía el proyecto Genoma Chile, precisamente con este programa directamente vinculado a la industria.¡Ya quisieran los agricultores orgánicos un apoyo financiero de esa envergadura! (no tienen ni uno) Michelle Bachelet preparó el camino, ahora cosecha Piñera.
Veremos a quién le van a vender su uva ahora si reconvierten sus cultivos a la transgenia. No la querrán afuera, y menos nosotros. Pero ¿nos dejarán enterarnos? ¡La ley que quieren aprobar ni siquiera contempla un etiquetado obligatorio de los alimentos transgénicos! Qué chiste la consigna que heredaron gozosamente de Bachelet, "Chile potencia alimentaria".
Esta actividad de hoy en La Platina nos entrega una razón más para continuar con nuestra campaña ciudadana por la moratoria a los transgénicos y a la Ley que Piñera quiere aprobar en forma express.
No quiero uva transgénica en mi mesa, ni hacer salud con vino elaborado con uvas en cuyo ADN se ha insertado una bacteria alterando para siempre sus características, con riesgo de contaminar otras vides convencionales u orgánicas. Además nadie ha demostrado científicamente que los productos transgénicos sean inocuos para la salud humana y aquí el principio de precaución se ha dejado absolutamente de lado. Estas pueden ser en verdad, las uvas de la ira.¿Meterse con el vino! No llene su copa, Ministro Galilea.
3 comentarios:
No quiero comida transgénica en mi mesa, ninguna!
Solo orgánico, como siempre fué!
Alguien puede decir a estos ministros, diputados y predidentes que se DEJEN DE MENTIR!
YA ESTÁ BUENO!
No queremos ni uva ni nada transgénico, nuestras autoridades, encargadas de proteger a la sociedad, desde el Presidente pasando por el Ministro de Agricultura, el Ministro de Salud, el presidente de la SNA, etc, dan VERGUENZA AJENA.
e da pena y rabia lo que esta pasando y no solo en chile, sino en el mundo. Esta empresa MOnsanto hace rato que esta en chile. Y no es este gobierno sino desde la concertacion...preguntenle a Bachelet!! que ella fue la que impulsó el ingreso a Chile de los transgénicos...si esta es la peor de todos
Publicar un comentario