En noviembre de 1971, Fidel fue recibido en Santiago de Chile por el Presidente Allende. “En un coche descubierto el líder revolucionario y su anfitrión saludaron a la muchedumbre que se convirtió en la más grande reunida en la historia política chilena”, informaba Punto Final. La revista dio cuenta de los encuentros del líder cubano con los más diversos sectores, fundamentalmente de trabajadores y estudiantes, realizados a lo largo de la gira de tres semanas del comandante por el país. Reportajes y fotos de la histórica visita se pueden consultar en www.pf-memoriahistorica.org, haciendo click en “revistas” y luego en el año 1971. De allí hay que pinchar los números 144, 145 y 146, que esta periodista bajó de Internet con emoción, recordando cómo reporteó la llegada de Fidel para el noticiero de Televisión Nacional, cuyas cámaras registraron íntegramente el recorrido desde el aeropuerto de Pudahuel hasta el centro de Santiago.
Mientras la oposición mostraba abiertamente su disgusto con titulares tales como “Llega el tirano Fidel. Chilenos de verdad repudian la visita. Sólo comunistas quieren ver al creador del Paredón” (Tribuna, diario de la ultraderecha, 8 de septiembre de 1971), en Chile eran millones los que querían dialogar con el comandante. Ese año, el gobierno de la Unidad Popular había salido vencedor en las elecciones parlamentarias de marzo, y el entusiasmo no sólo se sentía en las organizaciones políticas sino desbordaba a vastos sectores de trabajadores, estudiantes, intelectuales y cristianos. Para ellos la visita –motivo de escarnio para la oposición- se constituyó en una suerte de “escuela de cuadros” que se iba dando a través de la radio, o de los actos a los que se lograba asistir. Aquellos eran tiempos de grandes discusiones, en que epítetos como “reformista” o “ultraizquierdista” formaban parte del vocabulario habitual de la militancia y la prensa de izquierda, y acciones como las tomas de tierras, ocupaciones de fábricas y terrenos eran vistas por sectores de la Unidad Popular como negativas para el proceso.
El 7 de diciembre de 1971, poco antes de la partida del líder cubano, Punto Final titulaba “Fidel trapeó con la derecha: Líder cubano dejó furiosos a la reacción y a los yanquis” y publicaba sus últimos discursos. Impactado por las incesantes muestras de cariño recibidas, a la vez que por las crónicas insultantes publicadas en la prensa de oposición, en el estadio de Rancagua aseveró: “Los reaccionarios están asustados por la amistad chileno-cubana”.
En un acto de masas de despedida en el Estadio Nacional, el líder cubano comentó que al llegar, había dicho que deseaba conocer las minas, el salitre, el cobre, el hierro, el carbón, los centros de trabajo, los centros agrarios, las universidades, las organizaciones de masas, los partidos de izquierda, y hablar con los revolucionarios e incluso con aquellos que sin considerarse tales, eran personas decentes. Y no se extrañó del cálido recibimiento porque “sabemos que donde están los obreros y los campesinos y los humildes, están nuestros amigos”.
El aprendizaje de Fidel
Y a ellos les reveló allí que en el curso de la visita aprendió “del fascismo en acción” y que regresaba a Cuba más radical y más revolucionario. En un chispeante diálogo, interrogó a los presentes acerca de quién aprendía más rápidamente, si el pueblo o los enemigos del pueblo. Cuando la masa le respondió que había aprendido más que sus explotadores, Fidel discrepó señalando: “Creemos sinceramente que el aprendizaje de los reaccionarios ha ido más rápido que el aprendizaje de las masas.” Explicó más adelante que a pesar de que el pueblo chileno partía de un nivel de cultura política superior al que tenía el cubano al empezar la revolución, la oligarquía chilena estaba mucho más preparada que su homóloga de la isla. Y la diferencia fundamental era a su juicio que en Chile la reacción “ha creado todos los instrumentos para librar una batalla en todos los terrenos, en el campo ideológico, en el campo político y en el campo de masas contra el proceso”.
Las debilidades del proceso
Comentando una noticia de un cable de Washington que decía que los días del gobierno popular estaban contados, pidió permiso al público que repletaba el estadio, para dar “la opinión de un visitante no turista” acerca de por qué mostraban esa seguridad los yanquis. Y cuando los miles de asistentes levantaron la mano autorizándolo, Fidel sentenció: “Se atreven a hacerlo por debilidades en la batalla ideológica, por debilidades en la lucha de masas, por debilidades frente al adversario, en la consolidación de fuerzas, en la unión y en la ampliación de fuerzas…” Recordó luego que Cuba venció en todos los frentes y lo hizo contando con un pueblo en armas. Y finalizó mostrando su admiración y respeto por las palabras d el Presidente Allende acerca de su decisión de entregar la vida por el proceso en marcha, señalando: “Sólo podemos decirle, querido Presidente, a usted y a los chilenos, que con Cuba puede contar, con su solidaridad desinteresada e incondicional, con lo que esa bandera significa, con lo que esa patria significa, no la patria de los explotados sino la patria de los hombres libres…”
La palabra de Fidel
Efectivamente los chilenos pudimos contar con Cuba en todos los terrenos porque la palabra de Fidel era y sigue siendo la de un fiel representante de su pueblo. Por distintas razones y en diferentes circunstancias, miles y miles de chilenos pasamos por Cuba o conocimos su solidaridad combatiente en los largos días y noches de la dictadura. El MIR, organización en la que milité, tuvo un importante apoyo de la revolución cubana en la lucha antidictatorial. En los tiempos más difíciles, siempre recordamos el esplendor de esa inédita visita, acorde con los días mágicos que vivíamos, intentando ganar el corazón de las masas y detener el avance de los enemigos del proceso revolucionario. Por todo eso, ¿Qué regalo podemos ofrecerle a Fidel en sus ochenta años, cuando él nos sigue hasta hoy ofreciendo su mejor regalo, contar con un pueblo armado de revolución?
Impacta leer ahora sus discursos de Santiago, Lota, Puerto Montt, porque él continuó siendo el jefe de una revolución invicta que no sólo apoya las luchas democráticas y libertarias en el mundo y América Latina, sino también exporta educación y ayuda humanitaria. Sin embargo el Chile que Fidel recorrió ya no existe: ese Chile en que el cobre era verdaderamente chileno; en que el salitre pertenecía a todo el país y no al ex yerno de Pinochet, Ponce Lerou; con una clase obrera poderosa y los mineros del carbón luchando en la batalla de la producción; con una estatua del Ché recién inaugurada en la comuna de San Miguel, con los campesinos recuperando la tierra y protagonizando la reforma agraria.... La recomposición es lenta, pero viene, con nuevas formas acorde a los nuevos tiempos y problemas.
Siempre los estudiantes
Fue con los estudiantes donde se produjeron más debates, y sin duda ése sería hoy el sector más inquieto y con más interrogantes. Por cierto entonces el movimiento estudiantil creía haber encontrado las respuestas, pero a la vez, en ese sector social se reflejaban también los diversos enfoques existentes en la izquierda chilena. Por ello resultan extremadamente interesantes los diálogos entre Fidel y los jóvenes de las universidades del Norte, de Concepción –cuna del MIR, Movimiento de Izquierda Revolucionaria- y la Universidad Técnica.
A los universitarios del Norte les advirtió que el sectarismo era capaz de destruir una revolución. “En nuestro país la fuerza de la revolución está en la unidad. Claro que nosotros no pretendemos ni mucho menos que cada cual vaya a renunciar a sus criterios, a sus ideas, a sus cosas, pero creemos que hay que tener conciencia muy clara de la importancia que tiene la unidad de las fuerzas revolucionarias….Si nosotros hubiéramos establecido una especie de secta de los guerrilleros de las montañas, ¿dónde habría tenido cabida el resto del país? La historia de nuestro país no la escribió un grupo de hombres, la ha escrito realmente un pueblo entero. …….La revolución debe tener un objetivo: ganar, sumar fortalecerse.”
Y ante los estudiantes de la Universidad de Concepción, sostuvo que las tesis de la Revolución cubana - las del Ché - tenían plena vigencia. Afirmó allí que “en Chile está ocurriendo un proceso revolucionario. Y nosotros incluso a nuestra revolución la hemos llamado un proceso: un proceso no es todavía una revolución, un proceso es un camino, un proceso es una fase que se inicia y si en la pureza del concepto lo debemos caracterizar de alguna forma, hay que caracterizarla como una fase revolucionaria que se inicia. Hay que tener en cuenta las condiciones en que se desenvuelve ese proceso, con qué medios, con que recursos, con qué fuerzas, qué correlación de fuerzas….”
La lucha antiimperialista
En cuanto a la región, expresó: “En América Latina tenemos que realizar una política de amplia unión con todas las fuerzas que tomen conciencia de la situación objetiva de explotación en que ha vivido nuestro continente. Que tomen conciencia…no hay que esperar que sea una conciencia avanzada o superavanzada o marxista: una conciencia nacionalista, es positiva; una conciencia progresista es positiva. Ojalá estuviéramos todos de acuerdo por lo menos en una cosa: en librarnos del imperialismo…Si todos los cristianos, si todas las religiones, si todos estuviéramos de acuerdo en que hay que librarse del imperialismo como cosa fundamental, ya tendríamos algo que nos uniría a todos, un mínimo esencial, pero no de poca monta!...Desde ese punto de vista nosotros saludamos y vemos con simpatía y aprecio extraordinario el movimiento que se ha desarrollado en los últimos años en el seno de los cristianos…” Más adelante reiteró “Nosotros vemos a los cristianos de izquierda, a los cristianos revolucionarios como aliados estratégicos de la revolución. No como compañeros de viaje ni nada de eso”.
Con los mineros
Las palabras de Fidel en Calama, donde habló luego de visitar Chuquicamata, la mina de cobre a tajo abierto, mostraron que comprendía perfectamente la importancia del cobre para la economía chilena. Allí habló de un concepto especial: “El heroísmo del trabajo”. Así lo explicó: “Es el heroísmo de todos los días, ese heroísmo de los hombres que construyen algo, que construyen el porvenir de su país. Y no es fácil esa tarea, muchas veces no es fácil que los hombres entiendan. Nosotros hemos conocido hombres que tienen un gran valor para el combate, son capaces de dar la vida, de ser héroes un día, pero nosotros por eso predicamos el heroísmo de todos los días, el heroísmo de esos obreros que abnegadamente, calladamente, tratan de dar el máximo y lo mejor por su país.”
En las oficinas salitreras de María Elena y Pedro de Valdivia afirmó –como efectivamente ha ocurrido- que esa industria de fertilizante tiene perspectivas de renacer y desarrollarse más en el futuro, y señaló que Cuba iba a requerir del potasio y del nitrógeno contenidos en el nitrato de potasio, para los cultivos de caña de azúcar, dando una verdadera clase sobre nuevos y posibles usos del salitre y sus subproductos
El camino chileno
En un diálogo con los dirigentes de la CUT (Central Unica de Trabajadores), en que alguien deslizó la duda sobre el apoyo de Cuba al proceso chileno por haber seguido éste el camino de las elecciones, sostuvo: “Un camino u otro depende de los hombres. Y conste que nadie le ha prohibido a nadie en ninguna parte hacer revoluciones. Y nosotros no tenemos el menor propósito de oponernos a que cualquiera la haga y por los medios que estime pertinentes. Y las victorias serán saludadas con júbilo….Pero sería absurdo concebir que los intereses afectados se van a cruzar de brazos….No existen revoluciones hechas, no se hacen en un día, no existen ni siquiera revoluciones preconcebidas; porque las revoluciones son hijas de las realidades, son hijas de la vida y son hijas de las leyes de la historia, y las hacen los hombres”.
El privilegio de la esperanza
Su gira por Chile concluyó en Magallanes, en Tierra del Fuego, donde emocionado por la recepción brindada por toda la localidad, expresó: “Al ver los niños de aquí participando de este acto nosotros recibimos una gran alegría, porque hay una contradicción en la realidad de la vida de los revolucionarios. Nos toca luchar por un mañana, nos toca luchar por un porvenir. Y la contradicción es precisamente esa: no podemos luchar por un porvenir y al mismo tiempo vivir ese porvenir... Nosotros no llegaremos a vivir en el mundo en que vivirán ellos, pero nos ha tocado el privilegio de luchar por el mundo en que vivirán. Otras generaciones pasaron por un mundo en que sólo les tocó sufrir las injusticias..no les tocó siquiera el placer de saber que estaban luchando para el mañana. Esta generación de revolucionarios que pretende construir un mundo, está construyendo un mundo para otros. No viviremos ese mundo muy superior, pero nos ha tocado el privilegio de luchar por ese mundo, de luchar por el mañana; nos ha tocado el privilegio de la esperanza. Esa es la generación que tiene una gran motivación para vivir y para luchar. Y por eso nos emocionaban las palabras del gobernador, del representante de los obreros”.
Finalmente Fidel habló como latinoamericano: “Cubanos y chilenos no luchamos sólo por Cuba y por Chile...Luchamos por lo que Martí llamaba “nuestra América”, por lo que Bolívar, O’Higgins, San Martín, Sucre, Mroelos y los demás próceres llamaban nuestra América. Y de esa América nuestra…ustedes los magallánicos, y nosotros, los cubanos, somos los dos polos. Y por eso, permítannos aquí, en esta Tierra del Fuego decirles que si ustedes son la Tierra del Fuego del Sur, se considere a nuestra Patria como la Tierra del Fuego del Norte. Y esos dos polos marcan los límites donde un alma nueva, donde un alma que lleva siglos de formación y cuya hora se acerca, se forma, se desarrolla y llegará a constituir la gran comunidad de nuestros pueblos, que tendrán derecho a un lugar en el mundo y a un brillante porvenir en el mañana.”
Gracias a la tecnología moderna, y al tesón de un grupo de jóvenes chileno-alemanes que recorriendo bibliotecas en Berlín, recuperaron para las nuevas generaciones los ejemplares históricos de la revista Punto Final, pude reencontrarme con el Comandante que conocí como reportera, invitada junto a otros colegas chilenos para el 26 de Julio de 1971. Nuestra entrevista está también publicada en Punto Final, edición número 137, con el título “Diálogo con Fidel Castro”. El trabajo del Grupo de Amigos de la revista, me ha permitido también compartir ese hallazgo con otros desconocidos cibernautas o con chilenos de mi generación que podrán descubrirse –o ver a sus niños- en las fotos de los actos. En una oportunidad, una joven, hija de un miembro de la guardia personal del Presidente Allende, me preguntó por fotos de la visita de Fidel, que entonces no supe cómo ubicar. Ahora, atención: en varias fotos se ve a miembros de la heroica guardia del primer mandatario chileno.
En julio, abrazándonos en la escalinata de la Universidad de la Habana, Fidel nos había confirmado que pronto visitaría Chile. Hoy, en sus cumpleaños 80, le digo que en verdad, él siempre estará con nosotros. Precisamente por ser parte de ese privilegio de la esperanza.
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