Cada día que me subo a la micro que me lleva al trabajo o cuando tomo cualquier otra cuncuna en el transcurso del día, mis ojos se quedan pegados en el cartel desplegado en su interior, que dice algo insólito pero lo dice en serio y con letras bien grandes, imposibles de ignorar: "Transantiago, la locomoción que usted se merece".
Miro a mi alrededor y veo gente buscando desesperadamente un asiento -son muy pocos los disponibles y están en altura- mientras trata de no caerse y de aferrarse bien a la barra de arriba. Para qué decir la gente mayor mayor (hago la distinción porque también estoy mayorcita, vaya). La mayoría de los más viejitos han desistido de subir porque la pisadera de entrada es muy alta y creo que arriba no podrían mantenerse en equilibrio.
Y pienso si esta es la maravilla que nos merecemos los peatones santiaguinos el 2007...
Debo agregar que el paradero desde el cual inicio mi viaje en Grecia, frente al colegio Alcántara, lo cambiaron. Anularon el anterior, que tenía una hermosa sombra de uno de los escasos árboles que sobrevivieron al Transantiago en la avenida Grecia. Ahora el paradero está unos cinco metros más al poniente, no hay árbol alguno, sólo el moderno armatoste de refugio que durará hasta la próxima protesta del 11, y además como voy con chalas, quedo llena de tierra porque el suelo es de tierra, no está pavimentado. Todas las mujeres nos miramos los pies instintivamente antes de subir a tomar la micro...
Otro de los grandes "aciertos" del Transantiago es que en la Rotonda Grecia, donde miles de personas van a tener que hacer los cambios, el paradero próximo después de la rotonda y hacia la cordillera, está varias cuadras más arriba. Es horrible caminar a pleno sol. Ya les conté que los árboles de ese tramo de Grecia fueron cercenados en el verano pasado cuando se iniciaron las obras de ensanchamiento de la avenida. Y me imagino cómo será caminar bajo la lluvia después...
Cuando el chofer se demora, ahora pasan cosas simpáticas. Los impacientes empiezan a zapatear en el piso y el chofer les contesta con ganas: "¿Qué alegai?...espérate no más cuando venga el Transantiago, ahí sí que vai a ver!"
Sin embargo hoy me´pasó algo increíble. En la 217 iba un chofer jovencito y algo regordete que se reía ¡a carcajadas! cuando le intentaron pasar -en broma- un billete falso de diez lucas. (Debe de haber estado reemplazando a algun pariente de vacaciones). Felicitó al bromista y a cada pasajero que bajaba le daba un consejo o le decía una talla. A una hermosa lola que llevaba unos pendientes tipo triángulo, muy brillantes y dorados, le dijo que tuviera cuidado porque podía quedarse sin oreja. A mí, que me bajo después de la parada de Salvador, me dijo "Afírmate bien mi amor porque aquí las puertas se abren en forma muy violenta".
Sólo me queda rogar porque el gordo de la 217 siga trabajando en algún recorrido con ese mismo buen humor de hoy día. Porque debo reconocer que nunca un chofer de una micro me había dicho "mi amor".
Y Juan se fue para el sur hace días...
1 comentario:
Hola tia!!!! No sabe cuánto me reí con sus comentarios sobre el transantiago... Tiene toda la razón, ahora que estoy de peatona me he dado cuenta de muchas de las cosas que dice. Aunque cuando era automovilista no era ciega tampoco, por lo que sabía que esto no tenía buena cara.
Esperemos que ese amable conductor que usted describió siga trabajando para alegrarnos los largos viajes que hacemos diariamente.
Recuerdo que también en Viña-Valpo. tuve la oportunidad de conocer un chofer muy parecido. A todos los que se bajaban les hacía comentarios sobre por dónde era más seguro irse y qué calles tenían que tomar.
Espero seguir encontrado historias tan reales como esta en su blog.
Saludos.
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