Rescato este artículo de mi compañero, Augusto Carmona Acevedo, asesinado el 7 de diciembre de 1977, pensando en qué temas le preocuparían hoy, ¿sobre qué estaría escribiendo? Aquí algunos luces sobre ello con esta nota publicada en la revista Punto Final, el año 1970 (del Archivo Histórico de PF).
"El acuerdo firmado entre la CUT y el gobierno democratacristiano está lejos de imponer la paz social en el país, como han querido diversos personeros oficiales. Es fácil advertir en las declaraciones públicas de ministros y subsecretarios la intención de influir en los trabajadores elogiando ese acuerdo como ejemplo de cordura que es necesario imitar en todos los niveles. La firma de los dirigentes de la CUT avala el compromiso como un documento irrefutable. El ministro de Justicia de Frei, Gustavo Lagos, reprochó la conducta de los trabajadores del Poder Judicial, en los días de la exitosa huelga de este sector, comparándola con la posición adoptada por la directiva de la CUT. El subsecretario del Interior, Juan Achurra, respondió los violentos ataques del presidente de la Confederación del Comercio y la Producción, Jorge Fontaine, señalando que en el país hay "paz social" y que prueba de ello es el acuerdo con la CUT. Pero la realidad del obrero chileno sigue imponiendo situaciones de lucha al margen de cualquier arreglo, por alto que sea el nivel en que éste se haya tomado. El acuerdo CUT-gobierno de hecho ha sido esgrimido por sectores interesados en usarlo como una llave de conciliación que mitigue el choque de clases.
Ejemplo de ello son las huelgas que al cierre de esta edición mantenían en el llamado "cordón industrial" de Macul. En el último mes, posterior al acuerdo CUT-gobierno, surgieron en ese sector brotes de rebeldía obrera que se desarrollan dentro de modalidades de lucha que, sin ser novedosas, están dejando de lado la tramitación legalista de los conflictos.
En esta oportunidad no trataremos * la huelga en la industria FENSA, la más conocida por el público (PF Nº 93). Queremos llamar la atención de otros dos conflictos, menores en cuanto a su efecto en la economía, pero igualmente importantes por su aporte a la combatividad de la clase obrera.
El 1º de noviembre, en la noche, el industrial y próspero hombre de negocios Amado Paredes Cárdenas, recibió un telegrama en su casa, donde se le comunicaba la formación del sindicato en la Carrocería METALPAR, de su propiedad, con 137 obreros. La manufacturera de estructuras metálicas tiene 5 años de existencia, pero hasta la fecha Amado Paredes manejaba a sus operarios sin dificultades, poniendo las condiciones de trabajo que más convenían a sus utilidades.
Mediante la compra de los dirigentes que se insinuaban entre los obreros y otros métodos, el industrial desbarató todo empeño de sindicalización. Sorpresivamente, estos esfuerzos que en ocasiones significaron desembolsos económicos, se vieron frustrados la noche del 19 de noviembre de 1969. El sindicato estaba legalizado y la reacción patronal no se hizo esperar: despidió sin más trámites a cuatro miembros de la directiva, la medida no surtió efecto: una reunión ampliada realizada fuera de la fábrica, decidió tomarse el local de la industria.
A una medida de fuerza del patrón, los obreros respondieron con un golpe mayor, dirigido a afectar los intereses materiales del industrial, en una lucha de clases que se presentaba claramente, sin ambages, en ese pequeño reino del capital privado. Los obreros dieron además un importante paso, al convertir la lucha economicista de los primeros días en un movimiento de mayor contenido ideológico, a partir de la toma de la fábrica. Esta medida se adoptó cuando los obreros, que aún no estaban sindicalizados, gestionaban un pliego de peticiones ante la Junta de Conciliación del Trabajo. La Junta rechazó el pliego porque había un acta anterior por la cual los salarios que pedían ser mejorados regían hasta marzo de 1970. Sólo entonces, los trabajadores se enteraron de los términos de un arreglo que un año atrás aceptaron confiadamente. La compra de dirigentes para llegar a acuerdos a espaldas de las asambleas, era el método preferido por el industrial para resolver los conflictos gremiales. Todo lo cual le era más fácil cuando no existía un sindicato organizado en forma. Los obreros perdieron la lucha por el aumento de salarios, antes de iniciarla. Se vieron burlados y el engaño motivó para la acción hasta a los más moderados. El sindicato nació como única forma de defensa de sus intereses y tomó su fuerza, principalmente, de la reacción contra los vicios de las negociaciones privadas con el patrón, al margen de las bases. Amado Paredes, acostumbrado al lenguaje del dinero, reaccionó contrariado y optó por despedir a la directiva, intentando borrar de un manotazo una organización que entorpecía sus cálculos.
Los dirigentes despedidos: Veniero Medell, presidente, Joel Caro Orbenes, tesorero. Oscar Fuentes y Jorge Price, directores. Posteriormente, el industrial agregó a la lista a Francisco Cortés, otro director. Las razones invocadas fueron la uno y dos de la Ley de "Inamovilidad", que se refieren a caducación de contrato por atropello a la autoridad empresarial. Para esto último. Paredes invocó una discusión que tuvo con los cuatro primeros dirigentes días antes del conflicto.
Después el industrial hizo llegar un notario hasta METALPAR comunicando el despido de todos los operarios de la carrocería. Ninguno de ellos firmó la notificación. Los dirigentes explican que al tomarse la fábrica estaban conscientes que iniciaban una lucha en defensa de la conquista recién adquirida y que el pliego económico pasaba a un segundo plano, postergado probablemente para este mes de enero.
El sindicato demandó al industrial por despido injustificado de personal, y actualmente la querella está en el Segundo Juzgado o. El objetivo del movimiento es básicamente la reincorporación al trabajo de los dirigentes despedidos. Estos obreros perciben salarios de 70 a 150 escudos semanales. La fábrica fue tomada por los trabajadores el 17 de noviembre pasado.
El presidente del sindicato, Veniero Medell, explicó a PF cómo se produjo la adhesión en torno a un movimiento que rebasa los marcos económicos. Señaló que se trata de una directiva sindical nueva, con dirigentes jóvenes, (él mismo tiene sólo 21 años), que impuso una política combativa, sin claudicaciones y un estilo de conducción basado en la voz de las asambleas. Esta política tuvo eco en otros sectores, especialmente estudiantiles, lo que a su vez anima a los trabajadores de METALPAR a seguir su movimiento. La colaboración estudiantil es un aspecto que resalta en la corta historia del sindicato de la carrocería de calle Vicente Pérez Rosales. Un grupo de estudiantes del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, agrupados en el Comité de Solidaridad Gremial que reúne a diversas corrientes de la izquierda revolucionaria y a sectores cristianos avanzados, hizo suya la causa de los obreros de METALPAR y participa junto a ellos en la toma de la fábrica. El dirigente obrero Francisco Cortés dijo a PF que la alianza obrero-estudiantil tiene aún muchos vacíos en el país. Surtiría mayor efecto, señaló, si realmente existiera una unidad más amplia a lo largo de Chile.
Hasta ahora son pocos los estudiantes que tienen real interés en la lucha de los obreros, agregó Cortés (23 años, director del sindicato de METALPAR). "Muchos vienen a las fábricas a sentir emociones, a mirar lo que pasa, pero nada más. Pero su papel es otro: deben concientizar al obrero y hacerle ver el papel importante que juegan en la sociedad. El movimiento obrero-estudiantil debe ser nacional y una palanca de peso para sacar de la explotación a los trabajadores". El sentido crítico es una característica de los dirigentes del sindicato METALPAR. Francisco Cortés cree que la lucha sindical en el país es limitada. "Hasta el momento, dice, los obreros seguimos siendo postergados dentro de esta sociedad. Los trabajadores no tenemos unidad y la falta de esta unidad hace que nuestra lucha sea limitada. Todavía dentro del movimiento obrero se lucha por grupitos y sólo para esos grupos. Es necesario conseguir verdadera unidad para pasar a la ofensiva. No creo que nuestra lucha sea pacífica, ojalá lo fuera, pero no lo creo real, porque la clase dominante no entregará el poder a la buena. La lucha de los trabajadores, en algunos casos, es sangrienta. Pero si el trabajador está decidido tiene que dar la pelea como venga, como lo hacemos nosotros aquí adentro, que no cederemos con Grupo Móvil o sin Grupo Móvil: ese espíritu es el que nos alienta y la gente sabe que no estamos abandonados".
Los dirigentes del sindicato METALPAR expresaron a PF que hay desconcierto y frustración en la clase trabajadora.
Señalaron que muchos obreros de la pequeña y mediana industria manufacturera (que es la que abunda en el sector Macul y La Reina) no desarrollan ninguna acción porque no tienen quién los guíe. "Nosotros mismos, dijeron, no teníamos una idea clara del manejo de nuestro problema hasta que vinieron el Consejero provincial de la CUT, Joel Huaquiñir, y los estudiantes. Hoy día podemos agregar, señalaron, que ha crecido el espíritu colectivo en nuestro sindicato, la concientización de cada uno de nosotros y que hay una mayor conciencia de clase para enfrentar los problemas particulares y nacionales".
Las palabras de estos dirigentes se ven confirmadas en el conflicto de los obreros de la industria textil ARRIGONI HERMANOS, ubicada en Las Dalias, al interior de Macul con 79 obreros. Sin experiencia sindical ninguna, iniciaron el 19 de diciembre una huelga legal por un pliego de peticiones de un 60 por ciento de reajuste.
Su experiencia y la falta de asesoría tuvieron resultados. Ayudados por cinco policías civiles, los industriales (tres hermanos que se destacan como dirigentes de la rama ciclística del Club Audax Italiano), hicieron firmar a cuatro obreros, dos de ellos dirigentes sindicales, la "renuncia voluntaria" a su trabajo. Explícitamente, el documento firmado reconocía una acusación de robo hecha por los patrones. Para esta acusación, traducida posteriormente en una querella criminal contra los obreros, los hermanos Arrigoni montaron una burda comedia, alertados sobre la declaración de la huelga.
Hicieron entrar a la policía a la fábrica y acusaron a los operarios de robo de materiales. Investigaciones negó la autenticidad de los funcionarios. Estos obligaron a golpes a los dirigentes Orlando Muñoz y Rene Oyarzún a firmar la "renuncia". La falta de instrucción sindical o de cualquier tipo de combatividad, se apreció mayormente el mismo día que se declaró la huelga. Los industriales sacaron del local gran parte de la maquinaria para montarla en otro sitio. De esta forma, la huelga perdió gran parte de efectividad. Cuando conversaron con PF, los obreros de Arrigoni Hermanos dijeron que sólo contaban con la ayuda de los estudiantes del Instituto Pedagógico. "Ellos son nuestro gran apoyo, dijeron, nos enseñan en asuntos sindicales que a veces no entendemos, pues ninguno de nosotros tiene experiencia. Sólo sabemos, agregan, que no podemos volver a la fábrica derrotados, mejor es irse y esta huelga seguirá hasta ganar el pliego". El aumento que piden es de 60 por ciento para salarios de 46 a 150 escudos, a lo que se suma la falta total de seguridad en el trabajo y el incumplimiento de leyes sociales."
A. C.
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