miércoles, julio 29, 2009

Obispo Ysern defiende derechos ancestrales a la semilla


La necesidad de “reconocer los derechos que los campesinos y pueblos indígenas ya tienen respecto de las semillas nativas” destacó monseñor Juan Luis Ysern, obispo Emérito de Ancud y actual Presidente de Caritas Chile, el martes 28 de julio en la sesión de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados que analiza el proyecto de ley sobre Derechos de Obtentores Vegetales*, iniciativa rebautizada por organizaciones sociales y ambientales como de Apropiación de la Semilla Nativa por las Transnacionales y sus filiales locales.

El prelado, de nacionalidad española, ejerció su magisterio en Chiloé por más de 30 años. Es medalla nacional Pablo Neruda (2005) por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, entre muchas otras distinciones que incluyen la orden de Isabel La Católica conferida por Juan Carlos, Rey de España, por su aporte en el rescate de la cultura chilota. Ysern dialogó con los parlamentarios en torno a los potenciales impactos del proyecto, acompañado de Alicia Muñoz, presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI).

El obispo evaluó positivamente su paso por la Comisión: “Después de escuchar mi exposición, algunos parlamentarios me hablaron de que se podría ‘conceder’ derechos a los campesinos sobre las semillas. Respondí expresando que precisamente ése es el centro del problema, puesto que, por el contrario, hay que partir del reconocimiento de sus derechos. Al conceder, estamos hablando de algo que harán las empresas, los poderosos”. El calificó como situación de injusticia la concesión de todos los derechos al “obtentor” y el no reconocimiento de los derechos colectivos ancestrales campesinos e indígenas. Sin duda, expresó, en el trasfondo hay una concepción de propiedad vinculado a las ganancias, contrapuesto al concepto humanizador que reconoce el patrimonio común de la humanidad. En este sentido, él se preguntaba: “¿Es posible patentar bienes que son parte esencial de la vida humana: el agua, los genes, la vida misma?”.

Relató, asimismo, que entregó a los parlamentarios un ejemplar de la nueva encíclica papal “Caridad en la Verdad”, que aborda el tema del desarrollo, también citado en su planteamiento ante la citada Comisión, en la que pidió que frente a cualquier decisión se considere a la persona integralmente, como eje de la sociedad que queremos construir.
Atropello a la identidad cultural
El obispo -que el año 2000 fue declarado miembro del Pueblo Huilliche por el Consejo de Caciques de Chiloé- sostuvo que la iniciativa implica un atropello a la identidad cultural campesina e indígena puesto que no ha existido el diálogo que permita discernir lo mejor entre lo existente y lo nuevo, con referencias críticas que sean humanas.

Fundamentó su postura aseverando: “Cuando una persona cambia siguiendo esas referencias, no pierde su identidad. La identidad no consiste en mantenerse haciendo siempre lo mismo, sino en ser él mismo. La identidad es un proceso de crecimiento como protagonista responsable de su propio camino. En el momento que alguien se masifica y, simplemente, se deja llevar del ambiente dominante, pierde su identidad. Los campesinos e indígenas que de pronto son impedidos para seguir de acuerdo a sus normas de cultivo, sin haber participado en mesas de trabajo para buscar formas nuevas y poder tomar decisiones personales, son atropellados en su identidad. Es un atropello a la dignidad de esas personas humanas.”

Más adelante se refiere al nuevo atropello que se produce cuando el proyecto de ley sale en defensa del “obtentor” en el caso que los campesinos e indígenas actúen según sus costumbres disponiendo libremente del producto de su cosecha. Así puede deducirse de lo establecido para quienes sean acusados de no cumplir con la ley (artículos 53, 54, 55).
Rechazo al modelo de desarrollo
En su exposición referida a los aspectos éticos de la ley, el obispo planteó que el modelo de desarrollo que impulsa lo reduce al simple progreso de la técnica, generando un resultado deshumanizado al hacer uso de recursos que pertenecen a toda la humanidad. Criticó que en el proyecto de ley “no sólo no existe una real preocupación por las personas, ni por el diálogo, sino que además, se abre la posibilidad para despojar a los campesinos e indígenas de su derecho a seleccionar, mejorar, y guardar la semilla de su cosecha (Artículo 48) y para la apropiación indebida de los recursos biológicos del país, la privatización de los conocimientos y la protección de la propiedad privada de las empresas transnacionales sobre el patrimonio colectivo de las comunidades campesinas e indígenas. Se abre el paso a la expropiación de la biodiversidad agrícola y silvestre de Chile al extender los llamados derechos de obtentor a todas las especies vegetales (Artículos 2, 6, 7, 8,9)”.

Para el obispo, ello implica que el país se mantiene en el criticado modelo de desarrollo que nos ha llevado a la actual crisis, y que redunda en provecho de de grandes empresas que se enriquecen sin medida.
El medio ambiente

Con relación al medio ambiente recordó a los parlamentarios que “tenemos un deber muy grave de entregar la tierra a las generaciones futuras de modo que la puedan habitar dignamente y continuar cultivándola. Somos cuidadores de la naturaleza “para custodiarla, hacerla productiva y cultivarla también con métodos nuevos y tecnologías avanzadas, de modo que pueda acoger y alimentar dignamente a la población que la habita” (Caritas en Veritas, 50). De ninguna manera somos dueños para hacer lo que se nos ocurra sin pensar en los demás”.

Denunció asimismo que la biotecnología favorecida por este proyecto conduce hacia la uniformidad genética con pérdida de la biodiversidad en los campos, donde se imponen monocultivos extensivos. Con los cultivos transgénicos se produce daño a la fauna y los insectos benéficos, con negativas consecuencias para el medio ambiente.

El obispo insistió en la necesidad del diálogo, como proceso que permita a todos asumir, aportar e incorporarse en esta dinámica de cambio. “No se puede forzar a nadie a entrar en esos procesos sin dar posibilidad al discernimiento y sin dejar que use su libertad. Quienes entran en esa situación son personas que así pierden su identidad, no han sido partícipes protagónicos de este proceso que les incumbe y les afectará la calidad de sus vidas y la de sus descendientes. Esto clama justicia y respeto a la dignidad de esas personas.”, agregó.

Por mi parte, no puedo dejar de opinar aquí, en mi propio espacio: ¡qué alegría re-conocerme en la palabra de un obispo! de quien, desde luego no esperaba menos, por su trayectoria en favor de los huilliches y de la biodiversidad y la cultura en Chiloé. Esta es la iglesia que respeto y de la que provengo. Ojalá hubiera muchos otros obispos así.


*El proyecto de ley que se discute es sobre Derechos del Obtentor de Variedades Vegetales que deroga Ley 19.342 (Mensaje Nº454-356), 22 diciembre 2008. Texto completo de la ley, por cierto escrita en un lenguaje ininteligible y equívoco, en Boletín Nº 6355-01 de la Cámara de Diputados, www.camara.cl

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