Homenaje a José Romero en 2005, Minas del Prado |
En la noche
del 14 de septiembre de 1973, un grupo de quince jóvenes militantes del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, al mando de Rubén Varas Aleuy
(“Nelson Ugarte”, 21 años, jefe del Grupo Político Militar, la estructura
regional Ñuble de la organización dirigida a nivel nacional por Miguel
Enríquez) decidió partir desde Chillán hacia la precordillera. Su objetivo era
defender con las armas el gobierno del Presidente Salvador Allende. Contaban
con un fusil M1, dos pistolas máuser, dos rifles 22, dos revólveres 38 y una caja de granadas
caseras. No tenían alimentos ni equipamiento de montaña. De los dieciséis
convocados al inicio, sólo uno desistió
luego de presentarse inicialmente. El
objetivo era iniciar los preparativos de una resistencia armada al golpe
militar desde los faldeos de Minas del Prado, y evitar la consolidación del
nuevo régimen. El MIR local confiaba en sus bases de trabajo campesino en la
zona.
Todo partió
con la acción de “expropiación” de una micro del recorrido urbano Irene
Frei-Quinta Normal, una Ford color verde agua, realizada por cuatro de los
resistentes, Jorge Vera González, Luis Veloso y Fernando Carrasco (taxista). El
lugar en que se recogería al resto de la columna sería el puente Cato. El encuentro se produjo con cinco horas de
retraso. Fernando tomó la variante Nahueltoro para llegar a un cruce ubicado
cerca del retén de carabineros de Tres Esquinas. Los uniformados los vieron
pasar pero no abrieron fuego. El jefe al mando del grupo, Rubén, evaluó
que al pasar ellos por el siguiente retén, Niblinto, ocurriría lo mismo y preocupado por el
retraso en la misión, ordenó continuar por esa ruta, aunque Uldarico Carrasco
lo urgía a tomar el camino que iba por el sector Calabozo para evitar el
enfrentamiento. Las ráfagas de carabineros que emboscaron la micro al cruzar el
puente del río Cato, cobraron de inmediato dos víctimas: Fernando fue herido y
quedó en la pisadera. Más tarde fue torturado y asesinado por el capitán José
Jara Donoso. El M1 de Luis Romero no funcionó, las granadas tampoco y mientras
Jorge Vera, parapetado tras la micro, cubría
la retirada de sus compañeros hacia el río Cato, y José Romero vaciaba su revólver disparando sin cesar, Bernardo Solís, el estudiante, corrió en línea recta siendo alcanzado por
una bala en la espalda y rematado en el lugar. El grupo se logra replegar pero
sufre dos nuevas bajas días después. En su intento de conectar compañeros en
Minas del Prado, ubicada a unos 18 km de Niblinto, Rubén y José son apresados,
torturados y asesinados en Minas del Prado. Pese a la intensa persecución que
incluyó helicópteros y fuerzas combinadas del ejército, carabineros e
investigaciones, el resto de la columna logra eludir la cacería en el mismo
lugar, con ayuda de unos pocos campesinos. Sin embargo Miguel Aparicio, Rodrigo Cifuentes, Alfredo de Toro, Luis
Romero u Jorge Vera y caen detenidos posteriormente en Chillán y permanecen varios
años en prisión para salir luego a un exilio forzoso. Rodrigo Cifuentes se
convirtió entonces en combatiente internacionalista. Luchó en Nicaragua por el
triunfo de la revolución y
posteriormente se unió a la guerrilla en El Salvador, donde murió en combate.
Jorge Vera hoy |
Jorge Vera, profesor y combatiente
Sobreviviente
del episodio del abortado inicio de guerrilla, Jorge Vera (de nombre político
“Vladimir”) tenía 22 años en 1973. Junto
a varios de sus compañeros integra hoy la agrupación “Verdad y Justicia” que preside
Luis Romero, cuyo hermano de José también integraba la columna “Micro Niblinto”. Por años en las
calles de Chillán continuó deambulando la micro que exhibía las balas de la
emboscada. Luis escribió “El día que soltaron las bestias”, sus memorias, publicadas
a fines de 2015 por Editorial Escaparate.
Jorge vive en el campo, en el sector cordillerano de Ñuble, y es primera
vez que relata cómo él vivió estos hechos que marcaron su vida. En 1973, Jorge,
alumno de la Escuela Normal, estaba terminando su año de práctica de pedagogía
en educación física. Fue encarcelado y torturado en Chillán y Concepción, en la
Cárcel de Talcahuano y en el Fuerte Borgoño. Lo entrevisté en Santiago,
acompañado de su esposa, Patricia Miranda, antes que Luis Romero lanzara su
libro y después que el diario La Discusión de Chillán contara por primera vez
la historia de la “Micro Niblinto” . Jorge va reconstruyendo los detalles:
“Lo bueno fue
que José Romero y yo pudimos identificar de dónde nos disparaban y pudimos
disparar, porque si no, nos matan a todos. José está desaparecido. El tenía una
P38 de 9 mm y yo una máuser. Eso permitió que no nos mataran a todos. El baja a
la pisadera cuando se avisa que hay un retén. Cuando los pacos nos disparan, él
responde. La micro se para porque le habían dado ya a Fernando, en el estómago.
Yo me pongo delante también, detrás de José, él los mantiene neutralizados, y
protejo la retirada de la gente; Rubén Varas y Pedro Oyarzún bajaron por la
pisadera de adelante, y Bernardo corre
hacia atrás de la micro, pero lo hace en línea recta, no zigzaguea ni nada y le
dan en la espalda… En el retén habían dos pacos y civiles que se ofrecieron a
hacer guardia como voluntarios, eran como 10 personas. Después de la balacera
llega un oficial de Chillán, José Jara Donoso, que toma a cargo el
procedimiento de búsqueda y peina el sector en busca nuestra”.
¿Y cómo se explican los hechos de Minas del Prado?
“Cuando el grupo se disgrega después del
enfrentamiento, once de ellos llegan a Minas del Prado y se determina ir a
tomar contacto allí con el Negro Matus,
un compañero que era nuestro punto de apoyo local. No lo encuentran porque a
Matus y a Montecinos, dirigente campesino del sector, regidor comunista, los
habían alertado y ambos deciden salir de la zona. Pensamos que en Niblinto, con la tortura, los
pacos pueden haber obtenido información de adonde nos dirigíamos. Porque a medio día los pacos fueron a Minas
del Prado y reunieron a todo el pueblo y le dijeron que iban a llegar
extremistas al sector y si ellos les prestaban ayuda, iban a bombardear el
pueblo. Cualquier cosa que vieran extraña ellos tenían que denunciar de
inmediato. Porque ese pueblo es muy especial, tiene una sola entrada. Está
rodeado de cerros, uno entra por un camino y sale por el mismo camino”.
Continúa el
relato Jorge: “Al no encontrar a Matus, los compañeros le dejan una nota por debajo de la puerta, informando dónde van a
estar. Un campesino los ve y le informa al potentado del pueblo, de apellido
Cofré, dueño de parcelas en el sector y de un galpón en la entrada de Minas del
Prado. Este tipo organiza a unos 30 campesinos que salen al encuentro de
nuestros compañeros y los reducen a golpes con palos, cuchillones y horquetas.
Los nuestros no iban armados porque iban a un pueblo amigo y decidieron dejar
sus armas al resto del grupo para su protección.”
¿Cómo explicas ese acto de barbarie?
“Por el terror
ante la amenaza que les hicieron los milicos y carabineros. No se sabe mucho de
Cofré. Murió hace poco. A José y Rubén
los llevan al galpón, los amarran, les siguen golpeando con herramientas de
trabajo y uno de los campesinos va a informar a carabineros. Los cabros se
pusieron a pelear con ellos…a José le pegan con cuchillones, que son palos para
cortar la zarza que tienen punta, le dejan colgando el brazo. Y en la noche del
día 15 de septiembre, llega un grupo
de Chillán con carabineros y milicos a
buscar los detenidos, los golpean, los torturan y a la salida del pueblo los
matan arriba de una camioneta. Después los trasladan a Niblinto en el mismo
vehículo. Esto se supo por una persona que vivía frente al sector donde fueron
los balazos y también por confesión de un milico.”
¿Qué tipo de trabajo tenía el MIR en Minas del
Prado?
“Teníamos
mucha confianza en el sector, conformado por pequeños propietarios campesinos
que trabajaban para Conaf en tareas de forestación. Muchos de ellos venían a
Chillán a escuelas políticas. Conaf llevaba dos o tres años con un plan de
reforestación con pinos en el cual trabajaba todo el pueblito y el jefe de
obras de una de las plantaciones, era un compañero nuestro, el Negro Matus.
Eran predios fiscales, antes había sido una mina de oro, que la explotaron
demasiado y causaron mucha erosión, lavaban los cerros para recoger el oro,
caía toda la capa vegetal de la tierra a los canales. El sector es grande,
separado por hijuelas, iban avanzando por partes. En la tercera hijuela está
Minas del Prado y la cuarta era Montaña, pero había que reforestar también a
los pies del Nevado de Chillán. En las escuelas de verano el MIR iba a estos
lados con estudiantes a hacer trabajo político, había bases del Movimiento
Campesino Revolucionario MCR que participaban. En ese sector, por su
conformación, no hubo reforma agraria.
El Negro Matus estaba integrado en este grupo, por eso íbamos a llegar allá y
él nos iba a orientar porque estaba viviendo en el sector, era el baqueano. Se
le mandó a avisar el mismo día 13 con una compañera, que el grupo iba para
allá.”
¿Por qué la demora de 4 horas?
“El MIR
decidió que el grupo tenía que irse el 13 de septiembre a las 11de la noche al
punto de encuentro en el campamento Por
la Razón o la Fuerza. Y el grupo llegó, llegaron todos. Uno reculó pero en
el momento, fue a la cita y después se quedó y dejó el arma botada, era de un
grupo operativo muy reciente. Pero todo el resto se mantuvo. Fernando Carrasco,
Rubén y Uldarico (Perico) eran casados y con hijos. Alfredo de Toro era casado
con la hermana de Perico. El nivel de
convicción era enorme. Fernando era militante PS pero participaba con nosotros.
Perico cuando lo vio llegar, le dijo: ´ No vayas, estoy yo, está mi cuñado,
tiene que quedarse alguien´ Pero
Fernando insistió: ´No, yo voy´, y no hubo forma de que entendiera.”
Jorge revela
que Fernando, que era chofer, sabía
dónde estaban la micro y su dueña.
“Y fuimos y
sacamos la micro. La señora opuso un poco de resistencia pero nada más, le
cortamos el teléfono, le dijimos que después iba a encontrar su micro en
Chillán. Llegamos con la micro al punto de contacto y el grupo no estaba.
Seguimos la ruta establecida. El jefe del grupo, Rubén Varas Aleuy dice:
´Vámonos caminando porque la micro va a pasar por ahí y así nos vamos a topar.´
Se fueron por el lado del camino. Entre el punto de contacto y el Puente Cato
había una distancia de unos 12 km. Si fallaba, el segundo punto era el Puente
Cato. Cuando se fueron ellos caminando, se le ocurrió a Miguel Aparicio que su
suegra vivía en el camino y pasaron a buscar pan, pero estaban recién haciendo.
Y se pusieron a esperar el pan. Nosotros pasamos por ahí, llegamos por el
camino casi al Puente Ñuble, volvimos para atrás buscándolos, con las luces
apagadas, y no los encontramos. Determinamos seguir hasta el Puente Cato y ahí
nos estacionamos. Llegamos a las 11y esperamos 5 horas y llegaron a las cinco
de la mañana…con pan. Si todos hubieran subido a la hora, habríamos llegado a Calabozo a la hora
convenida donde estaba Paco, quien tenía la información, y el trabajo político.
Después del enfrentamiento en Niblinto nos fuimos a la montaña, al sector de
Calabozo, descansamos un poco, pues tuvimos que atravesar un campo arado, y la
gran mayoría no había dormido en todas las noches del 12, 12 y 13, comíamos mal
y no dormíamos pues estábamos esperando las órdenes de qué hacer frente al
golpe. El grupo ya iba cansado. Llegamos a la parte alta de Calabozo y Rubén,
el jefe, me pide ir a la Escuela,
porque cree que debe estar María Elena,
y Paco, nuestro compañero que estaba ya viviendo en la zona, va a llegar ahí.”
¿Te refieres a María Elena González Inostroza, la
directora de la Escuela Nº 18 de Calabozo, que después fue detenida
desaparecida en la Operación Colombo y figuró en la lista de los 119 junto a su
hermano Hernán Galo?
“Sí, ella
hacía clases en esa escuela en el campo, la detuvieron en 1974. Hernán era
dirigente del Comité Local. Yo bajo a Calabozo. Me contacto con el campesino
donde iba a llegar Paco y me dice que cuando empezaron a pasar patrullas, Paco
se fue por tal lugar. Salgo a buscarlo pero no lo hallo. Y el campesino me dice
hay que fondearse. Detrás de la casa de él pasaba el río Cato, ahí me mantengo,
subo al cerro y observo el patrullaje y rastreo de los pacos. Los compañeros
estaban al frente mío…estaba el valle de Calabozo y la Montaña. Ellos también
observan las patrullas militares que todo el día peinan la zona. Llega la noche
y perdimos contacto. El grupo de Rubén, viendo que estaba siendo cercado,
camina hacia Minas del Prado, pero no encuentran la bajada y vuelven hacia
Calabozo, ahí en un vado atraviesan y logran llegar de amanecida a Minas del Prado.
Entonces Rubén y León bajan a tomar contacto.”
¿Cómo logras romper el cerco?
“Yo pierdo el contacto con el grupo y me quedo
toda la noche cerca de la casa del campesino de Calabozo, en un chiquero de
chancho y al mediodía el campesino me dice que va a ir a ver qué pasa en
Niblinto. Y luego me propone que me vaya a
Chillán por caminos internos, que él me puede endilgar a Coihueco, a
pie, hasta el tranque. Hice dedo y un camión carbonero me trajo a Chillán.
Tenía un arma y seguía con ella. Era una pistola Máuser prima, una grande, una
de las dos que funcionó y disparó. Quedaron como 7 tiros no más. Las granadas caseras tampoco funcionaron. La
construcción era buena pero el encendido era artesanal, una mecha con un fósforo
pero no encendió. Tenía una cintita que
había que sacar para que prendiera la mecha. El problema es que no había
depósito y las granadas se guardaban en un gallinero, o una carbonera o algún
galponcito, y Chillán es bastante húmedo.”
¿Qué pasó con los cuerpos de los compañeros?
“En los casos
de Fernando Carrasco y Bernardo Solís, sus cuerpos fueron entregados a sus
familias. Los dos de Minas del Prado siguen desaparecidos. A los días
siguientes del crimen los cuerpos flotaban en el río. Un estudiante que vivía
cerca del puente comentó en el Colegio Seminario de Chillán que había cuerpos
flotando. Y dos compañeros de él, estudiantes de cuarto medio, de 17 años,
fueron al río y los enterraron. Uno es Guillermo Stevens que fue gerente de
Copelec, Cooperativa de Ñuble. Los pacos
los detuvieron, pero luego los dejaron en libertad aunque sí tenían claro el
lugar del entierro. Pero cuando en la operación de “Retiro de Televisores”,
Pinochet ordenó desenterrar cuerpos en todo Chile, ellos fueron nuevamente
desaparecidos. En 2004 el juez fue a buscar los cuerpos, y no encontró nada. No avisó a familiares de la diligencia
por lo que solo buscaron en un lugar
específico sin más trámites.”
Rubén Varas Aleuy |
¿Qué características tenía el grupo de la Micro
Niblinto?
“De nuestros
compañeros destaco su coraje, la capacidad de luchar y tener en la mente que
había que resistir la masacre. Hay que tener en cuenta que al 14 de septiembre
ya había en Chillán un muerto tras el golpe, Iván Contreras Flores, también de
20 años, doble militante MIR/PS, estudiante, pero eso no hizo retroceder a
nuestro grupo. El jefe político era Rubén Varas Aleuy, dirigente regional del
MIR, que hacía trabajo político en poblaciones y sindical. Había dos tomas en
Chillán, los campamentos “Por la Razón y la Fuerza” y el “Ché Guevara”. Rubén
tenía 21 años, y era de Parral. para nosotros él era “Nelson Ugarte”, sólo
después conocimos su nombre real. En el informe Rettig figura como de Coihueco.
Por su ascendencia árabe, en broma algunos amigos le decían “Cara de Camello”. Tres compañeros pertenecían a nuestra
estructura de tareas militares, que el año 1969 había organizado un grupo
operativo en que estábamos Luis Romero (El Oso), Alfredo de Toro, el Negro Matus (que no cayó detenido), y yo.
Nosotros habíamos recibido instrucción
en Cuba por tres meses y también habíamos hecho el servicio militar. Otros
militantes hacían trabajo con campesinos
y pobladores. José Romero, hermano de
Luis, era el encargado militar de la estructura local, el Grupo Político
Militar de Chillán; era estudiante de servicio social en la Universidad de
Chillán, hijo de campesinos. Ellos conocían la zona de Cato porque vivieron
ahí. El más joven de nosotros, Miguel Aparicio,
tenía 17años, estuvo preso, ahora está en Holanda. Quien nos entregó las
armas previamente fue el flaco Oscar Angulo, que era nuestro jefe de la tarea de
informaciones. Está vivo. Su hermano Rolando, que fue nuestro secretario
regional en la clandestinidad, fue ejecutado por la DINA el 27 de abril de
1974.”
¿Han regresado a Minas del Prado ustedes los
sobrevivientes?
“Después que hicimos el monolito en el lugar donde
asesinaron a los dos compañeros, ese sector se transformó en un sector de
descanso, donde la gente pone sus animitas de los otros muertos del mismo
pueblo. Y es el
propio lugar donde fueron ellos baleados. El mundo real…los malos con
los buenos. Yo no olvido a don Sergio, el campesino que nos trajo harina y pan.
Hemos ido todos los años a Minas del Prado. La gente no sale de las casas. Y
vamos todos los años en caravana, el primer domingo después del 10 de
diciembre, Día de los Derechos Humanos. Ponemos música, vamos con la Agrupación
de Familiares de Detenidos Desaparecidos.
Muchas veces hemos entrado con marchas a Minas del Prado, y no sale
nadie de las casas. Una vez éramos como cien, iban los chicos de la Universidad
del BioBio, nos fuimos a la escuela donde trabajaba un profesor comunista y ahí
nos reunimos y comimos en memoria de los caídos.”
El galpón del horror en Niblinto |
¿Siguió trabajando políticamente el MIR después de
Niblinto?
“Sí, el partido intentó reconstruirse una y otra vez
y la represión siguió golpeándonos. Ricardo Troncoso Muñoz (Arturo), jefe militar de la provincia de
Ñuble, tras los fracasos en Chillán se trasladó a la capital y al quedar sin
contacto con la dirección del MIR, se asila. Pero luego al hacer contacto sale
de la embajada, y cae detenido con María Elena González y su hermano; ellos están desaparecidos. La
detención de otro dirigente, Ricardo Catalán por la SIFA, tuvo terribles
consecuencias porque él manejaba toda la información local. En abril de 1974, la DINA aniquiló a
la dirección regional del MIR de Chillán,
secuestrando en el Regimiento de Infantería
de Montaña N° 9 de Chillán a Rolando Angulo, asistente social
(Universidad de Concepción) junto a Ogan Lagos, estudiante de agronomía de la U
de Concepción, y a Bartolomé Salazar,
profesor de castellano en el Liceo de Niñas chillanejo. Tras la tortura
y muerte, sus cuerpos fueron abandonados en distintos sitios. El fiscal militar
de ese tiempo, Mario Romero, fue procesado en 2015 en el juicio por esos
crímenes.”
¿Cómo estaba organizada la DINA en la zona?
“Cuando se
formó la DINA, los Patria y Libertad de la zona, que eran los civiles de San
Carlos, bastante poderosos, entran a colaborar con el servicio secreto y le
entregan, casas y vehículos para que funcionen y ellos mismos se ponen a
disposición. Entregaron tres campos. El Carrizal, ubicado a unos 20 km de
Chillán y utilizado como casa para el jefe de la Dina, Fernando Gómez Segovia,
que llegó a tener grado de Coronel y hoy cumple desde 2014 sentencia en Punta
Peuco, de 5 años y un día por el secuestro y desaparición de Pedro Molina,
compañero de la Juventud Comunista de Lota que estuvo secuestrado en Colonia Dignidad. Gómez ocupó esa casa
todo el año 74 y es responsable por los
desaparecidos de Parral, donde fue el jefe de la DINA. El otro fundo se llama
Pomuyeto. Uno de los agricultores era Lincoyán Lagos Tortella, miembro activo
de Patria y Libertad. Ellos pusieron sus camionetas y autos para traslados de
presos de Carrizal a Chillán, y también los viajes desde el regimiento de
Chillán a esas casas de detención y tortura. El tercer fundo era Socorro, colindante con el río
Perquilauquén, de Luis Dinamarca, agricultor y Patria y Libertad, y al frente
estaba Colonia Dignidad. Se usó desde el 1 de enero del 74 hasta diciembre de
ese año, un año completo. Después la Dina tuvo sus propias casas, pero esto fue
para el inicio de la represión selectiva.”
¿Existía un plan del MIR local para responder al
golpe militar?
“Hacíamos
propaganda frente al Regimiento en Chillán, en junio y julio del 73 planteando
a los soldados que desobedecieran las órdenes de los golpistas. Pensábamos que
en caso de golpe, íbamos a contar con
alguna fuerza desprendida del Ejército, apuntábamos a generar eso en el país y
aquí. En Chillán también se formó un cordón industrial en la zona de Ultra
Estación, del sector poniente donde había pequeñas industrias, estaba también
la Empresa de Comercio Agrícola ECA que era importante pues se acumulaban los
productos agrícolas, estaba la feria de Animales y había dos tomas de terrenos,
el MIR tenía bastante influencia en el sector de pobladores. El plan se había
hecho en junio del 73. El plan A era resistir en la ciudad, donde estaba el
apoyo social, gran parte de la gente del MIR desde el 11 se trasladó a ese
sector que al principio no fue muy allanado. El 13 de septiembre, incluso el
comité regional funcionaba ahí en una casa de seguridad en el sector Ultra
estación, pero decide que no se debe hacer
la resistencia armada ahí y que hay que trasladar este grupo hacia la
cordillera para instalarnos en Minas del Prado y preparar la lucha primero en
el campo y luego llevarla a la ciudad. Las armas que llevamos eran pocas y
algunas quedaron en Chillán. No las habíamos probado nunca porque teníamos poca
munición.”
Patricia
Miranda es la esposa de Jorge Vera, y la interrogo para completar este
fragmento de historia de la resistencia al golpe en Chillán.
¿Patricia, qué rol cumplieron las mujeres en el MIR en
Chillán después del golpe militar?
“Todas mis
hermanas eran simpatizantes y los primeros días, inmediatamente después del
11de septiembre había que trasladar todo a Ultra Estación y todas estas mujeres
con faldas cortas, llevaban los bolsos con armas…Había que pasar por el control
de milicos que había en el paso bajo nivel que está al lado sur de la
Estación. Eramos como seis o siete
mujeres, e hicimos varias pasadas porque también llevábamos información que era
para Rubén, el jefe del MIR. Mi hermana menor, super linda, con la falda más
corta, encabezaba el grupo, y el milico le decía: ´Le ayudo mijita´ y ella
pasaba. Limpiamos todas las casas del MIR de documentos comprometedores,
ayudamos también a la gente del Partido Comunista. Mi hermana estaba recién
parida, y todo lo poníamos debajo del coche de la guagua, con la bebé encima!!!
Y abajo iban las armas. No teníamos miedo. Es que no había alternativa porque
si no, nos iban a matar los maridos. Y después, cuando nuestros familiares
cayeron presos, nosotros llevábamos y traíamos toda la información.”
¿Tan decididas eran las mujeres del MIR?
“Una vez con
mi cuñada nos amanecimos, había que ir a avisar que detuvieran una acción
armada. Esto fue después de Niblinto, el mismo año 73, fuimos con mi cuñada y
pasamos por el Retén…y dijimos que íbamos a un velorio. Los miristas estaban
acuartelados en la casa de un paco jubilado, pero no nos conocían y no se
atrevían a abrir. Pero el guatón Arturo (Ricardo
Troncoso) reconoció a la hermana de Jorge y ahí salió a abrir la puerta. Les
informamos entonces que la acción no iba. Y se puso a llorar porque estaban
listos para salir. Eran los miristas más importantes, estaba toda la dirigencia
ahí, pero la contraorden la dio el encargado
de reorganizar todo. Luego de dar el mensaje nos teníamos que ir. Y como
era tan tarde y había toque de queda, nos escondimos en los hoyos de los
alcantarillados y nos amanecimos ahí….hasta el otro día.”
Los procesos judiciales
Retomando la
entrevista a Jorge Vera, le consulto por los resultados de los juicios en el
caso de la micro Niblinto. Señala al respecto:
“En el proceso
judicial por los asesinatos y torturas de José Romero y Rubén Varas la Corte de
Apelaciones sobreseyó al jefe de retén de Chillán Viejo, capitán Luis Valdés
Castillo, que había sido condenado en
primera instancia porque él los sacó de
Minas del Prado. Se perdió el caso en la Corte Suprema porque inexplicablemente
el abogado Hiram Villagra no se presentó a apelar. Actualmente se intenta
juntar las tres causas, a partir de la reapertura del caso de Fernando Carrasco
y se busca reabrir la demanda por Bernardo Solís. Es claro el encubrimiento que
hacen las fuerzas armadas sobre los criminales. El juez pide la nómina de los
carabineros que ejercían en Chillán Viejo pero estos hacen aparecer otros, lo
que es una contradicción con la declaración de un suboficial arrepentido, que
dio los verdaderos nombres. Se comprueba
el pacto de silencio de las instituciones hacia los victimarios. Y la corte
tiene que guiarse por eso…También se perdió el expediente del juzgado. Nosotros
como Verdad y Justicia siempre quisimos saber la verdad, la del otro lado, por
eso iniciamos los procesos y le pedíamos al abogado que de cada declaración de
un verdugo nos entregara las fotocopias. Y así tuvimos el expediente completo.
Incluye los testimonios de los campesinos
que declararon que estaban obligados.”
En Chillán la impunidad
es la regla. Tras el golpe militar, en Chillán
hubo 110 detenidos desaparecidos y 1.100 presos pasaron por el Regimiento Nº 9 de Chillán, la Segunda
Comisaría de Carabineros y el Cuartel de Investigaciones. En todo Chile, las 21
comunas de Ñuble son, después de Paine, la segunda zona rural con un número tan
elevado de detenidos desaparecidos en relación con su cantidad de habitantes. Y
no hay condenas para los criminales, salvo por Gómez Segovia Según cifras del Programa de Atención y
Reparación integral de Salud PRAIS, en nuestra provincia de Ñuble, que
actualmente tiene una población de 441.604 habitantes, se calcula que el
10% del universo total de habitantes forma
parte de los detenidos desaparecidos, presos políticos, ejecutados, exonerados
y exiliados. Además de Gómez Segovia, sólo cumple condena efectiva en Punta
Peuco, también a cinco años y un día, el general en retiro Patricio Jeldres
Rodríguez, por la desaparición de dos dirigentes campesinos, Gilberto del
Carmen Pino Baeza y Sergio Enrique Cádiz Cortes, este último dirigente
campesino provincial y presidente del asentamiento campesino de Santa Rosa, del
sector Cato. Ese criminal fue el primero en ser condenado por crímenes en Ñuble
a pena efectiva. En nuestra declaración como Verdad y Justicia, afirmamos entonces:
`Los caminos de la justicia tardan pero llegan, y soñamos que sigan llegando.”
¿Cómo fue tu exilio y el retorno?
“Estando
en el exilio, en Holanda, nuestra misión
fue denunciar a la dictadura y relatar lo que sucedía en nuestro país y nuestra
provincia, y lograr la solidaridad del
pueblo holandés. Pensábamos en volver a nuestro país. Pero el plazo se extendió
y la dictadura se perpetuó en el poder. Con algunos compañeros que
estuvimos juntos en prisión conversábamos y soñábamos en volver a nuestra
región y trabajar en el campo porque eso nos volvería a estar en comunidad e
integrarnos con el pueblo. Pero cada uno volvió finalmente por sus propios
medios. Mis hijos volvieron primero, con su abuela, para facilitar
la vuelta y su integración. Con Patricia volvimos en 1992, con la idea de trabajar en el campo, y lo
hicimos. El país era otro, el MIR no existía. La política estaba renovada.
La desmovilización social era evidente. Eso
nos obligó a repensar en todos los compañeros que habían dado sus vidas por
construir otro Chile. Podríamos decir que nos ataron de mente y de manos y nos
inundó una profunda tristeza e impotencia. Solo quedaban los derechos humanos de aquellos que lucharon. Así fue como nos organizamos en la Agrupación
Verdad y Justicia, a buscar la verdad, saber donde estaban y como fueron los
hechos, a buscar Justicia, a recordarlos
y hacer memoria por todos los caídos. Empezamos la lucha en los tribunales,
para buscar los testigos, lo que significaba enfrentarse a los verdugos e
investigar. En fin hacer la pega mínima que la legalidad burguesa nos permite.
En muchos procesos se ha establecido la verdad dicha por los propios verdugos,
lo que permitió establecer los errores cometidos por el partido y sus
militantes.”
¿Cuál es tu reflexión final?
“El MIR
durante la Unidad Popular creció enormemente, con una base popular combativa en
nuestra región agrícola. Nuestro trabajo era luchar por la Reforma Agraria e integrar a las bases
campesinas que no estaban organizadas y no se les permitía participar en el
proceso. En Chillán teníamos fuerza en la Escuela de Agronomía de la U de
Concepción; era nuestra base de apoyo, de donde salieron dirigentes regionales,
como Rolando Angulo, Ogan Lagos y Ricardo Troncoso caídos tras el golpe militar.
El Mechón Oyarzún, miembro de nuestro grupo Niblinto, era estudiante de esa
escuela. Como organización, nos encontramos con una resistencia armada de
los latifundistas, agricultores que en su mayoría eran de Patria y Libertad
y que venían oponiéndose a la Reforma Agraria desde el gobierno de Eduardo
Frei. Nosotros no fuimos capaces de fortalecer ese
crecimiento en tan poco tiempo y no teníamos la experiencia necesaria para
impulsar una vanguardia. Yo creo que el MIR colapsó el 11de
septiembre. No fuimos capaces de coordinar nada y no se logró tampoco hacer
algo con la Unidad Popular. Y sin embargo esta incapacidad nos puso en disposición
para resistir. Los quince compañeros
idealistas que ese día fuimos rumbo a Minas del Prado pensamos ingenuamente que
seríamos un ejemplo a seguir…Con pocas armas, soñamos que nosotros daríamos el
inicio a una gran lucha.”
La columna Niblinto
Arriba en la cordillera:
Rubén Varas Aleuy, “Nelson Ugarte”, 21 años jefe del grupo, DD
José Romero Lagos, 22 años, “León” DD, estudiante servicio social
Bernardo Solís “Freddy”, 20
años, Estudiante de Pedagogía, Muerto en acción
Fernando Carrasco “Raimundo”, 25 años, PS-MIR,
chofer de taxi. Muerto en acción.
Sobreviven rompiendo el cerco:
Miguel Aparicio “Oveja”
Alejandro Carrasco “Ignacio”
Uldarico Carrasco “Pablo”
Rodrigo Cifuentes “Caracul”,
internacionalista muerto en El Salvador
Alfredo de Toro “Eustaquio”
Melanio Gutiérrez “Alex”
Pedro Oyarzún “Mechón”
Juan Poblete “Fakiro”
Luis Romero “Rogelio”
Luis Veloso “El electricista”
Jorge Vera González “Vladimir”
Santiago, 13 de septiembre de 2016
Lucía Sepúlveda Ruiz
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