Con todo, marchamos por el Agua el 26 de abril en Santiago
Hace meses, las organizaciones abajo firmantes estamos
convocando a la segunda movilización nacional por la recuperación y defensa del
agua, la conferencia de prensa que haría pública la iniciativa la hemos
suspendido en dos ocasiones, primero por el terremoto del norte y luego por el
incendio de Valparaíso, y recién el 22 de abril presentaremos a los y las
voceras en la FECH y daremos los detalles de la iniciativa.
Sostenemos
la convocatoria, y con más fuerza que
antes, porque nuestro grito por desprivatizar el agua tiene que ver
justamente
con lo que deja al descubierto lo sucedido en el norte y en Valparaíso.
Nadie
habla hoy del cerco de monocultivo forestal en que se encuentran los
cerros porteños. Ni menos se menciona que estas plantaciones son las
responsables de que
las napas subterráneas estén secas, los suelos erosionados, y que las
llamas
encuentren en los pinos y eucaliptus combustible para devorar la vida,
al igual
que en el sur de Chile.
Se presenta como normal que el gobierno pida bidones
de agua a la ciudadanía para subsanar las necesidades básicas de la población.
¡La gente tiene que comprar agua para que el Estado pueda satisfacer la demanda
hídrica en condiciones de urgencia!
La falta de servicios de agua potable trae consigo la
falta de redes de abastecimiento de agua en grifos para el control de
incendios. Esto es consecuencia de la mala gestión de las empresas sanitarias
privatizadas desde los 90 en adelante, que no hacen las mantenciones adecuadas
ni las inversiones correspondientes porque operan bajo la lógica de maximizar
ganancias. Del mismo modo, estas empresas buscan excusas para no atender a
poblaciones irregulares o en proceso de regularización; a poblaciones que
suelen ser el resultado de desplazamiento forzado luego de la desordenada
expansión urbana, la sequía en los campos, y suma y sigue.
Marchamos por el agua este 26 de abril en Santiago,
comunidades de Arica a Coyhaique, porque si en zonas costeras no hay agua, ello
no es producto de una catástrofe natural, sino de una catástrofe engendrada en
décadas de enajenación de nuestros bienes comunes, de ruptura de los tejidos
sociales, de desconsideración de los límites de nuestros ecosistemas, de desdén
sistemático de la voz de los habitantes de los territorios. Y porque incendios
y terremotos descorren el velo de otro Chile oculto, sin agua y sin calidad de
vida, cuya vulnerabilidad no es natural sino impuesta por el modelo económico.
Marcharemos este 26 de abril, desde 4 puntos de
Santiago, porque la sed de Valparaíso y de Arica y Alto Hospicio, es la misma
sed de Lumaco, de Melipilla, de San Pedro, de Petorca, de Punitaqui, de Canela,
de Tirúa, de Quillagua, del valle del Huasco. Marcharemos porque es la sed de
miles de territorios que hace años vienen denunciando que se secaron sus ríos,
sus napas, que les contaminan y roban el agua, que no pueden sembrar, que las
personas viven con 27 litros diarios, mientras los chanchos de Ariztía y
Agrosuper cuentan con 62 litros diarios, para la engorda de los bolsillos de
los grandes grupos económicos nacionales y extranjeros.
Marchamos porque mientras el gobierno habla de hacer diagnósticos nosotros reiteramos en la sequedad progresiva de nuestros territorios que SOMOS EL DIAGNOSTICO. Avanzar en derogar el Código de Aguas y en terminar con los subsidios perversos a las empresas forestales, mineras y energéticas, no requiere de diagnósticos, sino de voluntad política. Impulsar una ley de glaciares desde el ejecutivo es una tarea urgente. Para entenderlo, basta con asumir responsablemente las consecuencias de Pascua Lama, o la sequía de Aconcagua. Avanzar en ordenamientos territoriales participativos y atingentes a los modos de desarrollo que las comunidades determinen, es tarea que se debe acometer desde ahora, al margen de las buenas o malas intenciones que pudiera tener un delegado presidencial de recursos hídricos.
El agua nos despierta, no más lucro con la vida, nos encontramos el 26.
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